lunes, julio 31, 2006

¿Bolivarianos en el Perú?

Raúl A. Wiener

Si hay un ingrediente extra en el actual proceso electoral peruano, ese se llama Hugo Chávez Frías, presidente de Venezuela, apostador temerario a Ollanta Humala y adversario frontal de la candidata de la derecha Lourdes Flores Nano.

Mucho se ha discutido si las diversas formas en que el comandante venezolano se ha hecho presente en la coyuntura ha hecho bien o mal, a su par militar peruano, pero esas disquisiciones, que deben haber llegado a sus oídos, no lo han arredrado en ningún sentido.

Cumplida la primera vuelta ha vuelto a manifestarse ironizando el resultado en relación a las supuestas ventajas que habría ofrecido el modelo neoliberal a la población: ¿ y entonces porque la mayoría apoyó a Humala, y menos de un votante de cada cuatro apoyo a la Flores?

Con sinceridad, además, añadió que iba a serle difícil la segunda vuelta a su amigo Humala, enfrentado probablemente a una coalición de sus principales rivales, que sobre el papel sobrepasan el 50% de los votos. Pero esa prudencia no ha impedido que su canciller apunte la existencia de una “tendencia irrefrenable al cambio” que estaría en marcha en esta parte del continente, uno de cuyos eslabones sería la victoria parcial del candidato más próximo a Venezuela.

Toledo intentó producir una crisis diplomática en relación a las primeras declaraciones de Chávez del mes de diciembre que expresaban abierta preferencia por uno de los candidatos, calificada como “ingerencia externa” y ordenando a su embajador regresar a Lima. Y nuevamente en enero cuando, también sin pelos en la lengua, el venezolano manifestó su desagrado por la candidata conservadora. Pero no le fue bien. Tuvo que retroceder sobre sus pasos sin lograr satisfacciones. Por lo que es difícil pensar que tentaría por tercera vez poner su pleito personal con el presidente bolivariano en el centro de la política peruana, ahora tan ganada por saber quién competirá con Humala en la segunda vuelta.

En todo caso Toledo ya ha anunciado que tras su retiro de la presidencia encabezará una “fundación para la defensa de la democracia”, que parece ya contar con apoyo político y financiero de Estados Unidos, y cuya acción estaría dirigida en prioridad a inquietar a Caracas, que es, en el momento, el clavo más fastidioso que Washington tiene que soportar al sur de América.

El miedo a Venezuela

La mirada histórica de los peruanos sobre Venezuela se basaba en dos elementos significativos: un país con dinero al que valía la pena llegar para ahorrar con algunos años de trabajo y un equipo de fútbol al que podíamos estar seguros de ganarle en la cancha, cuando perdíamos con los demás. Ambas visiones han cambiado significativamente. La nación caribeña, aunque aún siga atrayendo inmigrantes, está hoy asociado a los nuevos miedos en las capas medias y altas por el proceso chavista. Por otra parte, en fútbol ha mejorado tanto que ha dejado de ser el último de la tabla. Riego que ahora nos corremos los peruanos.

Una secretaria que atiende el despacho del ministerio vinculado al Comercio Exterior, me preguntaba, después de la primera vuelta, si era verdad que en Venezuela se ha prohibido la enseñanza de inglés en los colegios, suponiendo que Ollanta Humala aplicaría el mismo concepto en el Perú. Creía además que en el país de Chávez, las casas desocupadas, aunque fuese por vacaciones de sus dueños, corrían el riesgo de ser ocupadas por indigentes con apoyo del gobierno. Sui alteración era tan grande que no sabía si tenía que jugarse por el “voto democrático” (anti Humala) en segunda vuelta o empezar a pensar en el traslado de su familia al extranjero.

Hay otros temores: ¿se eliminará la televisión por cable?, ¿la Internet?, ¿el gobierno tomará los ahorros bancarios?, ¿nadie podrá tener más de una propiedad urbana?, ¿se expropiarán los medios de comunicación?, ¿los hijos serán enrolados en los círculos bolivarianos?, ¿las Fuerzas Armadas serán reemplazadas por milicias?, etc. Una gran cantidad de mensajes electrónicos circulan en el Perú advirtiendo de estos peligros, inventándolos, exagerándolos. Curiosamente antes de esta alarma, los miedos peruanos, más precisamente limeños, se dirigían al ex presidente y candidato del APRA al que se le asociaba con ahorros confiscados, colas, carestía, violencia, corrupción, etc. Pero ahora hay muchos que votarán por él, para conjurar la otra pesadilla, la de Humala-Chávez que se le imagina aún más grave.

La embajada en Lima

¿Qué rol ha jugado la embajada venezolana en Lima, en los últimos cinco años? Hasta agosto del año 2004, es decir hasta la fecha del referéndum revocatorio que planteaba poner fin al gobierno de Hugo Chávez, sobre la base de una consulta popular y que concluye en la victoria del comandante de las boinas rojas, la sede diplomática de la república del norte era ocupada por el embajador Gonzalo Jesús Gómez, que según las referencias guardaba no tan secretas simpatías hacia la oposición. En más de una ocasión diversos periodistas se dirigieron a la embajada para solicitar información sobre lo que estaba pasando en Venezuela en relación al golpe que intentó derrocar al presidente y más tarde a la posición oficial respecto al referendo, encontrándose para su sorpresa con la versión opuesta.

Jesús Gómez fue sin embargo separado del cargo y en su reemplazo llegó una joven activista del chavismo, que oficialmente figuraba como encargada de negocios, pero que a su vez tenía la representación de la embajada: Magali García. Con ella hay una apertura hacia los movimientos de bases que desde tiempo atrás venían respaldando a Venezuela y hacia los partidos tradicionales de la izquierda que empezaron interesarse en el fenómeno venezolano tras el contundente desenlace del referendo. Magali García se hace presente en polémicas sobre temas como TLC, ALCA y la propuesta del ALBA, actos de solidaridad, eventos juveniles como las preparatorias del Festival Mundial de la Juventud, etc.

En enero del 2005, la embajadora encargada rechazó la versión de prensa que vinculaba al presidente Hugo Chávez con la asonada de Andahuaylas, dirigida por Antauro Humala, hermano del actual candidato a la presidencia. Y en octubre del mismo año, en uno de sus últimos actos públicos, participó de un concurrido acto celebratorio por la fundación del Partido Comunista, con la presencia de sus dos alas históricas, en proceso de unificación. La presencia venezolana fue aplaudida con mucha emoción por los presentes. Poco después, sin embargo, la encargada de la embajada es retirada del cargo, y según se dice en ciertos corrillos, porque habría facilitado un apoyo económico para el que no estaba autorizada.

En todo caso, el nuevo embajador que reemplaza a la encargada, el señor Cruz Martínez, da la impresión de haber sido puesto ahí por su perfil bajo, anodino y orientado a evitar polémicas. Las crisis que se han producido entre Lima y Caracas, las ha manejado con muchísima mayor mesura que lo que lo hacían los propios presidentes y otros personajes públicos de los dos países. Insistentemente el embajador ha dicho que su país no interviene en la elección. También parece que ha enfriado las relaciones izquierdistas de su predecesora. También es cierto que el izquierdismo peruano se ha devaluado intensamente en las actuales elecciones.

Las acusaciones contra Venezuela han estado dirigidas más bien hacia funcionarios de segundo nivel. En particular contra una persona de nombre Virly Torres a la que algunos medios, con el respaldo de diplomáticos en retiro, sindican como “enlace con Humala”. Desde hace meses hay en marcha una campaña pidiendo su expulsión y la campaña ha recrudecido en los días de la primera vuelta.

Militancia chavista

A fines de noviembre del 2003, Roger Taboada, regresó de participar del Ier. Congreso Bolivariana de los Pueblos en Venezuela y se reunió con los dirigentes del movimiento Otro Mundo es Posible, que se formó como respuesta a la invasión de Irak, para proponerles crear una organización de respaldo a la revolución venezolana. Estos eran una coalición de pequeños grupos radicales, hostiles a la izquierda tradicional, con un emplazamiento físico en una pequeña calle del centro de la ciudad, donde en medio de casas y solares tugurizados, tiendas de libros piratas y grabaciones de música testimonial, ha venido floreciendo algunos espacios marginales de la cultura y la política.

