martes, julio 31, 2012

El Consorcio contraataca

Ahora sí. Las peores sombras se están cerniendo sobre Perupetro y la política sobre el gas natural. No estábamos despistados cuando ya hace más de un mes pusimos a la vista el juego de poder que se dibujaba entre el ente estatal encargado de supervisar los contratos de hidrocarburos y el Consorcio encabezado por Pluspetrol, que aparte de las discutidas ventajas del negocio exportador donde se forzaron las leyes y los principios para favorecerlo, ha estado estafando al país y a la región de Cusco al desviar sus barcos en alta mar y dirigirse a destinos distintos a los declarados dejando de pagar regalías por los mejores precios obtenidos, mientras el ministerio de Energía y Minas era afectado por una extraña neutralidad que le impedía a intervenir en el caso. Como todo eso estaba cruzado en el tiempo con la declaración que el presidente Humala hizo en marzo que “por fin” se había recuperado las reservas embargadas del Lote 88, que ahora se destinarían al mercado nacional, se hizo evidente que la carta de demorar cualquier avance en este punto, era el elemento más fuerte con que contaba el Consorcio para discutir sus diferencias con Perupetro.

Puntualmente exhibimos a todo el país una secuencia de comunicaciones que revelaba como había sido el pulseo entre el consorcio y la supervisora: el 4 de mayo, la gerente general de Perupetro, Isabel Tafur Marín, se dirige al Consorcio Camisea para señalar que una auditoria internacional ha detectado los cambios de destino no declarados que configura incumplimiento del contrato y concluye comunicando: : “su intención de dar por terminado el contrato al término del plazo de sesenta (60) días… salvo que dentro de este plazo el referido incumplimiento sea subsanado …”. Esta carta no es contestada, pero el día 8 de mayo, el Consorcio remite otra misiva a Tafur Marín sobre el tema del Lote 88, para decirle: “…los licenciatarios del lote 88, estarán en posibilidad de realizar la modificación del Contrato de Licencia Lote 88, sujeto a y después de que todos los actores involucrados negocien y celebren las necesarias modificaciones a los contratos de venta de gas que los vinculan con Perú LNG SRL... y los acuerdos que establezcan el compromiso de dedicación de reservas y provisión de gas natural del lote 57, con Repsol Exploración del Perú, …”.

Después de declarada la “recuperación”, Pluspetrol pasa a hablar de la “posibilidad de realizar modificaciones al contrato” y eso en el contexto de una exigencia a pagar lo evadido, a lo que se suma una larga ruta para que los consorciados se pongan de acuerdo entre sí. Ese mismo día (8 de mayo), el Consorcio se reúne con los directivos de Perupetro y deciden dejar sin efecto la primera comunicación (4 de mayo), y trasladar el caso a un Comité de Conciliación. Ahora, en medio del cambio de ministros que no abarca Energía y Minas, parece que el ministro Merino Tafur ha abandonado su falsa neutralidad y ha echado al presidente de Perupetro, Aurelio Ochoa, que en acto casi de despedida ha recordado su controversia con el Consorcio, y dos días después ha reemplazado a la gerente Isabel Tafur que había ocupado el lugar de Ochoa, por la directora de hidrocarburo del MEM, totalmente dependiente del ministro Tafur y de su viceministro de Energía, Luis Ortigas.

¿Y alguien creerá que estas cosas pasan, porque no va a pasar nada, y se va a cobrar al Conosrcio Camisea lo que debe?

31.07.12
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lunes, julio 30, 2012

La derecha y Humala


Como ocurre cuando se habla de la izquierda y su relación con el régimen encabezado por Ollanta Humala, que normalmente pasa por la frase de que no hay una sola izquierda sino varias izquierdas con miradas y proyectos diferentes, unos que nunca se asociaron con el comandante, otros que hicieron un pacto puramente electoral y otros (principalmente intelectuales) que lo acompañaron al diseño y luego fueron dejados de lado; de la misma forma habría que admitir que lo que llamamos derecha tampoco es un bloque homogéneo, ni sus respuestas a diversos problemas son equivalentes. O sea hay varias derechas en vez de derecha.

Tal vez lo más obvio sea recordar la escisión que aparece el año 2000, cuando en el curso de la crisis electoral surge una oposición liberal al fujimorismo, que no se había manifestado en diez años, salvo voces aisladas, y se alía con parte de la izquierda para lo que se llamó “transición democrática”. El producto de este proceso fueron los gobiernos de la primera década de los 2000, cuyos candidatos fueron derrotados por Humala y Fujimori en la primera vuelta del 2011. Esa tampoco es una sola derecha, como que hubo tres candidatos que quisieron expresarla en la última elección y el llamado postrero de Toledo para unirse con retiros de aspirantes para frenar a lo que parecían dos extremos, no fue escuchado. En la segunda vuelta, además los supuestos demócratas se dividieron en dos direcciones, unos que otorgaron la prioridad al modelo económico y apostaron abiertamente por Keiko y otros que dijeron que había peligro para la democracia y se agarraron de Humala.  

Cualquiera puede recordar que la derecha que venía de romper con Fujimori, encabezada por Toledo, pero que incluía al APRA, PPC, Castañeda, Andrade, Olivera y otros, dominó el escenario durante las elecciones del 2001 a través de la cuales se iniciaba la post-transición, Mientras el fujimorismo casi se había borrado de la escena y la antigua izquierda estaba tan débil que tuvo que pedir espacio en listas ajenas. Cinco años después había nacido un nuevo actor bajo la forma de una izquierda nacionalista encabezada por el comandante en retiro Ollanta Humala, que se inspiraba en un gesto político de rebelión en octubre del 2000, con el que señalaba no sólo su oposición a Fujimori y la prolongación de su poder, sino las negociaciones de los partidos y el gobierno saliente para darle una fórmula de solución a la crisis. El hermano del rebelde Locumba, el hermano del sedicioso de Andahuaylas que justificó que se reclamara la renuncia del presidente Toledo en el año nuevo de 2005, se convirtió en un fenómeno político nuevo al generar grandes manifestaciones en todo el país donde la gente iba para conocerlo.

Humala se apoderó de un discurso radical, más a la izquierda que la izquierda,  y promovió un partido y una corriente social de los de abajo y muy abajo, respaldando sus demandas inmediatas y generándoles la idea de la aparición de un líder con las supuestas virtudes del militar: energía, coraje, honestidad, y los sueños del radical dispuesto a cambiar el mundo. Ese tipo pareció la reencarnación de muchos miedos de los sectores dominantes peruanos; por un lado Velasco y la pesadilla de los militares que se tornan izquierdistas, por otro lado Chávez y las nuevas izquierdas gubernamentales latinoamericanas, que vienen de diversos orígenes, pero invariablemente de fuera de las estructuras de los partidos tradicionales y están encabezados por caudillos mesiánicos e inspirados que andan buscando vías que se suponen alternativas. 

Por estas razones, la derecha quebrada el 2000, se tuvo que tragar varios sapos y juntarse de emergencia seis años después y aceptar que en aras de la “democracia”, el fujimorismo adquiriera un lugar en el frente “todos contra Ollanta”, que sirvió para elegir a Alan García. Para algunos la lección era clara, si en nombre del peligro mayor se habían podido olvidar los pecados de Alan García, porqué no podían comenzar a diluirse los de Fujimori, e incorporar a su partido en el nuevo orden de los 2000. Para otros, como se vería más tarde, el regreso del fujimorismo representaba su negación política. Por eso las diferencias que volverían a brotar en la disyuntiva del 2011, cuando Humala se presentó como un mal menor frente al regreso de los hombres y mujeres de la dictadura. Para unos esto era admisible si el candidato definía compromisos de continuidad en política y economía, para otros no había garantías suficientes para entregarle el poder y era mejor volver atrás recordando que no todo el fujimorismo era malo y que ellos en buena cuenta habían hecho continuismo en muchos aspectos. Un fujimorismo dentro del juego de partidos ya parecía una cosa natural, sobre todo después que el APRA los tuvo tan cerca en su segundo gobierno.

Nadie podrá medir exactamente el significado matemático del endose de Toledo y Vargas Llosa en el resultado final de la votación nacionalista, pero es cierto que estas definiciones tuvieron una enorme influencia en el ánimo general para crear una polaridad política en el sentido de hacer lo posible para que no regresaran al poder los depredadores de los 90. Es decir hubo una derecha o centroderecha que puede legítimamente reclamar como propio el resultado del 5 de junio del 2011, pero que no es precisamente la que más ha logrado influir en las decisiones posteriores.


