Si el presidente del Tribunal de la Haya hubiera estado sólo
para resolver el diferendo sobre frontera marítima Perú-Chile, su fallo le
hubiera dado la razón a los chilenos en un 100%. En dos votaciones cruciales:
acerca de si el límite siguiendo el paralelo se extendía hasta la milla 200,
como planteaba Chile y si a partir del punto B (milla 80) se trazaba la
bisectriz que Perú pedía que se iniciara en la costa, el señor Peter Tonka y
otros 5 magistrados votaron en minoría. Una mayoría de diez permitió que
nuestro país sacara “algo”, como dijo Alan García, que después el gobierno y
los agentes diplomáticos convirtieron en una “victoria” sin fisuras, con el
sencillo expediente de cambiar el objetivo de la demanda que pasó de la fijación
de la frontera y el punto de referencia a una inflada cifra de mar “recuperado”,
a gran distancia de la costa.
Cinco eran las votaciones centrales de La Haya; (a) si el punto de inicio de la frontera arrancaba
del hito Concordia o de la paralela que pasa por el hito Nº 1; (b) si había o
no una frontera concordada por los dos países, que seguía la línea paralela de
la costa hacia alta mar; (c) ¿cuál era la extensión del paralelo, si 200 millas
o cualquier otro número que decidieran los jueces?; d) si se trazaba la
bisectriz al final del paralelo, en el llamado punto B (80 millas); (e) si se
reconocía el “triángulo exterior” como parte del mar peruano. Tonka votó por
Hito Nº 1, “frontera tácita”, por paralelo hasta las 200 millas, ninguna
bisectriz y por no pronunciarse sobre el triángulo exterior. Participó en una
virtual unanimidad de los votaciones (a) y (b) en el sentido de la posición
chilena, fue minoría en (c) y (d) que otorgaron premio consuelo para Perú, y
volvió a ser casi unánime en la decisión de dejarle al Perú resolver su reclamo
de dominio sobre el “triángulo exterior”.
Se ha hablado mucho de la versación jurídica de los jueces
que no sólo haría sabios e irrevisables sus fallos, sino que impediría
discutirlos, como ocurre hoy. Pero si fuera así habría que preguntarse entonces
cómo resultó tan débil la posición peruana que no pudo convencer en ningún
punto al presidente de la Corte y que sólo logró ventajas parciales en el marco
de una sentencia general que se ajusta a la posición chilena. Es verdad que
ahora estamos descubriendo que anteriores gobiernos y conductores de la
política internacional construyeron un escenario desfavorable al país del que
no hemos podido liberarnos a la hora de buscar una solución de derecho. Muy
pocos quieren aceptar el duro balance de lo ocurrido y cómo fue que nos
entusiasmaron con un fallo que se venía casi seguro y que al final casi
perdemos a cero.
02.02.14
1 comentario:
Y si los chilenos coimearon ? Por si acaso lamentablemente ese tripo de cosas pasan en TODOS lados
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