La marcha contra la guerra en el 2002 había sido importante y amplia. Pero en la lectura de Otro Mundo es Posible, esta había sido una victoria propia. Sin embargo Taboada pensaba que el salto podía producirse asociándose a un proceso que no había merecido el interés de ningún sector político peruano. Si bien la recomendación que venía de Caracas era impulsar el Capítulo Perú del Congreso Bolivariano, lo que se hizo en aquella ocasión fue constituirse como Coordinadora de Solidaridad con Venezuela, presidida por el mismo Taboada. Otro Mundo es Posible aportó la mayoría de los miembros iniciales, y al poco tiempo quedó disuelta en el nuevo proyecto.

La manera de entender el nuevo organismo era la de impulsarlo hacia un fuerte activismo relacionado con los problemas que se vivían en Venezuela. No se conocen esfuerzos de elaboración ideológica, capacitación o difusión surgidos de la Coordinadora. En cambio sí se tuvo noticia de varias marchas callejeras, entre ellas una importante hasta el local de la embajada, al comienzo de la Avenida Arequipa en los límites del cercado de la ciudad de Lima, que convocó unas 500 personas, que no fueron recibidas por el embajador Gómez que se encerró detrás de sus paredes.

La parición de la Coordinadora atrajo en cambio la mirada de afuera. El secretario de organización del Congreso Bolivariano de los Pueblos, el argentino Fernando Bossi, empezó una serie de viajes Caracas-Lima, con la clarísima responsabilidad de impulsar la transformación de la Coordinadora en el deseado Capítulo Perú, y de ampliar la convocatoria desde los grupos iniciales hacia los partidos de izquierda y las más importantes organizaciones sociales.

Cuando se aproximaba la fecha del referendo revocatorio, Bossi volvió a hacerse presente, subrayando que era de vida o muerte apoyar a la permanencia de Chávez en el poder. Ahí se organizaron las jornadas de Lima bajo las consignas: “Por el sí, Chávez no se va”, que como se suponía no hallaron eco en la embajada venezolana. Antes bien se cree que fue el embajador el que influyó al gobierno de Toledo a reprimir a la Coordinadora cuando realizaba el acto central de apoyo al sí venezolano. Tras el pasacalle y los números musicales, y cuando comenzaban los discursos, resonaron las bombas de dispersión, a pesar del permiso concedido por la prefectura. Días después la Coordinadora estaba enviando a Caracas una copia filmada de sus actividades y de la represión producida que sería difundida antes de la votación.

Izquierda bolivariana

Luego del referendo, efectivamente, algunos de los partidos principales de la izquierda peruano empezaron a moverse con la mirada puesta en lo que pasaba en Venezuela. Nuevamente Bossi viajó a Lima y animó a un encuentro entre los que ya venían siendo Coordinadora de Solidaridad y los dirigentes de los partidos. Este era un trato difícil para ambas partes, por las resistencias de un lado y del otro. Sólo la presión de Bossi hizo finalmente el milagro hacia finales de septiembre del 2004, de lograr una reunión de todas las partes para proclamar el nacimiento, por fin, del Congreso Bolivariano de los Pueblos, Capítulo Perú.

Unas 320 personas abarrotando el local del sindicato de trabajadores del Banco de la Nación, una larga mesa a la que todo el mundo trataba de ingresar, y muchísimas expectativas de que la nueva criatura contribuyese a la reactivación de la izquierda y las corrientes progresista, y ayudara a formar el frente que se requería para las elecciones, eran los datos que distinguían el momento. Pero las tensiones estaban ahí. Los partidos se proponían naturalmente a tomar el control y la Coordinadora reclamaba haber mantenido un compromiso cuando nadie creía en la estrella bolivariana.

Al final la gran cuestión era saber si todos se aceptaban y se estructuraba una dirección horizontal de todos los participantes, o se definía alguna estructura. Bossi inclinó la decisión hacia la conducción horizontal y colectiva. Pero eso sólo duraría hasta la siguiente reunión, con 90 participantes, donde nuevamente se discutió si siendo todos iguales, unos eran más iguales y debían dirigir a los otros. El punto se concentró en lo que se llamó la siguiente convocatoria: unos decían que había que nombrar una comisión que convoque y otros que los 90 presentes se autoconvocaran. Finalmente se eligió a regañadientes el último camino, pero a la tercera reunión autoconvocada sólo llegaron 40, que se encontraron rápidamente enfrascados en una discusión sobre reglamentos y comisiones.

La cuarta reunión sólo tuvo 4 participantes y la quinta dos. Esa fue dos semanas antes de las elecciones. La Coordinadora por cierto no se disolvió, a pesar de los requerimientos de Bossi y como conclusión anunció que no mantendría su alianza con los partidos de izquierda. De otro lado, para los principales dirigentes partidarios, esto no ha hecho sino ratificar lo difícil que es tratar con los grupos radicales marginales y su posición es que ellos son más que suficientes para hacer que el Capitulo Perú exista. Seguramente cuando se despejen los malos humores de la devastadora derrota sufrida por todos los partidos de izquierda en las urnas del 9 de abril.

Cada uno por su lado

En un viejo edificio de la avenida Camaná, también en pleno centro de la ciudad, en el cuarto piso, una placa que podría ser la de un abogado o de un dentista, indica que estamos ingresando al local de la Coordinadora Continental Bolivariana Capítulo Perú. Este es otro membrete, distinto a los anteriores, detrás del cual debe haber unos 6 o 7 grupos, principalmente de jóvenes, con un total de unas 50 o 60 personas, que se articulan después de participar en el II Congreso Bolivariana de los Pueblos en Venezuela.

Para ellos no sólo la izquierda de los partidos está descartada para acaudillar una corriente de reclamos antiimperialistas, sino también grupos como Otro Mundo es Posible, del que formaron parte algunos de ellos, pero que consideran infiltrados de oportunistas. Tampoco creen en Ollanta Humala, lo que los ha motivado a animar una llamada Coordinadora por el Voto Viciado, lo que sin duda debe haberles enfriado la relación con Venezuela. Curiosamente no se pretenden chavistas ni cercanas al gobierno de Chávez, sino a movimientos latinoamericanos de solidaridad. En sus documentos se definen como “mariateguistas-guevaristas”, y es fácil encontrar alusiones a Mariátegui, el Che, Luis de la Puente y otros en afiches y alegorías. En realidad parecen estar detrás de una relación privilegiada con los grupos que han tendido o tienen conexión con procesos de lucha armada como las FARC, ELN, MRTA y otros que también desarrollan una coordinadora continental, que según se dice nació de alguna reunión en Venezuela.

La Coordinadora Continental, tiene integrantes tan pintorescos como el grupo universitario sanmarquino Integración Estudiantil, el grupo Todas las Voces, la revista Masa, el grupo José María Arguedas, entre otros. Esta Coordinadora ha promovido foros de debate sobre temas como el TLC y la invasión de Irak. No se les ve privilegiando el vínculo con los venezolanos, a pesar del nombre de bolivarianos que utilizan.

Ollanta y los bolivarianos peruanos

Según cuentan los de la Coordinadora de Solidaridad, ex Otro Mundo es Posible, ellos llegaron a sostener hasta cinco reuniones con el entonces precandidato Ollanta Humala, su esposa y los dirigentes que le eran más cercanos, apenas se produjo su regreso de Seúl, en los primeros meses del 2005. Fueron reuniones de acercamiento en las que el proyecto del comandante estaba todavía muy borroso y los puntos sobre los que iba a centrar su programa permanecían muy oscuros. Varias veces habría dicho que su misión era poner los cimientos del cambio lo que significaba hacer del Perú una sociedad de “ciudadanos con trabajo”. La revolución y los cambios más profundos vendrían después de él.

Estas conversaciones se interrumpieron por decisión de Humala cuando ya estaba empezando a prender su candidatura en diversas partes del país. La última vez los dirigentes de la Coordinadora le plantearon un compromiso de apoyo para las elecciones del 2006 A lo que el comandante contestó:

- No se equivoquen. Yo no soy tradicional. No asumo ningún compromiso.

Hasta ahora no han vuelto a encontrarse.

La Coordinadora de Solidaridad, después de los diversos encontrones sufridos en estos años, ha reafirmado su existencia, adoptando como nuevo nombre el de Coordinadora Bolivariana, que se define como próxima y solidaria con la experiencia chavista.

Actualmente parece estarse metiendo en un nuevo tipo de compromiso que los denominan “proyectos sociales”. Son iniciativas semejantes a las que se impulsan en los sectores pobres de Venezuela. Así está funcionando la Misión Milagros, que busca detectar personas con enfermedades graves de los ojos para trasladarlas a Venezuela para su tratamiento, con una cobertura de los gastos de diagnóstico y calificación, pasajes y estadía en los centros de atención de Caracas. Hasta la fecha habrían salido unas cien personas con este proyecto. Otra misión que se está preparando se denomina Sucre, y tiene como tema la alfabetización.

