Tiene razón don César Lévano cuando señala que el mensaje,
no tan oculto, de la primera dama que habla al salir del Hotel Westin, sobre
sueldos de ministros, maestros y remuneraciones mínimas, era su alineamiento
con el ministro de Economía, aún a costa de un nuevo desplante sobre el
fantasmal premier Villanueva.
Si como dicen por ahí la expresión corporal y el modo de
hablar, revelan a veces más que las palabras, habría entonces que agregar que
la Nadine del jueves no era la mujer sonriente y fluida de otras ocasiones,
sino una persona desencajada y agitada que hacía largas pausas entre las
palabras, como si tuviera que pensarlas demasiado.
Dicho de otro modo, denotaba inseguridad y eso hace pensar
aún más que Castilla le pidió que sacara la cara por sus temas: que el
aumentazo no era sólo cosa suya y que la CONFIEP no debe alarmarse por el
salario mínimo porque el gobierno no está ocupado del asunto. Muchos han dicho
que estos no son tópicos para una consorte presidencial que aparece hablando a
nombre del presidente ausente del país. Pero quizás lo más notable era que lo
dicho no tenía nada que ver con aclarar los puntos o darles algún sustento,
sino subrayar que la versión del MEF era la correcta por cualquier cosa que
pudiera declarar otro ministro.
Pero su inseguridad evidente, muestra que la presión del
mechoncito ya le está tocando los nervios. El continuismo neoliberal ha dejado
de ser una táctica de duración, para neutralizar a empresarios y medios de
comunicación que se le venían encima, y asegurarse algunos fondos para
programas sociales que creen que les garantizan una base social entre los más
pobres. Ahora Nadine tiene que hacer de aprendiz de lo que no entiende: por
ejemplo, que los ministros no pueden ser comparables salarialmente con los
maestros (25 sueldos promedio de maestro equivalen a un solo ministro), o que
el salario mínimo y los sueldos bajos traen inflación cuando se les aumenta,
pero no los sueldazos de la alta burocracia.
Probablemente, Ollanta se ha borrado del país para no hacer
el papelón de explicar lo inexplicable y para no hacer visible que no sabe
decirle que no a su verdadero jefe de gobierno. Pero la primera dama, que
estaba de lo más bien cuando se mantenía en silencio, no pudo sobreponerse a la
seducción del ministro de Economía, a pesar de que era muy fácil que
respondiera que esos eran asuntos que debían responder los que decidieron el
aumentazo. ¿o es que ella también tuvo que ver con la decisión?
Es seguro que García le va a encontrar un ángulo de “reelección
conyugal” a este incidente. Pero si fuese cierto que así quiere Nadine ganar
votos, habría escogido el peor camino. O lo que quiso es decirnos simplemente
es que ella manda, y lo demás no importa.
23.02.14
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