HUMALA EN EL PODER

Al comenzar el gobierno de Ollanta Humala todo parecía claro: contaba con la legitimidad electoral y el apoyo de los principales movimientos sociales organizados; tenía suscrita una alianza formal con la izquierda al comienzo de la primera vuelta, y un pacto de cogobierno con el toledismo y sus aliados de centro derecha en la segunda, así como con diversas fracciones políticas organizadas en muchas regiones cuyos líderes integraban sus listas parlamentarias. En conjunto todo este universo configuraba una mayoría política difícil de discutir. Además tenía los votos para dirigir el Congreso. Una influencia de la que todos hablaban en un sector de los mandos de las Fuerzas Armadas, especialmente del Ejército,  que por lo menos era más directa y significativa que la de sus predecesores inmediatos. Medios estatales que podía orientar de acuerdo a sus objetivos y una cierta prensa que lo había acompañado en la victoria y que estaba en el apogeo de su influencia.

Ollanta podía mover masas en Lima y sobre todo en el interior del país, para hacer sentir su fuerza ante cualquier intento de desestabilizar a su gobierno.  El país había votado un tercio hacia la izquierda, y unos dos meses después sobre el 50% por un gobierno de centroizquierda, que a diferencia de otras ocasiones sería más de corte izquierdizante (no tanto de partidos, como de tendencia ideológica-política) que de centro, pero obligado a sujetarse a ciertos límites que fueron los que se definieron en la llamada “Hoja de Ruta. Pero nada de esto fue lo que ocurrió. Entre junio y julio de 2011, en un juego de silencios y evasivas muchísima gente se sintió ya parte del nuevo gobierno. Mientras Humala había decidido armar un muñeco propio, ni de izquierda, ni de derecha, ni de centro, pero sí con algo de cada cosa, donde él ponía el sello final a la mistura. Había convocado a Salomón Lerner para primer ministro, lo que parecía un gesto amable hacia los empresarios, tanto por la propia condición de tal del convocado, como por su don de gentes y espíritu apaciguador.

Pero parece que no fue suficiente o los gremios de la empresa decidieron probar que tan fuertes eran, porque pasaron a reclamar veto sobre el nombre del presidente del Banco Central de Reserva y del ministro de Economía. En la medida que se sintió más presionado el presidente electo se aisló aún más de su entorno y empezó a cavilar soluciones, donde el centro parecía ser evitarse confrontaciones con los poderes que reconocía como reales. De esta manera maduró la idea de mantener en funciones de gobierno a funcionarios del régimen anterior que dieran confianza a la gran empresa de que por lo menos en economía no habría modificaciones que pudieran erizar a alguien. Eso ya no era una alianza con la centroderecha como la germinada en las elecciones, sino directamente un endose al funcionariado tecno-burocrático, con ligazones con los organismos financieros internacionales, la banca y la gran empresa, cuyo tiempo de oro y de poder comenzó con Fujimori y se recicló con los gobiernos post-fujimoristas. Muchos creían que la era de los técnicos apropiados del Estado, que sirven a los fines de la derecha, llegaba a su fin. Pero el primer acto efectivo de Humala para definir su nuevo equipo de gobierno fue anunciar que el presidente del BCR, hombre de confianza del FMI, mantendría el cargo y la política monetaria no se modificaría.

El dato fue celebrado doblemente no sólo por lo que significaba en sí mismo, sino porque reinventaba a un Humala, a muchísima distancia del tipo intransigente que se habían imaginado. Julio Velarde, conspicuo miembro del PPC, redactor del Plan de Gobierno de Lourdes Flores en el 2006, fue escogido por García para la presidencia del Banco Central por una mezcla de consideración política (reconocimiento a la derecha por su apoyo a la victoria) y como garantía de que no haría lo de veinte años antes de farrearse las reservas. Humala lo ratifica más como un gesto proempresarial, que político o técnico. Al final deja que las cosas vayan por donde han venido yendo, con un BCR comprando y vendiendo dólares en el mercado a su real criterio, para conservar una estabilidad relativa, pero con sospechas de grupos beneficiados por movidas muchas veces arbitrarias.

Y, claro que tenían razón, en la CONFIEP y otros gremios empresariales en intuir que a partir del Velarde ya todo era posible. Y tal parece que Humala ya lo tenía así decidido, porque muy pronto se confirmaría que el otro puesto cedido a la gran empresa sería el de ministro de Economía, asignado al  último viceministro de Economía del régimen aprista, el funcionario Miguel castilla, venido de la tecnocracia de los organismos internacionales directamente a los altos cargos del MEF, donde el presidente lo preseleccionó, según se dice, después de escucharlo y admitir que era el primer economista al que le entendía lo que decía. Cualquier duda de que el mensaje era que la transformación que prometía Ollanta, la hoja de ruta que se inventó en las elecciones, la inclusión social que apareció como la palabrita salvadora sobre lo original del nuevo gobierno, cabían con el crecimiento vía concesiones a la inversión privada que había regido en el Perú a lo largo de veinte años y que Velarde y Castilla defienden abiertamente porque está en su ADN económico y político.

Las decisiones de virtual shock político de Humala estuvieron, sin duda, a punto de frustrar el nonato gabinete Lerner. El exjefe de campaña de Humala transmitió de inmediato su renuncia al presidente ante el evidente cambio en política económica que arrastraría impactos en otros sectores. Humala no quiso ceder y buscó a su asesor Luis Favre para que le ayudara transar con su aún no juramentado primer ministro. Eso dio base a un compromiso: Lerner iría al premierato y tendría un paquete de ministros y otros funcionarios (empezó a administrar la herencia nacionalista-izquierdista de las elecciones que había quedado bastante mermada), habría unas bancas para el toledismo y otras para independientes; y a la derecha dentro del gobierno se le impondría limitaciones: directorio progresista del BCR; futuro equilibrio entre el proyectado ministerio de la Inclusión Social y el MEF y otras. Las condiciones referidas a cargos públicos duraron lo que duró el premier, y las de limitación a la derecha tecno-burocrática quedaron en meras palabras.

En relación al toledismo, Humala siguió el mismo libreto, de negociar-transar-olvidarse del asunto. A los nombres que le fueron alcanzados aprobó a los que le parecieron a través de la entrevista, los de menor peso político. De esa forma si el ala “izquierda” estaba colgada de un Lerner que no estaba convencido del paso que había dado y que iba perdiendo confianza en su presidente, tampoco había a su lado un “centro” real con algún tipo de agenda política y capacidad de negociarla. Al contrario, el general Mora no hizo más que un deslucido papel de tramitador entre el Ejecutivo y los militares, y Rudecindo Vega curiosamente decidió jugar a una apertura a los sindicatos, como si esto interpretara a Humala, que lamentablemente duró poco. Finalmente los cargos que faltaban se rellenaron de manera desordenada, a punta de presiones de un lado e inspiraciones. Casos curiosos como el del ministro de Salud, Tejada, al que le entregaron un sector clave para la llamada “inclusión social”, pero que no tenía idea de qué hacer con el sector, del que se dice que hizo migan con Humala por correr juntos en las mañanas en las calles de San Borja. O el del ministro del Interior, el  que llegaría más tarde a primer ministro, y que estaba vinculado al presidente por haber sido su instructor en la Escuela Militar.