Sin duda, los lazos actuales Perú-Venezuela, el escenario electoral y los procesos de organización de simpatizantes chapistas y bolivarianos en el Perú, plantean una telaraña compleja pero cada vez más tupida. No se va a destruir tan fácilmente. Por más miedos que sientan algunas personas o por más insinceridad que pueda haber en algunos acercamientos. La historia de los dos países tiene demasiados puntos de encuentro en el pasado como para que no nos demos cuenta.

Lima 20 abril 2006

Fuentes:

- Entrevista a Franz Pillaca de la Coordinadora Bolivariana

- Entrevista colectiva a dirigentes de la Coordinadora Continental Bolivariana

- Entrevista a Víctor Oliva, secretario general del PSR y secretario de relaciones internacionales del Frente Amplio de Izquierda

- Información de prensa

- Información del autor

Sólo habrá paz, si no hay mina

¿Y ahora que dirán después de comprobar que tienen dos departamentos levantados contra la angurria minera y sus defensores limeños?

¿Será que todos los campesinos producen amapola y marihuana y las mafias los manejan para que no dejen entrar la modernidad en forma de socavón minero?

¿O que decenas de miles de productores actúan como tontos y suficiente con un rezo ecológico para que se mantengan más de un mes peleando por una agricultura sin minería?

¿O todos serán de Patria Roja?

¿O de la Conacami?

¿O será más bien que los manipuladores no están al norte sino aquí cerca de nosotros, al frente de algunos diarios, programas de televisión o estaciones de radio, y los manipulados los limeños que nos creemos vivos pero no sabemos que es lo que pasa a mil kilómetros de nuestros hogares urbanos?

Sólo habrá paz, si no hay mina, es la voz de orden de miles y miles de hombres y mujeres del campo en Jaén, San Ignacio y la propia Cajamarca, así como en Huancabamba y Ayabaca en Piura. Es decir que van a ir al diálogo, si se produce, para pedir que la mina Majaz no inicie sus operaciones y se retire de la zona.

No quieren probar, a ver qué pasa. Como han probado tantos otros pueblos, siempre con resultados negativos para la agricultura y el medio ambiente, y las condiciones de vida de la población.

La alternativa es el café ecológico sin proximidad minera que de todas formas bajará la calidad de su producto; el arroz de primera; el agua limpia y el orden rondero.

En contraposición a ello la mina ofrece un hueco gigante, minerales que se van afuera, impuestos al gobierno y algún reparto a los pueblos aledaños, fuentes de agua contaminadas, fuerza de seguridad propia que amedrenta a la población y policía que viene a perseguir a los campesinos acusándolos de narcotraficantes y terroristas.

Inaugurando su premierato PPK ha estado recibiendo presiones crecientes para resolver lo de Majaz, que equivale a usar los medios estatales para abrirle el paso a los inversionistas norteamericanos para que se posesionen de un territorio que siempre fue habitado por campesinos olvidados condenados al olvido.

Majaz puede ser el rubicón tardío de Toledo que hace unas semanas nomás se jactaba de tener las manos sin sangre (con poca sangre todavía, debería haber dicho). Todavía no sabemos plenamente lo que oculta a sonrisa invencible del polaco. ¿Nos enteraremos en estos días?

19.08.05

¿Quiénes están detrás de los hechos de Majaz?

¿Quiénes están detrás de los hechos de Majaz?[i]

Como los campesinos son eternos menores de edad, nuestros gobernantes y los periodistas de los grandes medios se preguntan regularmente quiénes están detrás de sus movilizaciones y reclamos. Y de ahí vienen las consabidas respuestas: curas agitadores, ONG seudoambientalistas, alcaldes reeleccionistas y Patria Roja. Y cuando las cosas extreman, el terrorismo y el narcotráfico. Esta impreso y grabado como para que no corra riesgo de que me desmientan.

Voy a detenerme, sin embargo, en algunos otros participantes cuyo papel en el conflicto parece que no se comprende fácilmente desde las redacciones de Lima. Un ejemplo es el Estado, al que aparentemente sólo le correspondería la tarea de imponer el orden, que se entiende como proteger los intereses de la empresa minera, aún a costa de la vida de algunos ronderos.

Pero nadie dice que el ministerio de Energía y Minas ha estado concediendo denuncios mineros en una amplia zona entre las provincias Huancabamba (Piura) y San Ignacio (Cajamarca), en forma clandestina, sin conocimiento de los municipios y de los productores que se dedican al cultivo del café orgánico (sin componentes químicos) y de arroz de calidad, y en abierta violación de la ley que ordena no entregar concesiones sobre los 50 Km. anteriores a la línea de frontera y en área de reservas ecológicas como la de Tabacones-Numballe, que está en el corazón de los trabajo de exploración de la minera Majaz.

Desde 1999 se han sucedido enfrentamientos entre campesinos ronderos y grupos mineros que se preparaban para la extracción de cobre y oro de esta región. En el 2002, la propia Majaz fue expulsada de uno de sus concesiones. O sea el ministerio y la empresa, sabían que estaban chocando con la población y decidieron no tratar con ella sino seguir adelante. La empresa yanqui demostró que había aprendido de “nueva minería” de la experimentada Yanacocha. Para conjurar el rechazo dividieron la organización rondera utilizando su poder económico. Y lo hicieron también con las comunidades indígenas. Promovieron con dinero un movimiento político promina con vistas a las siguientes elecciones. Es decir crearon su propia población adicta e imaginaron que eso significaba que las dos provincias estaban a su favor.

El razonamiento es muy simple. Las minas representan poder frente a los campesinos dispersos y de bajos ingresos. Y ese poder se acrecienta por la alianza abierta del Estado y los empresarios mineros. Y aquí viene el segundo actor del problema que no percibimos a la distancia. La actividad de los funcionarios de la empresa dividiendo, corrompiendo, manipulando las organizaciones, creyendo que por esa vía se neutralizan las resistencias. En Majaz esto ha llegado hasta el punto de armar una fuerza de seguridad derivada de los antiguos Comités de Autodefensa antisenderistas, creado en los 80-90 bajo iniciativa del ejército. Estos son ahora combatientes de l mina, con una paga que se calcula en 20 soles diarios.

En la zona es frecuente ver a los señores de la mina caminando acompañados por hombres armados y amenazantes. Durante el cerco de las rondas sobre el campamento, la defensa estaba formada por la policía y las fuerzas de seguridad, y según las versiones que se recogen en la zona, los más violentos eran estos últimos. Otro elemento de interés de los funcionarios es por supuesto la prensa regional y local. Y es que hay un notable contraste entre la versión de una radio de San Ignacio o Huancabamba, y lo que se oye y lee en Lima. También Majaz prefiere oírse a sí misma antes que tomar en cuenta los argumentos ajenos.
El tercer actor que no se toma muy en cuenta es el de la agroexportación. Porque Huancabamba y San Ignacio no es una zona de agricultores en la última lona, con sus papitas y su chuño, como podrían ser los de Espinar o Cotabambas. En este caso estamos en un territorio que está participando de la famosa prosperidad que abarca una fracción del campo peruano que puede vender afuera a precios atractivos. En algunos años, estas provincias pueden ser ricas. Por eso mismo no les interesa la plata que ofrece la mina, ni permiten los cultivos que se venden al narcotráfico.

El gobierno de Toledo que se jacta de haber promovido el boom agroexportador, se muestra en su esencia cuando tiene que decidir entre minería y la agricultura moderna. Eso pasó en Tambogrande donde se enfrentó el oro con los mangos y limones. Y está pasando en Majaz, entre el cobre y el café orgánico. No creo que sea muy difícil entender porqué rebela tanto encontrar que porque sí y sin ninguna consulta, el Estado decida que este incipiente progreso se enfrente dentro de poco con contaminación de tierra, agua, aire. Los agroexportadores saben perfectamente que la colocación de su producción, por bueno que sea su trabajo, va a verse obstaculizada cuando tengan que explicar que al lado de sus plantaciones hay una fulgurante actividad minera (el doble de Antamina, según dicen).

Si uno tiene la idea completa de los actores y problemas detrás del conflicto, y elimina los fantasmas levantados para asustar, puede pretender entender la sustancia del pleito entre las minas y los agricultores. No hay demagogia que pueda movilizar muchos miles de personas.

