En la escuela, por lo menos a la que nos tocó asistir, a los
presidentes se les recordaba por las obras que hicieron durante su gobierno.
Así a Balta lo asociaban al tren hacia La Oroya, a José Pardo con los tranvías
de Lima, a Leguía con las carreteras y las grandes avenidas, a Odría con los
hospitales del Seguro y la Grandes Unidades Escolares y a Belaúnde con la
marginal.
Todavía tengo en el recuerdo una página en blanco de El
Comercio, que se titulaba la obra del señor presidente, en referencia a Manuel
Prado. Tal vez estas cosas y la memoria de su primer gobierno en el que
fácilmente le hubieran podido repetir el mismo aviso, motivaran a Alan García al
comenzar la segunda mitad de su segundo gobierno, a lanzarse a un plan
acelerado de obras con el claro propósito que esas fueran el símbolo de su
gestión.
Todos le han escuchado decir que hizo 151 mil obras, entre
grandes y pequeñas, y que nos dejó la refacción del Estadio Nacional, los
colegios emblemáticos, el tren eléctrico hasta la avenida Grau, el teatro
nacional, entre otras, que como se hace evidente priorizaron la inversión en
Lima, donde mayor número de personas podían notar los resultados. Fue, sin
duda, un atropello, a la autoridad municipal, ya en tiempo de Castañeda y luego
con Susana Villarán, al competir con los medios del poder central en las tareas
de la renovación urbana.
Y fue también un alarde de centralismo, pensando que Lima
tiene la tercera parte de los votos para cualquier elección nacional. También
fue un despliegue de arreglos deshonestos, pero ese tema no es el de esta nota
y lo dejamos entre paréntesis. El punto es que para Ollanta Humala, su sucesor,
la Línea 2 del Tren Eléctrico, la que irá de Ate hasta el Callao por vía
subterránea, tiene todas las fachas de venir envuelta con el mismo síndrome de
la gran obra limeña de la que se jacta Alan García.
En otras palabras el presidente ya no imagina ser recordado
por “la gran transformación” que nunca hubo, sino por que hizo un primer tramo
del Metro bajo tierra. Para esto están trabajando sus ministros y funcionarios
para una licitación que se viene muy costosa y para desalojar a quién sea de
los espacios que se requieren para la obra emblemática de este gobierno. En esa
lógica se quiere amputar 11.5 Has al Mercado de Santa Anita, o sea desvestir un
santo para vestir otro, distorsionar una obra municipal largamente postergada
justo cuando ya está en pleno desarrollo.
Sabemos cuán narcisistas pueden ser nuestro gobernantes en
la determinación de prioridades. Pero Humala cometería un grave error si no
replantea el diseño del tren y deja de pensar en los terrenos del mercado. Apenas un poco más de coordinación y sentido
común para hacer lo necesario.
26.02.14
1 comentario:
Buen análisis.
Lo que con na inversión de 10,000 millones se podría hacer, dejando del lado el capricho presidencial:
- Varios Mega Proyectos de Irrigacion tipo Chavimochic, Majes-Sihuas, Olmos que podrian generar renta y trabajo.
- Varios Mega Proyectos Mineros tipo, Las Bambas, Toromocho, o Conga.
- Varias carreteras transoceanicas, megapuertos y el tren longitudinal.
Hay muchas mejores cosas que hacer.
Alexander Zegarra
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