El gabinete Lerner que algunos recuerdan como de centro-izquierda o como el de la “incoherencia” por la convivencia de diversos sectores políticos, era en realidad uno mucho más complejo, de izquierda-centro-derecha-independientes, es decir una ensalada armada con demasiados ingredientes, sin ninguna orientación real para poder actuar como equipo. En una parte del gabinete era casi una adivinanza diaria saber adónde quería Humala llevar el barco y qué se esperaba de ellos, lo que derivaría en actos fallidos y autorestricciones. Pero en otra parte el entendimiento era que se les había dejado a cargo de hacer lo que venía de atrás y no para inventar algo nuevo. Para decirlo de otra manera, la izquierda tenía un difuso plan de ganar la gracia del presidente, disputar con la tecnoburocracia y durar en los cargos para no completar su derrota. En tanto que al otro extremo, se iba armando un núcleo duro preparado para absorber el mayor poder posible en el menor tiempo posible. La célula Castilla que al principio tenía al ministro del MEF y al de Vivienda (propuesta del propio Castilla), se amarró con el titular de Transportes, con el que no había problemas ideológicos y que ya había sido copado en los viceministerios y direcciones por personal de gobiernos anteriores, que habían sido actores de las más notorias privatizaciones en el sector. El ministro Castilla a su vez, tuvo la perspicacia para detectar que el “pragmatismo” de Valdez iba muy bien con el continuismo neoliberal y se fueron entendiendo. Todo esto duró hasta crisis de Conga, cuando se vio que la célula Castilla, ya había creado un petit cabinet con Humala. El dispositivo que finalmente forzó la salida de Lerner, dejándolo sin autoridad ante Cajamarca y estaba listo. Y la salida del contemporizador derechizó totalmente el escenario del poder.

Ciertamente quién había introducido la “incoherencia” en la dirección del Estado era Humala con su formidable concesión a los empresarios en el BCR y el MEF. Pero luego, los incoherentes eran los que creían que estaban ahí por representar todavía alguna alternativa de cambio, más lenta, más tortuosa, pero con la que Ollanta todavía tenía un compromiso de fondo. Un gobierno que oscilaba entre el bloque MEF-Interior, y el premier con sus amigos, se desbalanceó completamente cuando el presidente hizo explícito que se iba con los primeros. El camino de la crisis política había quedado abierto. Fuese por las razones que fuese, por ejemplo, simple soberbia, por haber sido desafiado por los cajamarquinos en el tema de la nueva mina de oro, y luego vapuleado cuando intentó un tardío retroceso (suspensión del proyecto); o porque realmente había pactado con las minas al aprobar el llamado “gravamen minero” del que se decía que dependerían las inversiones sociales; o porque lo “convencieron” que el agua puede coexistir con el oro, e incluso incrementarse; lo cierto es que en diciembre de 2011, Ollanta había completado una transición que se inició casi al día siguiente de la segunda vuelta.


EL PAPEL DE LOS MEDIOS

Pero nadie puede hablar de derechas en el Perú, obviando el enorme poder de la prensa.  Algunos opinan que se trata de la verdadera derecha y la que está condicionando la política de los últimos veinte años. El hecho es que en medio de una agonía de las estructuras partidarias, de un caudillismo acrecentado, de un desprestigio estructural de la función parlamentaria, de gobernantes que prefieren evadir a aclarar los temas nacionales, el peso de los medios resulta desproporcionado, sobre todo tomando en cuenta la altísima concentración de propiedad y por ende de orientación que caracteriza a la prensa escrita y audiovisual. En realidad estamos hablando, para Lima, que se entiende de proyección nacional, de cuatro grupos televisivos; uno solo para la radio; tres grupos propietarios de redes de diarios (uno de ellos extendido a la televisión) y de algunos diarios independientes normalmente de menor tiraje. Esta estructura significa que basta entenderse con cuatro o cinco personas para orientar la prensa nacional peruana, como quedó inolvidablemente graficado en los videos de Montesinos.

La dictadura comprendió cabalmente que sin control de prensa no tenía futuro. Por ello los dueños de los medios fueron convocados el día anterior al golpe del 5 de abril para adelantarles lo que ocurriría y las razones secretas de la medida. Por lo mismo se creó el sistema de bolsa de publicidad que dura hasta ahora, que tiene asociado empresas de medición de audiencias y lectorías, y que subsidia grotescamente a los medios. Y finalmente se les abonó la sumisión en efectivo cuando los dueños sintieron que les pedían privarse de ingresos al negarse a publicar propaganda electoral para el año 2000. Pero todo este sistema generó una prensa sujeta al régimen, aunque en distintos grados, mucho más notorio en la televisión y más elaborado en los diarios, en donde hasta cabían opiniones discrepantes. Este esquema, por cierto, se resquebrajó con la caída del régimen y la velocidad de los acontecimientos. Pero, como acaba de volver a suceder, a los miedos iniciales y las primeras fugas de implicados, sobrevinieron negociaciones para no cancelar el sistema y pasar a un cambio mayor.

Siempre hay palabras para justificar estas conciliaciones, y la de Toledo fue erigirse en garante de la libertad de prensa, como si recreara al Belaúnde de los 80, cuando devolvía los medios a sus “legítimos propietarios”, luego de la dictadura militar de Velasco-Morales Bermúdez, que los expropió; sólo que esta vez se trataba de ratificar la propiedad en la mayoría de los propietarios que habían vendido su independencia al poder político, para que el poder mediático siquiera tal cual. Alguna vez el expresidente Toledo confirmó que esa decisión la tomó sólo, cuando la mayoría de su Consejo de Ministros opinaba que había que cancelar las licencias y volverlas a licitar. El hecho es que quedamos con una inmensa marca en la estructura de medios proveniente del duro autoritarismo y de la corrupción de los 90, y eso no impidió que ese poder se hiciera sentir frente a los nuevos gobiernos democráticos. Por irónico que parezca, como los mecanismos ya estaban armados, siguió funcionando la conversación con los dueños, que ya dijimos, se cuentan con los dedos de la mano; la bolsa de publicidad repartida con aparente objetividad y que beneficia siempre a los mismos; y la combinación exacta de presión con colaboración con el gobierno.  

Lo que ha cambiado, sin embargo, de un período a otro es, sin embargo, la relación entre poder político y medios. Si bajo Fujimori-Montesinos la prensa aparece recibiendo instrucciones y hasta lecciones (había una escuelita para educar a los dueños de la televisión en lo que se quería de ellos, en el SIN), al año siguiente y una vez despejado el asunto de quienes quedaban en la cancha, los medios pasaron a ser los que impulsaban, instruían y hasta “educaban” a los gobernantes. De esta manera el eje poder-prensa siguió siendo fundamental aunque las formas y los equilibrios se vieran modificados. La historia de las elecciones y el factor mediático es muy elocuente al respecto.

En 2006, se produjo un fenómeno todavía no conocido en el país: luego de un alineamiento casi unánime con la candidata que los empresarios habían designado como su carta y que en una de sus intervenciones iniciales se comprometió a no mover la Constitución de 1993 en medio de las aclamaciones del dinero, en lo que parecía una disputa fácil frente al candidato del APRA con 70% de peruanos declarando que jamás votarían por él, los medios empezaron a alarmarse por la aparición en las encuestas de un nuevo adversario que venía por la izquierda captando todos los descontentos. Curiosamente ante este empuje se debilitaba su candidata que dejaba de crecer y fracasaba en su intento por poner en marcha una “derecha social”, lo que dio lugar a un primer viraje de campaña centrado en detener a como diera lugar a Humala. Esta fue una batalla de medios que podría haber sido épica si no fuera por la inmensa desproporción entre el ataque de casi todos (en segunda vuelta fue de todos) contra un solo candidato sin capacidad de responderles. El principal objeto del ataque era sembrar miedo y aversión hacia el candidato, lo que beneficiaba claramente a García que dejaba de ser la bestia negra y se convertía en candidato del sistema.

Es verdad que lograron mellar la marcha ascendente del nacionalista y posiblemente influyeron en la decisión final que se produjo por estrecho margen. Pero lo fundamental fue cómo se dio el segundo viraje de la misma campaña, que es cuando se registra un empate técnico entre las candidaturas de Flores y García, en el segundo lugar de la primera vuelta, no pudiendo establecerse quién pasaba a competir con Humala. Ahí ocurrió un milagro pocas veces visto que consistió en que más del 90% de la prensa amaneció lourdista en la mañana de la votación y se acostó alanista esa misma noche, cuando entendió que a pesar que no se había definido la cosa, el único candidato con el que podían lidiar contra “el peligro Humala” era el experimentado e inescrupuloso Alan García. Así que ejercieron toda su capacidad de presión para forzar a Lourdes a aceptar su derrota, de igual manera que lo harían para que se lance a las municipales del 2010 (donde fracasó) y de facto renunciase a sus aspiraciones para el 2011. Si se ve bien, esos fueron episodios puramente mediáticos, en el que la intervención de los partidos y otros actores políticos vino detrás de la campaña que llenaba los titulares de los diarios y las discusiones de la televisión y la radio.