05.08.05
[i] [i] La información de esta nota ha sido obtenida de un estudioso del agro que por una circunstancia fortuita se encontraba en la provincia de San Ignacio cuando arrancó el conflicto y ha sido testigo directo de los acontecimientos. No estoy autorizado para mencionar su nombre. Por ahora.

El espíritu trasnacional crece, pero no lo dejan

Hay quienes firman “en defensa del diálogo”, que en el fondo es la defensa de su propio papel de garantes de los compromisos entre las mineras y las comunidades de su entorno, y que es de dónde sale su preocupación porque la gente “no respeta” lo acordado y quiere ir más lejos del punto al que llegó la negociación hace dos años con la gran empresa.

Hay quienes ponen su rúbrica porque piensan que ya estuvo bueno con el 3% de utilidades distribuidas (un millón y medio de dólares anuales), concedidos por la HP Billintong, en el acuerdo vigente con las organizaciones de Espinar, y que esto prueba que mientras más les abres la mano a los pedilones, más duros se van a hacer en sus demandas.

Hay los que lo suscriben, porque creen que ellos han inventado “el crecimiento”, que es esa bendición que nos repasa todos los días por la cara la propaganda del gobierno, pero 70% de los peruanos, incluidos los de Espinar, no querrían ver, por lo que se dejan arrastrar al desorden, poniendo en serios aprietos la alianza del Estado con el capital trasnacional, que es la que trae las inversiones.

Hay, finalmente, los que ponen su nombre para decir simplemente que hace tiempo que el Estado debió entrar con mano dura, para parar las revueltas. Y que Espinar es una nueva oportunidad para ello, que se está desperdiciando.

Son múltiples motivos, como se ve, para el comunicado aparecido en todos los diarios el último domingo con la fórmula “El Perú crece y no lo dejan”, que advierte en su primera línea que “lo ocurrido en Tintaya es mucho más serio de lo que pensamos”. ¿Más serio para quién?, habría que preguntarles a estos pensadores; ¿el crecimiento de quién? O ¿el desarrolló de qué?

Espinar tiene 20 años de mina y sigue siendo una de las provincias más pobres del Perú. Es el tercer productor de minería de cobre del país y según se dice ahora, por cada día de paralización pierde un millón de dólares. Sin embargo pretende tener arreglados los problemas con la comunidad, con un monto que equivale a un día y medio de actividades, que tampoco es entregado íntegramente, como era el compromiso. O le parece un escándalo una cifra de inversiones locales que equivalga digamos a 20 días, menos de un mes de sus operaciones, para que la provincia pueda finalmente conectarse con las partes bajas por carretera, y el agua que usan para la agricultura y el consumo no siga siendo contaminada por la empresa minera.

Claro que el problema es más serio de lo que pensamos. Como que todas las provincias y distritos mineros del Perú están en la categoría de los más pobres y con menos inversiones del país. Y que las empresas mineras que operan en ellos, entre las más poderosas, las de mayores utilidades y las que mayor dinero extraen del Perú.

Por mucho, mucho tiempo, las mineras consideraron que esta contradicción profunda no era de su incumbencia y que era el Estado el que debía proveer los requerimientos de los pueblos. Para eso pagaban sus impuestos. El problema era, de un lado, que las grandes empresas han ido pagando cada vez menos impuestos con el chantaje de que si no se les concede cada vez mayores beneficios tributarios emigrarán a otra parte; y, de otro, que el Estado cumple cada vez menos una función de desarrollo, en tanto aumenta sus pagos de la deuda mientras disminuye sus cobros a los poderosos.

Por eso actualmente parece obvio que debe haber “alguna contribución” de las mineras con sus provincias. Y ahí viene toda la revolvedera, porque lo que está ocurriendo es un proceso de cambio en las relaciones de poder entre comunidades y poblaciones andinas, respecto al poder de la mina y sus funcionarios que se sienten amos y señores en lugares a los que llegaron hace algunos años, frente a pueblos abandonados y maltratados por cinco siglos. Pero nadie les invitó que vinieran. Los trajo, el cobre, el oro, la ganancia. ¿Y quieren todavía que hagamos de sus intereses un motivo de desarrollo, democracia o gobernabilidad nacional? No hagan reír, pues.

¿Acaso no es serio que de Espinar se extraiga 360 millones de dólares por año del subsuelo, y que no se pueda realizar una inversión de 20 millones?, ¿cómo se hace para visibilizar esta realidad, sin movilización y sin protesta?, ¿dónde está el reconocimiento del comunicado a esta injusta situación?

Sobre todo que esto sucede en un escenario de gente satisfecha, a la que el Perú le crece, como la que firma el comunicado del último domingo y la que lo hizo en otro semejante hace una semana, y que hacen alarde de poder económico publicándose en todos los diarios, como una supuesta conciencia cívica del país. ¿Quiénes están reunidos tras la cruzada contra la población espinarense?

La nueva coalición “el Perú crece”, contiene ex ministros y funcionarios toledistas y paniaguadistas que encarnan el núcleo de la llamada “izquierda caviar”, es decir personas que vienen de la izquierda y ahora tienen un nivel de vida que defender en el sistema que se proponían cambiar; tecnócratas neoliberales que también funcionan con el actual gobierno, pero igual lo hicieron con el de Fujimori, que despotrican del Estado todos los días, pero les encanta vivir de él, y que como dice Cecilia Blume (una de las firmantes), en entrevista del último domingo, el pueblo nunca tendrá motivos para darles las gracias; empresarios mineros y sus funcionarios de confianza, que están directamente en los suyo, pero que deben sentir una satisfacción muy íntima de poner su nombre entre tantos personajes que se consideran “respetables”.

En fin, ¿qué representan todas estas rúbricas frente al Perú de Espinar, Cajamarca, Huaraz, Tambo Grande, que se encuentran enfrentados a las mineras Tintaya, Yanacocha, Antamina, Maniatan? Es evidente, representan la trasnacionalización del país, sea por incapacidad para imaginar una alternativa desde la sociedad y las regiones, o por cruda conveniencia particular al encontrarse insertados dentro del modelo. Son los que se creen que lo de Espinar responde a la “manipulación de los dirigentes”, a los que supuestamente quieren “ganar ventajas políticas (¿electorales?) azuzando al pueblo”, los terroristas que ya están volviendo a actuar y escogen como escenario el lugar donde nunca nadie estuvo con ellos, las armas de Juliaca, etc. Todo lo que justifique una entrada represiva en la provincia y no resolver sus reclamaciones.

Hoy que está tan de moda asustar con nuevos fascismos, racismos, de indígenas que quieren lanzar al mar a los blancos, como se ha agitado en relación al caso de Bolivia, conviene en hacer un alto para reflexionar sobre el comunicado que ha aparecido en los diarios, pretendiendo dar la impresión de reflejar una amplia corriente ciudadana:

¿No es acaso el punto de vista de estos ilustres señorones y señoronas, el del Perú de blancos, es decir sin expresión de la población andina, de los pueblos del interior, de las organizaciones de bases, de los excluidos y oprimidos de toda nuestra historia?, ¿no están invitando a poner al otro en su debido sitio, es decir como subordinado y pobre, con la fuerza punitiva del Estado?, ¿si no es para eso, para qué firman el comunicado, que sin dudad pagan las empresas mineras?

13.06.05

Derechos ecológicos de los no pobres y de los más pobres

Derechos ecológicos de los no pobres y de los más pobres

Los habitantes del distinguido distrito limeño de San Isidro son campeones ecológicos. A mi me consta personalmente porque contribuí con algunos escritos a la campaña que los vecinos de la calles aledañas al Olivar realizaron contra la instalación de un bar nocturno (Hooter’s), que amenazaba con alterar la tranquilidad, la seguridad y el valor de las propiedades de la zona, sin tomar en cuenta para nada la opinión de quienes viven en el sitio desde hace decenas de años.

En otras partes se rechaza la apertura de nuevos grifos, que se consideran inseguros y contaminantes. Nadie quiere que las zonas residenciales se transformen en comerciales. O que se inserten edificios públicos donde siempre hubo un ambiente de parques y viviendas. Abiertamente se condena a la Embajada española por haber perpetuado colas de madrugada para la obtención de visas, atropellando los derechos de los solicitantes y la vida del vecindario.

