Si El Comercio lo hubiese querido, la velocidad y resonancia
del caso Álvarez y la coyuntura del
segundo semestre de 2014, hubieran sido otras. Si se recuerda bien, fue La
República la que hizo una campaña sobre el asesinato de Nolasco y dio por
segura la culpabilidad del presidente regional. Eso duró semanas y no pasó nada
salvo declaraciones de un lado para el otro.
¿En qué estaba la gran concentración? En dale que dale, que
Ramos no podía ser Fiscal de la Nación por ser primo de Nadine Heredia y por
haberlo negado cuando se los preguntaron por primera vez, y que la cabeza del
Ministerio Público debería ejercerla el fiscal Pablo Sánchez, que sólo tenía un
voto (el suyo), en la Junta de Fiscales. La campaña de la gran familia de la
prensa no prendió hasta que alguien hizo la conexión entre el Fiscal Peláez (no
habría querido investigarlo) y Álvarez, y entre Peláez y Ramos (que habría contribuido a la impunidad en
Ancash desde la oficina de control.
Ahí El Comercio, reajustó su ofensiva y dijo que lo de
Álvarez era el peor caso de corrupción de la historia peruana y los fiscales
supremos habían sido sus encubridores. De ahí siguió una campaña hasta la caída
hace poco de Ramos (suspendido en el cargo) y la nominación a dedo de Sánchez,
el favorito de calle La Rifa, que obviamente se ha puesto en línea con los Miró
Quesada a los que debe el puesto.
El poder mediático, por tanto existe, pero a veces falla o
se entraba porque sus operadores se creen todo poderosos y no lo son, en forma
suficiente. Entre la mitad de 2014 y fin de año, la prensa concentrada tomó
el control de los casos Álvarez, Orellana y Martín Belaúnde, y dictó la agenda
de la “anticorrupción” en el país. Hasta que se cayó el tema de la
“colaboración eficaz” y los exprocuraores Salas y Vilcatoma, se quedaron en el
aire.
Entonces, la gran familia decidió que si la realidad no los
ayudaba a mantener la presión sobre el gobierno, peor para le realidad porque
ellos podían crear una suya propia. Es la sensación que deja paso a paso la
denuncia de Correo Semanal, sacado del anonimato, para meter la gran
“primicia”, el gobierno se auto chuponea y persigue y de paso anda investigando
a inocuos personajes de oposición, con los que conversan y hacen transas todos
los días.
La trama es enredada porque pasa desde Jorge del Castillo,
actual lobista de transnacionales mineras y petroleras, Marisol Espinoza que se
mantiene distante de la pareja presidencial, y otros, hasta llegar a Alan
García que tiene un informe de haber sido seguido en Lima, en días en que se
encontraba en Madrid. En fin, cualquier cosa pero en el país ya se instaló otro
“peligro” y otra manera de victimizar a una oposición que se mueve como una
veleta. Si Humala se asusta con ella, será que está temiendo hasta su sombra. O
que El Comercio quiere que sintamos eso.
31.01.15