En el 2006, la gran prensa nacional concluyó que su poder era casi ilimitado al lograr hacerse parte de la victoria de Alan García sobre Ollanta Humala en la segunda vuelta. Un manto de olvido recayó sobre lo que pasó en primera vuelta, el cambalache de Lourdes por Alan, y los duros reparos que los medios y analistas tenían hacia la anterior gestión del aprista, cuando se llegó a los más altos índices de inflación y a la más larga recesión de nuestra historia. Cierto que dentro del triunfo, se incluían divergencias que luego reaparecerían en las siguientes elecciones: de un lado los que hasta hoy creen que la lección es que una guerra mediática implacable, bloquea una candidatura-riesgo, y que la volvieron a aplicar con Susana Villarán para las elecciones municipales del 2010, y con Humala en el 2011, con resultados que inicialmente les parecieron mortales a sus promotores; y los que pensaban que un exceso de contrapropaganda es contraproducente, porque victimiza al que la recibe y desata sentimientos a su favor que le ayudan a ganar puntos.

Sea como sea, el hecho es que los medios no decidieron los ganadores, pero si construyeron el clima político de cada elección y contribuyeron enormemente a la polarización extrema entre las opciones más allá de sus características reales. Un dato importante es que si en 2006, especialmente en segunda vuelta, no había un medio que se escapara del libreto, para 2010-2011, se redujo la unanimidad por la existencia de La Primera, diario cercano a Humala que acrecentó su influencia política luego de ser considerado “prensa chica”, y por la posición antifujimorista de La República y Diario 16, que de alguna manera sacaron la cara por el candidato que les servía para enfrentar a la hija del dictador. Obviamente esta perforación de la hegemonía al 1005 no variaba la dura correlación mediática que imponía el resto de los medios. Lo que sin duda estuvo en el cálculo inicial de Humala que decidió una estrategia distinta a la de 2006: no enfrentarse con los medios. 

Esta fue una decisión fundamental de la asesoría brasileña que recibió el futuro presidente. La manera de reducir la imagen de dureza y confrontación que rodeaba a Humala según todos los estudios de opinión pública, era convirtiéndolo en un silencioso receptor de los ataques que sin duda caerían sobre su persona. Directiva que Ollanta Humala cumplió al pie de la letra. El primer efecto del giro fue que la derecha sintió que podía acorralarlo sin resistencia. Las primeras encuestas lo dieron tan abajo que merecía ser ignorado para que no suba, obviando su ubicación en la anterior elección. De esta manera Ollanta desafió la ley de la política que dice que de un candidato se debe hablar bien o mal, no importa, pero si no se habla, no existe. Esta desaparición fue real hasta un mes antes de las elecciones, con menciones marginales y tratamiento de candidato menor. Pero a su vez demoró la andanada que se sabía se vendría en algún momento y que por cierto iba a perder efectividad mientras más cerca estuviera el día de la votación.

Lo cierto es que cuando se inició la atropellada humalista a los primeros días de marzo, la maquinaria respondió casi de inmediato después de una breve sorpresa y lo hizo en su mejor estilo destructivo, de intento de muerte rápida, recuperando al paso temas de la campaña anterior e intentando introducir nuevos, pero fue tarde para evitar que la primera vuelta otorgara una victoria inicial al candidato que ya creían descartado. Lo que se armó para segunda vuelta si que fue bueno, incluido el programa especial que le dedicó semanalmente Jaime Bayly (el escritor y animador televisivo venía de ayudar a ganar a Susana Villarán, contra la prensa de derecha que ahora lo contrataba para liquidar a Humala), pero el candidato sobrevivió y pudo llegar a la meta. Pero la estrategia de no pelearse con los medios no acabó allí, sino que se convirtió en una de las claves de la nueva presidencia.

A un año del gobierno de Humala, tal vez uno de los paisajes más sorprendentes, en donde si se percibe una gran transformación, sea en el trato entre los grupos principales de la prensa de derecha y el ahora presidente atacado inmisericordemente durante años y apaleado en dos campañas. No es que sea de abierta simpatía por el gobierno, al que lo han modulado a partir de fuertísimas presiones para que sea lo que ellos quieren, debilitando varios ministros y jefes de organismos públicos.

Pero al mismo tiempo poniendo por encima del debate al presidente y su esposa, que a su vez han retribuido sin contestarles una ofensa, administrando sus presentaciones y reuniéndose con los propietarios como si fuera lo más normal del mundo. La prensa, como la tecnoburocracia ha tomado el asunto como que ellos son parte de lo permanente en el sistema de poder y que no sólo tienen derecho, sino el deber de batirse porque siga sus mandatos y no el de los electores. En eso funcionan como los empresarios del mundo de la producción y del comercio que cree que lo que es bueno para ellos, lo es para el resto del país.  A estas alturas del gobierno Humala hay un modo de funcionamiento entre la prensa de derecha con el presidente y el poder ejecutivo, así como lo hay con el funcionariado que pasa por técnico y los empresarios.

Quizás lo menos acomodado sea la relación con los partidos, pero eso es lo más normal porque en el fondo aún con el giro derechista de Humala, siguen siendo opciones competitivas.  


TECNOBUROCRACIA Y EMPRESARIOS

Como dice la canción, Castilla fue viendo que podía tener un ministerio (MEF) y el gobierno resistía, así que decidió pedir uno más (Vivienda). Pasó el tiempo y sumó Transportes. Derrotó a Burneo en la preferencia presidencial y se apoderó del novísimo ministerio de la Inclusión que iba a contrapesarlo. Y en la crisis de diciembre consiguió aumentar otros dos más (Energía y Minas y Trabajo). En la crisis de abril (caso incursión senderista en la zona de Camisea) nombró nueva ministra de la Producción que muchos la ligan al grupo de Economía. Ya serían así siete ministros con lógica castillista, ni que decir del alto número de viceministros con las mismas características. Casi todos estos tienen en común una trayectoria larga en puestos del Estado (la excepción puede ser la ministra de Inclusión Social, a la que más bien la han copado en las responsabilidades del ministerio con personal del MEF y ella ha consentido que así sea).  

El clan Castilla ha  crecido como una metástasis durante el gobierno de Humala. Nunca el MEF ha llegado a un poder así. En el pasado podía repartir o restringir dinero, autorizaciones, licencias, impuestos, concesiones, nombramientos, captaciones de personal de otras instituciones, para mostrarse mucho más fuerte que otros sectores, aún que los primeros ministros. Pero este poder descomedido se ha multiplicado con el control directo de los ministerios de producción y algunos de los más importantes del sector social. Es como si con Ollanta surgiera un Estado dentro del Estado. ¿Y cuál es la nota ideológica de este proceso? Es evidente que la tecnoburocracia lucirá como una identidad de la que está orgullosa, su no pertenencia a ningún partido político, y su participación en varios gobiernos, muchas veces en todos los gobiernos desde Fujimori.

Ellos son “técnicos puros”, que saben el “¿cómo se hace?”, para las decisiones del Estado. Son abogados, economistas, administradores, ingenieros, comunicadores, etc. Han asimilado eso de que el Estado tiene límites y que el crecimiento depende de crearle las mejores condiciones a la inversión privada, mientras más grande mejor.  Con esta filosofía, se acompañan otros conceptos como  el saberse mucho más pagados que el resto de la administración estatal porque lo merecen; ocupar cargos, directorios y comisiones especiales a la vez que engruesan sus ingresos; encubrirse en irregularidades y actos de corrupción; favorecer a grandes empresas de acuerdo a sus exigencias; etc. Ollanta Humala ha permitido la autonomía extrema de este elemento y su articulación dentro del gobierno.

Es una derecha no declarada, que responde sin fisuras al credo neoliberal. Lo impresionante es la incapacidad del presidente para ponerle reglas y alguna limitación. El resultado es que el gobierno está efectivamente invadido por esta especie que se considera además calificada para dirigir el Estado y llamada a hacerlo, más allá de los votos y las formalidades democráticas.  De la determinación original de quedarse, han evolucionado al proyecto de copar lo más ampliamente posible los resortes del poder político. Lo más interesante es que muy pocos ven el peligro que esto representa y se pierdan en los títulos académicos y los currículos aparentemente nutridos de muchos de ellos. Son profesionales serios, se escucha decir, pero depende de qué clase de seriedad estamos hablando.