Y no se piense que todo se reduce a los carteles de protesta o a memoriales ante la autoridad. Porque también los sanisidrinos hacen marchas cuando sienten que le tocan la suya. Pero nadie piensa en poner un cerco de policías armados con fusiles en la esquina donde pretenden montar uno de los grifos repudiados para garantizar la inversión privada, ni Althaus llora por los griferos, ni Rosa María Palacios dice que los vecinos están luchando contra una entidad virtual que todavía no existe, como lo hacen los campesinos de Majaz.

En San Isidro los curas no elaboran rezos ecológicos ni hay ONG que azucen a los pobladores. Pero igual hay molestia cuando se comprueba que la autoridad tiene acuerdos por lo bajo con los grupos privados y manipula las normas para salir con su gusto, como ocurría con el Hooter’s. Yo escuché señoras anunciando una huelga de hambre si el alcalde Salmón ratificaba la resolución de autorización. Y algunos estaban dispuestos a bombardear con tomates, huevos y piedras a Castañeda si insistía en imponer un cambio de uso a la calle Libertadores para permitir la apertura del establecimiento.

¿Por qué es tan difícil comprender que los agricultores de San Ignacio, Huancambamba y Ayabaca, reaccionan con igual derecho para defender la propiedad de sus tierras, la tranquilidad de sus hogares y el valor de su producción de café orgánico, arroz y otros productos?

Cuando dicen no a la mina, no lo hacen por ignorantes o manipulados, como pretenden los periodistas ignorantes y manipulados que opinan porque sienten que sus ingresos tienen que ver con la presencia de grandes empresas en el país, y que son incapaces de la más pequeña aproximación a la problemática de la gente del campo, que es vista en bulto como indigente, atrasada y facilita de engañar.

Los derechos ecológicos, al aire limpio, al agua limpia, a la vida sana, a la armonía con la naturaleza, son válidos en los países ricos y en los pobres, en los barrios más acomodados como en las provincias alejadas, entre las poblaciones de clases acomodadas y medias altas, y entre los agricultores pobres y no pobres. ¿Cuándo vamos a entender esto?

05.08.05

El Perú que crece y el que no deja crecer

Lo nuevo de esta semana es que PPK, ha sido zarandeado en los programas de Jaime de Althaus, Rosa María Palacios y en las inspiradas columnas de Aldo M. en el diario “Correo”, poco menos que como un nuevo integrante de la banda de terroristas, izquierdistas, indigenistas, ONGs, etc., que quieren detener el crecimiento.

Lo demás, avisos pagados en los medios con firmas “respetables” al lado de las de los dueños de las minas, spots en televisión que todos sabemos quienes financian, periodistas venales haciendo “informes” sobre los torvos dirigentes de la protesta, y silencio, absoluto silencio, sobre los problemas que sufre la gente de Espinar, Cajamarca, Huaraz, por la presencia de las grandes empresas, no es más que historia conocida. Tal vez haya novedad en algunas personas que hoy firman los comunicados que justifican la actual militarización de los campamentos. Antes estaban al otro lado. Pero la voltereta en sí, tampoco es algo que extrañe.

Aquí, en el Perú, se redactan crónicas sobre una inexistente contaminación del agua de Lima para justificar la privatización y se exalta a la población de los cerros, que reclama con toda justicia ser atendida en su derecho a disponer de este producto imprescindible para la vida, sólo para poder convencerla que la “solución” es que se entregue el servicio a operadores trasnacionales. Vivan los pobres si son privatizadores.

Pero si esas mismas personas tuvieran que reclamar contra inversionistas extranjeros que venden agua potable de mala calidad –como ha sido denunciado en Argentina y Chile-, o contra el incumplimiento en las inversiones para la conexión de los sin agua –como pasa en Bolivia-, o finalmente por abusos tarifarios, como pasa en todos lados donde intervienen estas empresas, los privatizadores de estos días, dirían con seguridad que es un boicot a las inversiones, y empezarían a buscar a los líderes ultrarrojos que promueven el desorden.

¿Y qué otra cosa es lo que sucede en las regiones mineras?, ¿no se trata acaso también de agua, contaminaciones, medio ambiente, derecho a la vida, pobrezas ancestrales, población en cerros?, ¿qué hay en común entre “ayudar a los pobres a través de la privatización en Lima”, con “reprimir a los pobres enfrentados a las mineras en las provincias”?

Obviamente, lo que da coherencia a todas las campañas de la gran prensa es la defensa del interés trasnacional. O, si se quiere ser generoso, la ideología imperante de que para resolver la pobreza hay que hacer que se haga más fuerte la gran empresa. Todo lo demás, desde la afirmación que nuestra historia es la de la miseria conviviendo con la riqueza minera (que es también la tragedia de Bolivia y de buena parte del continente); a las evidencias de que el crecimiento actual está armado sobre reglas que profundizan la desigualdad y el chorreo hacia arriba; hasta la elemental declaración de Kuczynski de que, ya pues, si están ganando tanto, que compartan algo con los distritos y comunidades más pobres; es marxismo puro.

Y si no queremos ser ingenuos como en 1981, no confundamos guerrilleros con abigeos y agitadores comunistas con comunidades campesinas. Hay que pararlos antes que vayan más lejos, para salvar “nuestro desarrollo” y “nuestra democracia”. La nuestra, no la de ellos.

El Perú que crece, al que le crecen los bolsillos, versus el Perú que no deja crecer, porque está excluido del crecimiento y lo están privando de los medios, ya no para crecer, sino simplemente para poder continuar su vida. Ese es el conflicto y el dilema de hoy. En el que se juega la viabilidad del Perú para los próximos años.

15.03.05

Por Camisea se recordará a Toledo

Deben sumar diez o más veces en la que el presidente Toledo ha encabezado inauguraciones –varias de ellas repetidas-, relacionadas con las diversas etapas del gas de Camisea, y en cada ocasión ha anunciado desde rebajas en las tarifas de electricidad, acceso del gas natural a las viviendas, vehículos propulsados por este maravilloso producto, etc. Todo esto empezó hace casi dos años y no ha parado hasta hace muy poco.

Y de muy poco ha valido hacerle notar que nada de lo ofrecido se ha ido cumpliendo y que en la era del gas la enorme mayoría de peruanos vivimos como si no hubiera gas. Así de simple. El cambio sólo ha ocurrido en las cuentas de una cadena de empresas: Pluspetrol, Techint, TGP, Hunt Oil, Tractebel y otras que se están beneficiando con exportaciones crecientes de líquidos de la selva que son de fácil transportación, mientras se trabaja aceleradamente el mecanismo para hacer viable la salida del gas natural hacia el exterior. Hay informaciones que señalan que no sólo están saliendo abultadas cantidades de GLP, sino de gasolinas y diesel, en los que el país es formalmente deficitario, obtenidos en los campos de la selva sur.

Otros a los que el gas les ha cambiado la vida, pero en sentido opuesto, son los habitantes de las comunidades de sierra y selva por cuyos territorios circula el gas con dirección a la Costa. A más de los trastornos iniciales: obras demoradas, cerros cortados, hábitat alterado, naturaleza silvestre deteriorada, chacras escindidas, etc., y las alteraciones de largo plazo que significan los campamentos, los tubos y la presencia constante de gente extraña, se han sumado las continuas rupturas de los conductos que han significado enormes daños para las poblaciones aledaños.

En los primeros meses nadie se daba cuenta que esto estaba pasando en el sitio, como si Camisea estuviera situada en un desierto o se estuvieran cumpliendo los principios de protección ambiental y social proclamados reiteradamente, y seguían las discusiones políticas y técnicas, sobre el aprovechamiento del gas: si exportar, si consumir, si industrializar, si anillo hacia Chile, si distribución en el sur. Temas relevantes, sin duda, pero que ignoraban el drama de los nativos que se quedaban sin alimentos de los ríos, de los enfermos reportados en los centros médicos del Urubamba y de los muertos del proceso de obras de los que nadie se acuerda.

Ahora sin embargo todo estamos reaccionando a la triple evidencia: (1) del gas no participa para nada la enorme mayoría del país, (2) hay sin embargo grandes beneficiados, que generalmente no son peruanos, pero que tienen una gran protección del poder; (3) hay víctimas que se quieren ocultar o ningunear no sólo por el efecto del impacto de obras y cambios generados por el proyecto, sino de la manera deficiente y dolosa con la que ha sido ejecutado, buscando reducir costos a cuenta de la seguridad y de los derechos de las comunidades.

¿Qué se hace después de tener estos hechos a la vista?, ¿otra inauguración y otra promesa destinada a ser desmentida?, ¿alguna argucia para echar la responsabilidad para otra parte? Como quisiera, de veras, Pedro Pablo Kuczynski que hubiese un poco más de Sendero en la selva por la que recorre el gasoducto de Camisea. Así sería fácil culparlos de las desgracias creadas por los operadores argentinos, estadounidenses y de otras nacionalidades que explotan el gas de Camisea. Ya lo insinuó, pero tuvo que retroceder atropelladamente. También quiso oponerse a la auditoría, pero también en este punto empieza a caminar en reversa.

Lo extraordinario de la situación en el Perú es que el Estado que contrata a inversionistas extranjeros para que exploten riquezas naturales del subsuelo, no es capaz de controlarlos, sancionarlos y obligarlos a ponerse en caja, so pena de resolver lo pactado por incumplimiento, que es lo mínimo que puede exigirse de una concesión de este tipo. Aquí, en cambio, el Estado actúa como protector del interés trasnacional. Se considera comprometido con él, celebra sus triunfos y ganancias, se pone su casco y uniforme, y cuando empiezan a aparecer los descosidos y el gas se desparrama afectando a miles de peruanos, le ayudan a ocultar sus responsabilidades, tapan, desvían el asunto, como si ellos fueran los inversores y no el poder regulador. Extraño, ¿no es así?

06.03.06

Las trasnacionales y el precio del gas

No era acaso que Toledo se aventó por su cuenta y bajó el gas licuado tres soles retirándole el impuesto selectivo con lo que le ganaba por puesta de mano al Congreso.

Y que Del Castillo se quejó de la interferencia, pero luego de sentar en una mesa a los productores (Pluspetrol y Petroperú), a los envasadores y distribuidores, reclamó como su éxito otros cuatro soles menos que debían registrarse en el acta.

Indecopi dijo que esto era una concertación de precios y era malo, aunque la gente pagara menos.

Pluspetrol informó que “había cumplido” en colocar el gas de Camisea en paridad con la exportación. Como si esto fuera un gran sacrificio económico, cuando el producto lo sacan de tierra peruana a mucho menor costo. Y pasaron la pelota a los comerciantes para que terminaran el ajuste.

Aldo M. se jactó que la rebaja que todavía nadie veía se debía a la campaña de “Correo”, que no había tomado ninguna carretera o hecho una huelga para lograr un mejor precio para los usuarios.

Luego todo el coro indicó que había que esperar para que se trasladara el ajuste hacia los precios finales.

Han pasado dos semanas y los envasadores en el mejor de los casos han aplicado una reducción de tres soles. Debía venderse a 27 como promedio y se está cotizando a 32 soles. Las amas de casa no salen de su asombro.

Cada vez que Toledo mete con Camisea las cosas le salen al revés.

Nuevamente estamos en el gran bonetón.

La rebaja realmente producida es casi tas con tas la del selectivo al consumo.

La diferencia CIF-FOB, importación-exportación, debería representar por si sola un 20%, o sea más de 4 soles para el productor.

Pero están culpando a los envasadores por no ajustarse. Y ellos contestan que no tienen margen y que no aceptan que les trasladen 4 soles del prometido recorte de 7.

Aquí estamos, por cierto, ante una suma de enredos y de intereses no confesos:

Como las mineras, Pluspetrol no quiere reconocer que está sobreganando con el auge de los precios mundiales, sólo que en su caso los paganos somos los que le entregamos la concesión. Este es el significado de la fórmula “todos deben mojarse”, que equivale que la corrección del precio tramposo de paridad con importación, debe hacerse de la mano con esfuerzo del estado (impuestos) y del margen de comercialización (que no es precio internacional)

De paso la trasnacional está apretando para achicar el número de envasadoras y distribuidoras y extender condiciones de monopolio u oligopolio a este campo.

¿Y los consumidores?

Bien gracias.

No tengo ninguna duda que el meollo del asunto del precio del gas es la intervención de la empresa explotadora de Camisea y la ley de hidrocarburos que les permite vender el combustible obtenido en el país a precios internacionales. La máxima viveza era hacerlo como importado con carga de aranceles, fletes, seguros, que no se pagan.

Pero la burla sigue en marcha cuando en toda la batalla del precio del gas, Pluspetrol baja apenas un sol y empieza a echar la culpa a otra parte. Y quién señala con el dedo al mayor tramposo, ¿quién?

15.07.05

El gas de Aldo M.

El monje loco
Un dinosaurio austrotrostko que pulula por la web ha salido a chantar temerariamente supuestos seudónimos (¿?). Debe estar loco o fumado. En todo caso, aquí se habla de frente, estimado gallinazo, vienés y fresco. Es que siempre los trotskos fueron los nerds excéntricos de la izquierda...

Chiquitas, diario “Correo” 5 de julio de 2005

I

Como siempre, el director de “Correo” empieza hablando de gas y termina atragantándose de adjetivos.

Culpó a Carlos Malpica, Daniel Estrada y otros de haber impedido el inicio de las obras de Camisea en 1988, intimidando al intimidable de Alan García.

Como si los libros e investigaciones del primero, y los discursos inflamados del segundo en la plaza del Cusco, hubieran decidido el gobierno del Perú en los 80.

Y se calló en diez mil idiomas sobre porqué el gobierno de Fujimori (“que se malogró porque se hizo populista en 1998 …”, según otra de sus historias de consolación), fracasó una década después en firmar el contrato con la misma Shell, cuando Malpica ya estaba muerto y la izquierda se había reducido a su mínima expresión.

De eso tenía que hablar, si es que gallinita habla realmente de frente, como dice.

Pero no.

Como ocurrió con el asunto de la privatización del agua se salió por la tangente. Y ahora deberíamos responderle sobre dinosaurios, trotskismos y nerds excéntricos, porque se le ocurre. Que no joda.

II

El domingo último, Aldo M., bajo los efluvios de su más grande triunfo: “conseguir con algunos titulares que baje el precio del balón de gas licuado de petróleo, sin tener que bloquear una carretera o hacer una huelga”; se sintió en la obligación de atacar a la izquierda por uno de sus peores pecados, haberse opuesto al contrato con la Shell a finales de la década del 80.

De esta manera podía decir que él crítica a las transnacionales cuando se debe, y que además se da el lujo de pasar factura a la izquierda que friega los contratos y luego denuncia que no se cumplen.

Por eso no los trago, dijo con profunda filosofía, al cerrar su nota denominada: “Camisea: lo que nos costó la izquierda en 1988”.

Pero en paralelo con la edición del diario, circuló en la web una reproducción de la misma columna a cargo de un supuesto Rodrigo Quevedo, con el título de “Excremento rojo jodió al Perú en 1988”, en el mejor estilo de Andrés Bedoya Ugarteche.

Y Aldo M., chilla que ese no es él, sino uno que lo piratea. Qué va. Alguien de su nivel ocupándose de los artículos que pululan en la red. Y escribiendo respuestas de un día para otro para responder tonteras de trostkos dinosaúricos. Jamás. Ni loco ni fumado, que el chico sabe lo que significa.

III

Humberto Campodónico, otro de los dinosaurios excéntricos que saca roncha a Aldo M., reveló hace algunas semanas el misterio del precio del gas que se distribuye en galones para uso doméstico.

A pesar que hace meses que se viene exportando el gas a otros países por el excedente que genera Camisea, los cándidos peruanos seguíamos pagando como si se tratara de un producto importado. El saldo era que el margen de Pluspetrol al vender internamente era superior al que obtenía por exportación.

De este análisis impecable salía una doble conclusión: (a) que el gobierno y las reguladoras están pintadas en la pared, y las trasnacionales pueden estarnos estafando de la manera más grosera hasta que alguien se atreva a denunciarlas; (b) que el “efecto Camisea”, no tiene nada de automático, y el aumento de la oferta de gas licuado y la introducción del gas natural no garantizan nada respecto a los precios monopólicos.

Aunque no lo digan, la denuncia de Campodónico, originó poco a poco la campaña para que el gas licuado baje de precio, “siquiera un poco”. Y lo que se logró es que el gobierno quitara los impuestos al producto, las distribuidoras ajustaran su margen, para que, por fin, el consorcio Camisea, liderado por Pluspetrol, aceptara ponerse al nivel en que vende el producto al exterior. Léase bien, no al costo de producirlo en el Perú, con un margen razonable de utilidad, sino al de especulación internacional (antes estábamos encima de eso).