Para cerrar este análisis insistamos que el Perú del 2012 ya no es el de 1992, cuando el golpe militar, las privatizaciones y la represión del terrorismo. En esa etapa el peso de los centros financieros internacionales era central, al extremo que alguna vez Fujimori se proclamó fondomonetarista y preguntó desafiante: ¿y qué? Ahora ese papel directriz lo cumplen directamente los gremios empresariales peruanos mucho más fuertes que hace veinte años, y mucho menos representantes de “intereses nacionales” por oposición a extranjeros. Ahora son gremios de la sociedad del gran capital nacional-extranjero y directos actores de la lucha por el poder. Eso se ve a cada paso. Los empresarios están atentos al gobierno de turno y a las perspectivas de alternancia y pagan para tener capacidad de influir en los procesos. Esa es una realidad latente a la que conviene no cerrar los ojos. Han fallado demasiadas veces para decirnos quién debe ser el gobierno, pero han tenido éxito en trocar su derrota en un copamiento de quién sea que represente el nuevo poder.

El caso Humala, a pesar de repetir un diseño conocido, tiene un elemento nuevo, y ese es la polarización previa de ricos contra pobres, capital centralista versus provincias descentralistas, ciudad frente a campo,  extractivismo en conflicto con economías tradicionales, etc. Todo este conglomerado que se armó tras Humala no es la usual suma de votantes dispersos que hacen ganadores de elecciones. El bloque humalista que se ha quedado sin líder, está activo como lo muestran los conflictos sociales del último año y lo que se capta entre la gente con mayor nivel de organización y conciencia. Esa es todavía una minoría, pero la corriente que se va desencantando va en ascenso. Lo que en última instancia se puede decir es que Humala no pudo desporalizar el país después de la elección. El resultado es que el enfrentamiento que el encabezó durante años y llenó de esperanza electoral, está camino a reconstruirse, con la diferencia que el antiguo líder ha cambiado de lugar.

Ollanta Humala ha perdido su identidad social, pero es difícil decir si ya tiene una nueva y si sus socios de hoy le tienen la suficiente confianza que han tenido con otros presidentes.


Perú Hoy
Julio 2012

Gran Transformación y Conga



Ollanta Humala acaba de transformar la Gran Transformación en una lista de programas sociales focalizados en la ayuda a los pobres, es decir “los que no pueden pagar” por ciertos servicios y que el Estado está tratando de financiar, en un estilo que es más novedoso en las denominaciones, que en el contenido y en el alcance de los mismos. Esta es “la Gran Transformación”, dijo, como si estuviera afirmando una clave de identidad frente a la reiterada “interpretación” de sus antiguos enemigos y hoy aliados mediáticos en el sentido de que lo que rige ahora es la llamada “hoja de ruta” y mala suerte los que no se dieron cuenta, pero de la “transformación” que se trata ahora ya no es la de los planes de gobierno de 2006 y 2011, sino de algo así como algo estamos transformando.

No olvidar que la transformación a la que apelaba el nacionalismo electoral tenía como ejes el cambio constitucional para quitarle amarras al Estado y al país, el cambio del modelo económico para hacerlo menos dependiente del exterior y ampliar su preocupación social (trabajadores, pequeños productores nacionales, comunidades rurales y extremo pobres) y enfrentar la corrupción que permanece impune construyendo un gobierno honesto. Era un cambio de rumbo. Ahora Humala dice que su transformación es Cuna-más, Beca 18, Pensión 65 y aumento del salario mínimo. No es que estén de más estos beneficios, pero por eso no era que se movilizaron millones de personas desde hace por lo menos siete años y se polarizó al país en dos bloques entre los que reclamaban la urgencia del cambio y los que se resistían o tenían miedo a cambiar. Hoy, mucha de la gente del cambio se siente traicionada por el curso tomado por el gobierno, y mucho del no cambio buscan las justificaciones para que Ollanta esté ahora cerca de ellos, aunque diga que está haciendo una “gran transformación”. Para los que esperaban una autocrítica o explicación del viraje de estos meses, decidido por su cuenta por l pareja Humala-Heredia, el discurso debe ser una frustración adicional.

El segundo asunto del discurso que tiene una relevancia política, más allá del dato de  beneficiarios, es el que estuvo deliberadamente ausente, que es el del futuro del proyecto Conga. Impresiona que los analistas más agudos y algunos otros hayan enfatizado en que “algo tenía que decir”. Más chabacana Luz Salgado simplificó: total Conga va o no va, que significa que el presidente debió usar la tribuna de 8 de julio para atizar la polémica. Pero es evidente que este silencio es casi el programa del gabinete Jiménez Mayor, que consiste en dilatar la actual “escucha” de los sacerdotes-facilitadores como mecanismo de distensión mientras se madura alguna salida al enredo con el compromiso de todas las partes. Todo indica que para Humala, el lío de Conga no tiene solución a la vista y una fórmula como la del referéndum cajamarquino son demasiado riesgosas porque el gobierno ha comprometido su posición con la de la empresa. Entonces lo que quiere decir que la intención es quitarle prioridad a Conga, mantener la suspensión sin declararla, producir cambios en la legislación minera-ambiental en los siguientes meses y esperar los resultados electorales del 2014, para ver cuál es la correlación de fuerzas.

O sea la cosa no es que no volvió sobre va o no va, sino lo que quiso decir con su silencio. Y en Cajamarca creo que muchos van a entenderlo y decidir lo que harán a partir de ello.

30.07.12
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La salida de Ochoa

Sería una pésima noticia sobre el futuro del nuevo gabinete, confirmar que la salida de Aurelio Ochoa de la presidencia de Perupetro haya sido a presión del Consorcio Camisea por intentar cobrarles las regalías dejadas de pagar mediante el truco de declarar un destino en los puertos peruanos de salida y cambiar la ruta en alta mar. Significaría que al nuevo trípode Ollanta-Nadine-Jiménez, lo están bautizando de mala manera al obligarlo a prescindir de uno de los pocos funcionarios nombrados por el actual gobierno en posiciones de importancia y en el que había esperanzas de una cierta resistencia nacionalista a las presiones de las grandes empresas.

Pero yendo por partes y pedazos hay algunos elementos a tomar en cuenta: el primero de ellos es que el reemplazo de Ochoa, sea la economista Isabel Tafur Marín, que ocupaba la gerencia general antes del cambio, y precisamente desde ese cargo fue la firmante de las cartas de Perupetro del mes de mayo, en la primera de las cuales se conmina a pagar las regalías adeudadas y se  dicta el primer plazo de 60 días, haciendo recordar que el tramposo procedimiento para eludir las regalías genera causal de terminación de contrato. Se dice que en esta carta y en la siguiente en la que se retrocede y se acepta pasar a un Comité de Conciliación (que finalmente  no ha conseguido instalarse) estaba la inspiración de Ochoa, sumado al juego de presiones desde el Consorcio y el propio gobierno, pero la firmante era Tafur Marín. Es difícil creer entonces que se esté volteando la orientación del ente estatal, aunque es obvio que se le ha quitado peso a la presidencia.

El segundo punto es que se han presentado declaraciones de hace unos días del presidente saliente de Perupetro en relación al cobro de regalías y cancelación del contratos como un detonante de la crisis que conduce a su salida. Esto también merece una puntualización ya que no es posible olvidar que la denuncia de los barcos que cambian de puerto de descarga, engulléndose la mejor parte de las regalía, la acción de control de Perupetro y los avances y retrocesos en el procedimiento de cobranza, se hizo pública, en este diario, hace más de un mes, y que el ente estatal nos contestó con un aviso pagado que confirmaba nuestra denuncia pero no explicaba porque un incumplimiento  mondo y lirondo se convirtió en una controversia.

Como fuimos los únicos en sacar el tema a luz y nadie nos siguió, ahora parece que nunca existió la denuncia, cuando lo que hubo es escasa agudeza para captar la gravedad del caso y de cómo llegó a rozar la gran cuestión de la recuperación de las reservas del lote 88, con las que el Consorcio explotador-exportador quiso poner contra la pared a Perupetro. En estos días se ha escuchado de un Ochoa que amenaza y después lo sustituyen. Pero si se le puede llamar “amenaza” (dizque “velasquista”, como dice Du Bois) a cobrar lo que se debe, esta estuvo en negro sobre blanco al comienzo de mayo. Así también podría decirse que fue Ochoa el que se enteró que querían sacarlo para lograr algún objetivo con la institución que aún no se sabe, y el que retomó un tema que sin ser nuevo, la mayoría de medios lo tomaría como tal.    