Ahora esta pequeña victoria la reclaman La República, Waisman, del Castillo. Y por supuesto, Aldo M., que por primera vez hizo algo bueno, pero, fiel a su estilo, exagera el resultado, niega a los otros, y emprende una subcampaña contra la izquierda, Mohme, el vicepresidente, el APRA, para que no lo vayan confundir.

IV

Así como ha bajado el gas, puede bajar el precio del arroz, del azúcar y de no sabemos cuántos productos agropecuarios más, es la nueva campaña de “Correo”. Con más titulares de prensa lograremos el milagro de abaratar la vida a los peruanos. Y de dejar sin mercado a los productores agrarios nacionales y tragarnos los excedentes subsidiados de Estados Unidos y otros países.

Lo malo de Aldo M., es que se le nota la intención fácilmente.

Los productores agropecuarios no están sacando riquezas del fondo de la tierra, alterando la vida de los que estaban en el sitio mucho antes que lleguen las mineras y petroleras, para dejar luego un hueco vacío junto a la vieja y a la renovada pobreza, que es la fuente de los conflictos nacionales.

Ellos nos están alimentando y dando uso a la tierra productiva, habiendo logrado conquistar, después de mucha puja con los gobiernos, protecciones en frontera que permiten reducir las distorsiones del mercado internacional.

Eso es lo que quieren traerse abajo con el TLC y a lo que contribuye la nueva campaña de “Correo” dirigido por Aldo M.

V

Hablemos algo de la forma como las transnacionales construyen mercado en el Perú:

Pluspetrol, logró del Estado una cláusula que prohíbe construir nuevas hidroeléctricas que pudieran aumentar la oferta energética y afectar sus precios de venta en el país. Pero apenas surge la idea de venta rápida, a través de un gaseoducto para exportar a Chile, se empiezan a ajustar los planes para liquidar las reservas al más corto plazo, no importando lo que vaya a pasar con la gente que se enganche al nuevo sistema.

Es lo mismo que pasa en el aeropuerto donde LAP, ha eliminado legalmente cualquier competencia con un contrato que no permite construir nuevos terminales a 150 kilómetros a la redonda de la capital, a pesar que se están retrasando las obras de construcción de la nueva pista y que el Jorge Chávez está metido cada vez más incómodamente en la zona urbana.

Telefónica recibió en el contrato de privatización condiciones explícitas de monopolio para poder recuperar su inversión inicial (compra al Estado), que equivalía a autorizarla a extraerla del lomo de los usuarios. A las eléctricas les ordenaron no concentrar más de un porcentaje de la potencia eléctrica del país para evitar posiciones dominantes y para eso descuartizaron Electroperú, pero ya hay dos empresas extranjeras que superan el tope legal (Endesa de España y Tractebel de Bélgica), pero funcionamos de lo más tranquilos.

Lo mismo quiso hacerse en hidrocarburos, pero Repsol-IPF, asociados internacionalmente con Pluspetrol tienen actualmente un dominio mucho mayor al que tenía la IPC hace 40 años. Y están detrás de la venta de la refinería de Talara y la desaparición de lo que queda de Petroperú, con el apoyo entusiasta de Aldo M., para acrecentar su control sobre los precios.

En agua potable, la derecha económica, política y periodística, con Aldo M. en la pelotera, promueven la privatización, a sabiendas de estar alentando el más odioso e incontrolable monopolio, que impondrá sus condiciones a partir del producto más sensible de todos.

Cuando el agua cueste lo de Chile, o los montos que desataron las revueltas de Cochabamba, Tucumán y El Alto: ¿promoverá Aldo M., una mesa del gobierno, el congreso, la transnacional y los minoristas, para bajar un poquito el precio?

VI

En el 2004, me invitaron al programa de César Hildebrant, para debatir sobre el TLC y me informaron que el otro invitado era Aldo M., que entonces era subdirector del diario “Expreso” y todavía no se hacía entrevistar “en su despacho”, como empezó a hacer cuando llegó a “Correo”.

Horas más tarde la productora del programa se comunicó conmigo para decir que el susodicho se retractaba de participar y que había recomendado al importador algodonero, Gonzalo Prialé, para que lo reemplace. Acepté de cualquier modo, aunque es siempre difícil calibrar la seriedad analítica de las ideas de alguien que tiene intereses muy concretos en el tratamiento de un problema.

Este año se repitió el asunto con una invitación de radio San Borja, que es lo que motivó la lapidaria frase: “no gasto pólvora en gallinazo”; no la gasto, por supuesto, cuando me puede contestar. Pero como buena gallina insulto desde “mi periódico”, sin dar oportunidad a la contestación.

Querido Aldo, ya van varias veces que te recomiendo, si quieres que la gente entienda tus columnas y las chiquitas que escribes en los taxis, publica la opinión contraria. No hables de lo que dice en la web Percy Aquino, que los lectores que le quedan a “Correo” probablemente no conocen y no te vaciles en ironizarlo, que nadie te entiende. Lo mismo has con el trotsko misterioso, vienés y fresco, al que dedicas tanta tinta.

Sólo así te podrán creer que en tu diario se habla de frente. Cara a cara, es decir.

Si no haces eso: ¿con qué derecho te quejas que otros te veten en su programa?

VII

Evidentemente Aldo M., no sabe nada de Trotski, de trotskos y trotskismo. Y yo no voy a ser quién le enseñe a estas alturas.

Debe ser que el nombre con la t, la s y la k, de la palabra rusa, le parece rarísimo, kirsch, o qué se yo. Por eso tanta insistencia en la excentricidad.

Pero yo he estado trabajando desde hace tiempo, quizás antes que naciera Aldo, que tiene complejo de chiquito, en temas de interés nacional: agricultura, petróleo, minería, pesca, agua potable, aviación civil, privatizaciones, modelo exportador, TLC, deuda externa, microempresas, microcrédito, descentralización, presupuesto participativos, corrupción, etc.

Y cada una de mis investigaciones está plasmada en libros y una larga lista de ensayos y artículos periodísticos.

No sé que tenga de excéntrico todo esto. Y téngalo, todos bien por seguro, no me los dicta ninguna internacional trotskista ni maoísta, ni tampoco neoliberal, fondomonetarista, privatista, etc., que también existen.

Escribo lo que escribo porque creo en las posibilidades de mi país. Que no es lo mismo que gritar si podemos, cuando los únicos que pueden son las transnacionales mineras y de servicios, y las empresas y medios relacionados con ellos.

Por eso es además que enfrento la intención insana de manchar la memoria de los peruanos que defendieron la soberanía y el patrimonio nacional.

06.07.05

El cuento de Camisea y los malos de la izquierda

En la era de los seudónimos y criptónimos, que permiten decir no me refería a ti sino a otra persona, Aldo M., participa de la lista “Chimú”con la españolísima chapa de Rodrigo Quevedo, y en el propósito obvio de poder colgar las columnas en las que “pega duro” a la izquierda, de la que vive tan obsesionado, imaginando seguro que este debe ser uno de los últimos reductos rojos que le queda por liquidar, después de haber obligado a Javier Diez Canseco a emigrar hacia la competencia.

Aquí circuló por eso el sesudo manifiesto “porque nunca fui izquierdista” (porque no me gustaba que gritaran en el patio de la universidad; porque leí a Bertrand Russell; porque nunca entendía a los inteligentes que creían en imbecilidades; etc.), pero dado que la mayoría de colisteros no compra ni lee “Correo”, se armó la confusión y se pensó que un tal Rodrigo Quevedo, del que nadie ha oído hablar, se le había ocurrido porque sí contarnos una ridícula biografía antiizquierdista, que a nadie le interesa, solamente para poder explicar porqué había renegado del trabajo intelectual de su abuelo. Porque a Aldo M., lo que lo hace famoso es el abuelo, y nada que haya hecho, ni siquiera escupir sobre el; en cambio de Rodrigo Quevedo todos se preguntaban, ¿quién será?

Ahora, sin embargo, aprendiendo del error, tenemos fotito coqueta en colores del susodicho, para que se sepa, sin lugar a dudas, quién es el autor de su nuevo opúsculo que en versión prensa se denomina “lo que nos costó la izquierda en 1988”, y en la de Internet: “excremento rojo jodió al Perú en 1988”, que demuestra, de paso, que el verdadero maestro del impúber es el veterano coprolálico que escribe los días jueves en su periódico, y que él dice que mantiene por “pluralidad”, para que dé rienda suelta a sus resentimientos racistas. El “excremento rojo” al que se refiere nuestro personaje, está integrado por Carlos Malpica, Daniel Estrada, Gustavo Mohme, Alfonso Barrantes, Manuel Dammert y Javier Diez Canseco, la mayoría de ellos muertos y sin posibilidad de defenderse.

La poderosa izquierda de 1988, no tenía arte ni parte en el poder ejecutivo, ni mayoría de congreso, ni había gobiernos regionales en el país. Estábamos enfrentados duramente con García. La pregunta es: ¿cómo hicimos para amarrarle las manos para que no firme?. Los argumentos regionales de Estrada (necesidad de una planta de tratamiento del gas en el departamento y de una integración energética que impulse la industrialización del sur), y las objeciones nacionalistas y económicas de Malpica (generación de valor agregado en vez de exportación bruta, participación del Estado en el proyecto, mayores regalías e impuestos para los inversionistas), nunca han sido discutidos seriamente por los tontos que creen que por repetir que la izquierda es culpable de la demora de Camisea, van a matar de un solo tiro a la izquierda y a la posibilidad de opinar sobre los proyectos de interés nacional.

Aldo M., además, nunca se molesta en explicar porqué el gobierno de sus amores rompió nuevamente, en 1998, el trato con la Shell y postergó otra vez el inicio de la explotación del gas. ¿Tuvo alguna culpa la izquierda que casi no existía en ese momento?, ¿se izquierdizó el propio chino?, ¿se populistizó? Por cierto, todo no era tan fácil como firmar el contrato para que Shell nos resuelva todos los problemas, como fantasea el pequeño. Hasta Fujimori que no fue especialmente escrupuloso en su trato con el capital extranjero, advirtió que la empresa anglo-holandesa, quería trasladarle al Estado la seguridad de un mercado cautivo como el de Lima y gastar en el cambio de sistemas, porque desconfiaba profundamente tanto de la opción puramente exportadora de los gobiernos, como de los reclamos de generar nuevo mercado en el sur, debido a la baja capacidad adquisitiva de la población.

Al final, el modelo Pluspetrol, aceptado por Paniagua Silva Ruete, es casi el mismo que Shell, pero con mayor descuido ambiental, ahorros de inversión que afectan al país y obligaciones financieras que recaen sobre el Estado peruano. Como el propio “Correo” ha dicho hace algunas semanas, el primer año de la era del gas no se ha sentido en absoluto, porque ni siquiera nos estaban vendiendo el GLP como producto peruano. Y a pesar de estar exportándolo, lo distribuían nacionalmente como si fuera de importación, o sea más caro que al extranjero. Hasta que caímos en la cuenta. Aldo M, por supuesto, está que no cabe en él, por haber llevado junto al payasito Waisman la campaña para que baje el gas. Y han logrado que el gobierno retire impuestos, que los distribuidores se ajusten, y que los productores que se llevan la parte del león contribuyan con dos soles de los siete que se espera se corrijan en el mercado. Es decir el efecto Camisea sigue siendo ínfimo. O nulo como ocurre en la electricidad. Y hasta podría ser nefasto si insisten en la bárbara idea del anillo energético para Chile.

Entonces: ¿quién retrasa el desarrollo? Los que discuten las decisiones nacionales y aportan criterios como lo hacía regularmente Carlos Malpica, o los que como Silva Ruete, aplican el “como sea”, si es con gringos (aunque sean argentinos) es bueno, y dañan las posibilidades de que el país haga uso atinado de sus recursos naturales. La izquierda de 1988 no es responsable del 20% de riqueza adicional perdida en 15 años, que afirma Aldo M., es el dato que le ha soplado un Centro de Investigación, el mismo que dice que con el TLC no se afectará el precio de la medicina. Es decir que “investiga” lo que conviene a las trasnacionales. Pero la derecha si es responsable de muchísimas miserias de nuestro país. Para empezar de haber acompañado al gobierno bandido de los 90 y haber empujado el proceso de la privatización, de donde se pagó la más gigantesca corrupción de nuestra historia. ¿Cuánto por ciento de riqueza se destruyó en esos años?, ¿y dónde estaba Aldo M., en ese entonces cuando ya no era tan jovencito?. Puedo decirle, en cambio, donde estuvieron todos los hombres a los que insulta aún después de muertos, y verá que ninguno de ellos se equivocó con lo que significaba la dictadura de esos años, que no empezó en el 98, cuando, según el director de “Correo”, hubo una “farra populista”, que sólo él vio.

Lo importante es además que insiste en el modelo pasado. Y cuenta historias como las de Camisea para engañar a las tribunas acerca de quienes son los que han tenido la manija y han llevado al país adónde está. Claro, si privatizan Sedapal yo propondría que la cañería que lleve agua a la casa de Abel Cruz, se llame Aldo M. Así lograría lo que más le interesa en la vida: llamar la atención.

4.07.05

El video de Torres Caro

Ya sólo falta la Pinchi Pinchi y el respectivo video en alguna salita de muebles mullidos, con el nuevo héroe de la gobernabilidad, Carlos Torres Caro, recibiendo la suya para que el país no se desestabilice. Porque ya tenemos a Del Castillo en el papel de Marcenaro y a Cabanillas en el de una Martha Chávez envejecida, saludando el gesto democrático de pasarse al bando del ganador aún antes de juramentar el cargo.

Hay tanto del 2000 en el 2006:

(1) en la actitud concertada de los medios para blanquear al APRA que ahora parece una asociación benéfica y para mantener la puntería centrada en el perdedor de la elección, como el enemigo que acecha y contra el cual hay que preparar la parte dura del Estado, a la manera que sugieren Giampietri y Benedicto Jiménez:

- Señor ministro, ahora que Torres Caro ha renunciado a UPP, ¿se están tomando las precauciones debidas ante la posibilidad de una asonada en el sur?; pregunta de prensa al ministro del interior ayer después del medio día.

- La policía está preparada para cualquier contingencia.

(2) en el intento de construir una mayoría parlamentaria para el que no la obtuvo en las urnas, cubriendo la operación con palabras engolosinadas como gobernabilidad, estabilidad, que supuestamente estarían a punto de quebrarse por parte precisamente de quién era el líder de su movimiento hasta hace apenas tres días.

(3) en la santificación de los tránsfugas como los hijos pródigos del violentismo: ayer Kuori y los chakanistas que desertaron de Toledo cuando este representaba la resistencia a la dictadura y el fraude; hoy Torres Caro y sus secuaces que abandonan a Humala, como si el voto que los ha colocado en el Congreso no fuese un mandato para defender un programa determinado y para cumplir con sus votantes.

(4) el gobierno de turno frotándose las manos y diciendo que no tiene nada que ver en lo que está pasando, que es puramente espontáneo.

(5) el país sospechando de un arreglo secreto de dinero y/o alguna otra prebenda, hasta que las pruebas vayan saliendo.

Sólo en el clima artificial de la ciudad de Lima, de sus medios embrutecedores y del abrazo entre los partidos tradicionales, empresarios y oportunistas de toda la vida, se puede uno imaginar que un país se hace más gobernable burlando el sentido de la votación y sumándose al bloque anti-Humala que se construyó en las elecciones.

Cinco años discutiendo el transfuguismo, declarado como símbolo de la corrupción política, con varios proyectos de ley orientados a hacer perder la representación a aquel que da la espalda al partido por el que fue elegido, y de pronto ante un brote de la peor modalidad de voltereta política que es cambiar de bando apenas acabadas las elecciones, tenemos a medio mundo saludando la “valentía”, el “gesto democrático”, “bienvenido Torres Caro”.

Pero lo peor es el espíritu de soplón del nuevo Judas de la política peruana. Que se vienen huelgas, marchas, tomas de carretera, como si no supiera que esas cosas iban a venir de todas maneras, con Humala o sin Humala, si Toledo y García fuerzan lo del TLC. Y si sigue intocable el modelo económico tal cual, como lo están sugiriendo desde Washington y lo está cavilando el presidente electo al buscarse un ministro de economía de esa filiación. Lo que está haciendo el tránsfuga es culpar a su jefe de la víspera por los efectos sociales de la política que el APRA se propone llevar adelante desde el poder. Porque todos saben que habrá resistencia. Con millones de votos por el cambio, radical o responsable, imaginen lo que puede pasar, si empezando por el TLC, no petrificamos en el no cambio.

Torre Caro es un pobre diablo, ciertamente, que toma aires de quién está decidiendo el futuro del país. Es idéntico a varios que ahora están en la cárcel.

13.06.06