28.07.12
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Los cambios

La naturaleza errática y la entrega de la economía a la administración de la tecnoburocracia neoliberal, siguen siendo los rasgos básicos para comprender el curso del gobierno de Ollanta Humala cuando comienza la gestión de su tercer gabinete. Pero esto no quiere decir que la salida de Valdés y el enroque que se ha producido entre ministros y viceministros con algunos nuevos rostros, carezca de significados. Para empezar el expremier de la nariz superlativa se ha ido por la puerta falsa cargando el peso de una etapa fallida en la que se quiso imponer el concepto del orden total, antes que cualquier diálogo, cuya consecuencia fue un alto número de muerto9s y heridos y una escalada de enfrentamientos con Cajamarca que parecía no tener salida.

La salida de Valdés es una derrota temporal (subrayo esto) del ala dura del régimen que aprecia que detrás de los conflictos están los enemigos que quieren tumbar a Humala. También es una pérdida para el fujimorismo que tenía un referente en la cabeza del gabinete que literalmente estaba vendiendo las recetas represivas de los 90 como las maravillas para los males del gobierno de Ollanta. Así que aunque los amigos cajamarquinos no sean muy dados  a reconocer los logros parciales de las luchas: suspensión de Conga, concesiones del gobierno y otras, nadie podrá negar que fue la lucha lo que acabó con el premier de los estados de emergencia.

 Ahora tenemos el “gabinete del diálogo”, que no es mucho, pero revela una intención de hacer  el movimiento inverso que se propuso en diciembre. Además desde la entrada de los facilitadores eclesiásticos, los tiempos de Conga han empezado a cambiar y Jiménez Mayor no parece muiy preocupado de si el “diálogo” se prolonga más de un año. La entrada de Pedraza al Interior es además una señal de otro trato en el caso de conflictos y el cambio del adaptativo Caballero y la desaparición de la Oficina de Gestión de Conflictos (que era una mata de intereses empresariales), van el mismo sentido. Entonces algo de cambio se va a a percibir, siempre y cuando el gobierno se ponga en la camisa de los que protestan, como lo que pasa en la huelga de los maestros antes de verlos por el lado de la filiación ideológica de sus dirigentes.

El segundo cambio que se viene parece estar relacionado con el tema de Chile y el fallo de La Haya. El ministro Cateriano es un hombre que funciona muy ligado a Vargas Llosa y si Humala ha optado por seguir los consejos del escritor en este delicado punto, es porque mañana podría optar por otro. Una voluptibilidad esencial parece estar dominando las decisiones Ollanta, lo que hace pensar que apuesta cada vez a lo que cree que va a funcionar, para luego retroceder después de un tiempo ante la evidencia de lo que no funciona.

En economía nadie esperará alguna variación de orientación aunque llama la atención que el tema de las regalías por la exportación del gas de Camisea se haya hecho por fin público (nosotros lo denunciamos hace un mes) y el jefe de Perupetro haya sacado la cara para decir que lo que está en juego es la cancelación del contrato del lote 56. Me pregunto si es un amague o se trata de que el gobierno está decidiéndose a hacerse respetar.

27.07.12

Caballazo judicial

Lo que ha hecho Villa Stein con su sentencia corresponde al mecanismo de imposición de hecho consumado, para el que no hay retroceso, a pesar de su ilegalidad e inmoralidad flagrante, que Fujimori y Montesino s desarrollaron para rescatar a su principal grupo de operaciones encubiertas, cuando ya se había hecho visible para todo el mundo. El punto crítico fue la matanza de 9 estudiantes y un profesor de la “La Cantuta”. Como había ocurrido con otros hechos como Barrios Altos, las noticias del horror desaparecían rápidamente del primer plano. O sea que se podía matar y seguir adelante.

Pero entre 1992 y 1993 ocurrieron hechos que el gobierno no había calculado: los familiares no se dieron por vencidos reclamando por los desaparecidos, se descubrió la primera tumba de los restos de los universitarios en Cieneguilla y que el general Robles dio los nombres del destacamento responsable de la masacre. El gobierno quiso contar historias:l autosecuestro y asimilación a Sendero Luminoso de los muertos, y cuando aparecieron los primeros huesos y la llave del casillero de uno de los muertos anunciando de quién se trataba, lo que intentaron fue culpar a los recicladores que llevaron al lugar del entierro, como si se tratara de terrorristas.

Hermoza a su vez respondió a las investigaciones y a Robles con desfile de tanques, sugiriendo la posibilidad de un segundo cierre del Congreso y forzando al general denunciante a refugiarse en el exterior. Esa fue la reacción bruta. Luego vino la más fina. A finales de 1993, Fujimori encarceló  al grupo Colina siguiendo exactamente la lista de Robles. Inmediatamente la Justicia Militar reclamó el caso y se enfrentó al juez que iniciaba las investigaciones. Sr planteó una contienda de competencia que debía ser resuelta por la Corte Suprema,  que se entrampó por falta de mayoría (iba 3 a 2, y necesitaba 4 votos para resolverse), pero todos decían que el juez que dirimiría llevaría el caso a 3-3, y obligaría a otro dirimente. 

Entonces, un inolvidable 8 de febrero de 1994, en una sesión más allá de la media noche, el legislador Siura (que luego sería rehén del MRTA) propuso una ley de urgencia, sin debate, estudio de comisiones y fundamentación mínima, cambiando el mecanismo de votación de la Suprema para que la mayoría de tres votos fuera suficiente. El Grupo Colina pasó al fuero militar y en una farsa de juicio en el que los acusados no hablaron ni hubo testigos, se les condenó a penas aparentemente severas a cumplir en un cuartel militar, que fue equipado como u centro de reposo.

A mediados de 1995, apenas producida la primera reelección, el gobierno dio otro golpe, aunque tuviera que pagar el costo de un cierto desgaste: dictó una ley de amnistía para todos los actores de la guerra sucia, entre ellos por supuesto del grupo Colina. El hecho es que en tres tiempos Fujimori  arregló la situación de sus asesinos y no temió dejarse ver  cerca de ellos. Ahora Villa Stein ha completado la faena. Como en el medio, la CIDH dejó sin efecto la amnistía por la naturaleza de “lesa humanidad” de los delitos y exigió nuevos juicios, hemos llegado hasta el momento culminante en que un expresidente de la Suprema se juega para alterar la interpretación de la historia y sus responsabilidades. Y el método es el mismo. Después de conocer el fallo todos inmovilizados buscando como revertir el brulote. Pero como decía Fujimori: por algo me dicen el rey de la yuca. 

26.07.12
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El gabinete Jiménez

Cayó Valdés. El ministro Conga se fue sin resolver Conga. ¿Cuántos muertos podíamos habernos ahorrado si esto hubiera ocurrido antes, por ejemplo después del inolvidable patinazo de Kepashiato? Pero hasta ahí nomás podemos celebrar el resultado, porque el gabinete que reemplazará al que se va, esta hecho de una materia que ya es una marca del gobierno Humala: (a) algún ministro, el del protagonismo de la víspera, se convierte en el nuevo premier, cuando la gente lo que estaba esperando son verdaderos cambio; (b) se mantiene la mayor parte de ministros, especialmente el núcleo tecnoburocrático subordinado a Castilla, que además sigue ganando espacios; (c) algunos ministros parten y son reemplazados por viceministros que se suponían eran el staff técnico del titular; (d) entran algunos elementos nuevos que parecen un salpicón sobre un viejo cuadro, y que generalmente tienen escasa significación política.

Veamos algo del detalle. Lo que distingue al nuevo primer ministro Juan Jiménez Mayor, es su reciente papel en colocar en crisis el proceso por las ejecuciones extrajudiciales durante la operación Chavín de Huántar, a través de una avalancha de peritos internacionales pagados por el Estado, con el objeto de limpiarlo como era reclamado por las Fuerzas Armadas, y seguidamente su oposición abierta a la sentencia de Villa Stein a favor del grupo Colina, que equivale a poner un límite para no terminar arrastrados por el juego fujimorista. Este papel que resume el perfil que busca el gobierno: conceder en derechos humanos, pero no dejar que se le vayan al cuello, lo encarna Jiménez e indica que este tema va a ser en lo que sigue.

Esto es tanto más evidente si se considera que en Justicia, el nuevo premier está dejando a su viceministra y en Defensa está colocando  a su “agente especial” ante la Corte Interamericana en el caso Chavín de Huántar, Pedro Cateriano, que hace unos días suscribió el tema de los peritos y se convirtió en hombre de confianza del gobierno. Con estos dos nombramiento se confirma el estilo gubernamental de constituir núcleos de poder en el gabinete en el que cada ministro calve tiene sus ministros satélites. Pasó con Valdés hasta que cayeron sus fichas del Interior y Defensa, y se repite con los ministerios agregados de Jiménez.

Pero si vamos a hablar de eso, el que no tiene pierde es Castilla que agrega uno o más ministros en su dominio cada vez que hay un cambio general. Ya habíamos sumado seis carteras subordinadas al MEF: Energía y Minas, Vivienda, Transportes, Producción, Inclusión Social y Trabajo. Ahora suma un sétimo socio con el ingreso de Milton Von Hesse,  jefe de Proinversión, ni más ni menos que el Agricultura.  Tómese nota que ninguno de los hombres y mujeres de Castilla ha variado a lo largo del gobierno, lo que indica que para algunos debe ser un buen negocio asociarse con él. Agricultura en manos de Proinversión y bajo influencia del MEF es una pésima noticia, tal una de las peores de la noche.

Otros nombramientos van a dejar la interrogante de lo nuevo: no se sabe qué podrá hacer un otrora respetable exjefe del Inpe en la función de Defensa en medio de la crisis de seguridad existente. A su vez, falta información en relación a la nueva ministra de Salud, pero es difícil imaginar que alguien pueda hacerlo pero que lo hizo Tejas que ahora podrá volver a ser árbitro. De veras no hay mucho más que decir del cambio producido.

24.07.12

martes, julio 24, 2012

La concesión de los puertos

Leí, no sin sorpresa, que la conclusión del grupo de trabajo de la Comisión de Transportes y Comunicaciones del Congreso, sobre el proceso de concesión de los terminales portuarios de Paita y el Callao, establece que: “existen indicios razonables que el exministro de Transportes y Comunicaciones Enrique Cornejo Ramírez, el exministro de Defensa Jaime Thorne León y el presidente de la Autoridad Portuaria Nacional (APN) Frank Boyle Alvarado habrían incurrido en infracción constitucional”

Y sigue afirmando que en el caso específico del proceso de concesión del Puerto Paita: “funcionarios del Poder Ejecutivo, Proinversión y la Autoridad Portuaria Nacional (APN) habrían actuado favoreciendo a la empresa terminales Portuarios Euroandinos (TPE)” Y se mencionan las variaciones en las bases que alteraron y desnaturalizaron el concurso, incluyendo prórrogas para que el consorcio peruano-portugués que finalmente ganó la licitación pudiera cumplir con los requisitos señalados.

Estos hechos se repiten para la concesión del muelle norte del Callao a APM Terminals, con el agravante de que la oferta inicial de los holandeses por un monto de inversión de $ 1, 939 millones de transformó en el contrato final en una cifra de $ 749 millones de inversión para 30 años de concesión. El grupo de Trabajo que emite el informe lo integran Rogelio Canches, Roberto Angulo, Enrique Wong y Carlos Tubino, ninguno de los cuales pasaría a estas alturas por radical, antiaprista o antimilitarista.

En otras palabras, deben ser muy groseras las faltas producidas en el proceso de las concesiones portuarias para que aún fuera de la Megacomisión de Sergio Tejada, se haya llegado a establecer que hubo afán de imponer ganadores de las concesiones y de forzar las normas y las bases para que resultaran en el control de los puertos y en las condiciones más favorables para ellos. Hace unos años, esta denuncia era desde el punto de vista político, sostenida exclusivamente por la bancada nacionalista y el entonces candidato Ollanta Humala. Y, claro, el gobierno de García condenaba estas críticas por extremistas y estatistas como se vuelve a hacer en estos días.

Pero fíjense en la segunda contradicción: los denunciados de este caso son las principales autoridades del ministerio de Transportes, APN y Proinversión. ¿Y ustedes creen que este gobierno entró a limpiar estas entidades donde se arman las concesiones más sabrosas? Nada que ver hay un enjambre de técnicos concesionistas en el ministerio de Breña y en la entidad que busca vender el país, que siguen en sus puestos y en sus prácticas tradicionales. El caso de Proinversión es aún más rochoso, ya que de esta supuesta “isla de excelencia” ya han salido tres ministros de Humala y quién sabe cuantos viceministros, como si este fuera el cerebro (privatista) del Estado.

Finalmente está el señor Boyle, el mismo que me tiene enjuiciado por haber recogido elementos de denuncias sobre la actuación de la APN en la concesión de Paita, favoreciendo al consorcio ganador, donde existen intereses chilenos, y que por eso mismo ha sido ratificado en el cargo por tres gobiernos. Este almirante enojón dice que yo lo quiero difamar porque no sé qué odio que le tengo. ¿Qué dirá ahora del informe de la Comisión de Transportes?

domingo, julio 22, 2012

Chilenos realizarán obras de ingeniería de Conga

Hemos tenido acceso a la copia certificada del Acta de la Sesión de Comité Ejecutivo de Yanacocha, celebrada el 26 de agosto de 2011. Este documento que recién fue inscrito el 30 de mayo del 2012, ratifica diversos actos de los funcionarios de la empresa, entre los cuales, en el acápite 1.2., se señala lo siguiente:

“El presidente continuó informando que como era de conocimiento de los señores miembros del Comité Ejecutivo, se había acordado proceder con la ejecución del proyecto Conga por lo que con fecha 10 de agosto del 2011 los señores Carlos Santa Cruz Bendezú y Apolinar Guzmán Jr., suscribieron en nombre y representación de la Sociedad, las siguiente órdenes de ejecución (Full Notice to Proceed)

a) Carta MYCFL-442/11GEN1076 de fecha 19 de agosto de 2011, dirigida a la empresa Fluor Chile Ingeniería y Construcción S.A. (FCIC), a efectos que procedan con la ejecución del proyecto en los términos establecidos por el Contrato Nº GEN0176 suscrito entre la Sociedad y FCIC) y hasta por la suma de US$ 555,075,900 (quinientos cincuenta y cinco millones sesenta y cinco mil novecientos dólares de los Estados Unidos de América).

b) Carta MYCFL-441/11GEN1075 de fecha 19 de agosto de 2011, dirigida a la empresa Servicios Minería INC. Sucursal del Perú (SMISDP) a efectos que procedan con la ejecución del proyecto en los términos establecidos por el Contrato Nº GEN01075, suscrito entre la Sociedad y SMISDP y hasta por la suma de US 2,168,149,100 (dos mil ciento sesenta y ocho millones ciento cuarenta y nueve mil dólares de los Estados Unidos).

Asimismo el presidente informó que las referidas Full Notice to Proceed fueron aceptadas por FCIC y SMISDP respectivamente el 24 de agosto de 24 de agosto de 2011”

La secuencia de los hechos se aclara aún más:

1. En octubre de 2010, a presión del presidente García se aprueba a el Estudios de Impacto Ambiental del proyecto Minero Conga, en mucho menor tiempo que se ha hecho para otros proyectos.

2. Nueve meses después, el 27 de julio de 2011, en vísperas de la juramentación de presidente Humala, el directorio de Newmont de los Estados Unidos aprueba ejecutar y buscar el financiamiento para el proyecto.

3. El 10 de agosto del 2011 ya estaban hechos los contratos para una empresa constructora chilena y otra empresa de arquitectura registrada como “sucursal en el Perú” por un monto de 2 mil 700 millones de dólares.

4. El 26 de agosto el Comité Ejecutivo de Yanacocha presidido por don Alberto Benavides de la Quintana ratificó esos contratos y entregó poderes a los funcionarios encargados de representarlos.

5. El 16 de noviembre de 2011, el presidente Ollanta Humala hizo su célebre declaración: “Conga va, no aceptó ultimátums de nadie”.

En otras palabras al momento que el conflicto estalla y se rompen los puentes entre el gobierno de Lima y el de Cajamarca, el proyecto había caminado sigilosamente asumiendo compromisos por cifras económicas significativas. Una manera de confirmar esto es verificar la secuencia de inversión de Yanacocha los últimos cinco años:

- 2007: US$ 284,262,000

- 2008: US$ 273,468,000

- 2009: US$ 155,455,000

- 2010: US$ 385,122,000

- 2011: US$ 1,139,225,404

La inversión registrada para el 2011, equivale al 26% de toda la inversión de Yanacocha en 19 años. Esto no puede ser sino el comienzo del proyecto Conga (Yanacocha ya está en fase de cierre) lo cual puede indicar adelantos a los constructores, avales y maquinaria.

El significado más importante de todo esto es que los socios de la minera decidieron arriesgar, apenas comenzado el nuevo gobierno, probablemente porque se sintieron con alguna seguridad de que el proyecto saldría adelante. Esto puede estar relacionado fácilmente con la negociación del llamado autogravamen minero. Y sus silencios actuales pueden deberse no sólo a sus expectativas de ganancias (que deben ser muy altas), sino a los compromisos que creían ya seguros y que se han ido modificando con el tiempo.

Algo así como que no sólo los campesinos cajamarquinos se sienten engañado por el candidato que se hizo presidentes, sino que los grandes mineros quieren ver si el presidente les asegura la inversión que iba viento en popa hace un año.

22.07.12
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Colina camino a ser reivindicado


En la mañana del viernes publiqué una nota a propósito del enésimo peritaje sobre el caso Chavín de Huántar en dónde hacia la siguiente pregunta: “¿No estarán también en camino la revisión de la cadena de masacres que se produjeron por el lado militar y policial en el período de la guerra?” Y Villa Stein me dio la respuesta en las siguientes horas rebajando la pena a al Grupo Colina por el caso de Barrios Altos, negando que la banda fuese una banda y que los crímenes de lesa humanidad tampoco lo fueran. Como diría Martín Santibañez esta semana en “Correo”: ¿acaso es lo mismo Tarata que La Cantuta? ¡No me vengan!

Ahora Ollanta, parece que está indignado con el fallo de la Corte Suprema contra el que no puede hacer nada, y ojalá que reflexiones sobre la parte de responsabilidad que le cabe al gobierno al gobierno es este clima de montesinización que estamos viviendo desde hace algún tiempo y al que lo empuja una parte de su entorno con el argumento de que esos métodos son los que se funcionan. La historia de los peritos que lo saben todo apenas revisan una foto, ya era una descalificación de las investigaciones anteriores que precisaban la naturaleza de los crímenes de la época de Fujimori. Y los que están procesados por el caso de la ejecución de “Tito” son Montesinos, Hermoza, Huamán y Zamudio. ¿No hay una impudicia que ya se instaló en el ambiente y que ha salpicado al gobierno?

Villa Stein, por su lado, se sacó todas las máscaras: o sea no hay una banda en un grupo que actuó continuada y sistemáticamente en Barrios Altos, Cantuta, El Santa, Huaura y quién sabe más lugares, y en todos los lugares fueron los mismos y con el mismo método. Eso no es una “organización para delinquir. ¿Entonces qué es?, ¿acaso el encuentro casual de un grupo de soldados aficionados a matar? Y a los pobrecitos además les han dilatado el juicio, cuando han pasado por el encubrimiento, tanques de por medio, de Hermoza Ríos, la amnistía de Fujimori de 1995, la captura en los años 2000 de uno tras otro de estos asesinos, y las jugadas legales para evitar la sentencia. ¿Puede haber una Corte Suprema más ciega y sorda?

Pero en lo que está más consciente, el Dr. Villa Stein, es en que está disparando en el centro de la sentencia del caso Fujimori cuyo principal autor es el actual presidente de la Suprema y el que lo reemplazó en el cargo, el Dr. César San Martín, que lamentablemente ha ido perdiendo puntos en los últimos meses por las denuncias que lo vinculan a una entidad bancaria, que aparentemente lo han hecho mucho más concesivo a las presiones del gobierno. La cuestión es que si el Grupo Colina no hubiese existido (no era una organización criminal) entonces de qué se acusaría al expresidente que autorizó que se les proveyera de medios para sus operaciones, que se les tratara como grupo especial y los felicitó por sus eficientes labores.

Obviamente toda la historia queda de cabeza. Sin querer queriendo el supremo Villa Stein ha confirmado que un paso a la revisión histórica apoyado en leguleyadas o trampas de peritos, empuja hacia la revisión total. El pasado no vuelve, con toda su nausea.

22.07.12
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Recuerdos del paro del 19 de julio

Han pasado 35 años y como dicen por ahí, el Perú de la marca Perú, ya no es el mismo. El movimiento sindical y popular tampoco es como el de 1977. Y nadie ha vuelto a ver una paralización nacional de la envergadura de las que nos tocó vivir aquel año, en pleno estado de emergencia, toque de queda y asesinatos nocturnos de ciudadanos que andaban por las calles. Todo puede ser diferente pero ¿cómo sería el Perú sin el paro del 19 de julio de 1977?

Veamos algunos datos para comprender el contexto: el 30 de junio de 1976, el premier y comandante general del Ejército, Jorge Fernández Maldonado, fue prácticamente obligado a leer un discurso frente a las cámaras de la televisión anunciando el más fuerte paquete de medidas de ajuste que se había dictado hasta esa fecha, con el fin de tratar de equilibrar las finanzas públicas. Las medidas incluían el aumento de los combustibles y de los productos de primera necesidad que estaban controlados.

Al día siguiente estalló una huelga de choferes que sembró el caos en Lima y otras ciudades. Una masiva marcha se desplazó por los distritos del cono norte y la policía sólo pudo contenerla a la altura del Puente del Ejército en medio de un gran enfrentamiento. Había acabado la ilusión de que la segunda fase del gobierno militar sería la “profundización del proceso”. Fernández Maldonado renunciaría dos semanas después. Y Morales Bermúdez se abrazó a los empresarios y al ala dura de los militares, y juntos impusieron la más brutal de los estados de emergencia que se recuerden.

Las protestas espontáneas del 1 de julio de 1976, habían servido de pretexto para militarizar el país lo que el dictador veía como el único camino posible para iniciar la contrarreforma e imponer el grado de control social que era requerido para el nuevo esquema de alianzas del poder. Muy rápidamente el gobierno que hasta hacía poco había estado coqueteando con las masas, pasó a la guerra contra su propio pueblo, sin que existieran organizaciones armadas desafiando poder o grandes movimiento sociales. Los asesinatos nocturnos a personas cuyo único “delito” era que se les había pasado la hora, eran un mensaje sistemático para que el país entendiera quién mandaba.

La teoría de que no hay ajuste sin miedo, había entrado en la sangre de los peruanos que empezamos a ver que los salarios perdían valor de manera continua pero nadie podía oponerse a una política económica que empobrecía a la gente y subsidiaba a las empresas. Todo siguió este curso hasta que el gobierno decidió lanzarse a la primera privatización de lo que se suponía iba a ser una cascada de traspasos de propiedad hasta desmontar el Estado empresario del velasquismo, y esta fue la venta de la flota de Pesca Perú ue por entonces tenía el monopolio de la extracción de especies para la harina de pescado y de su procesamiento industrial. La decisión del gobierno, en plena emergencia, dio lugar a una larguísima huelga de los hombres del mar que resistieron a pie firme la detención de uno tras otro de los equipos dirigentes que se armaron para reemplazar a los que estaban en la cárcel.

La huelga de los pescadores cambió al país. El miedo empezó a aflojar. Los huelguistas le habían abierto un boquete al estado de emergencia y ya no habría quién pudiera cerrar la brecha. A comienzos de julio, el gobierno anunció un nuevo paquete, llamado el “baruazo” (por el ministro de economía el empresario Barúa, y que fue mucho más fuerte que el del año anterior. Varias organizaciones sindicales empezaron a discutir entonces si se debía responder con una medida de lucha nacional. Las opiniones estaban divididas porque algunos dirigentes creían que no habían condiciones para enfrentarse al gobierno y que lo que podía resultar era una gran derrota para los trabajadores.

Es en esas circunstancias que se forma el Comando Unitario de Lucha (CUL) con la participación de un pequeño grupo de federaciones sindicales llamadas independientes: Gráficos, Seguros, Luz y Fuerza, CCP, que hizo un llamamiento al paro nacional para el 19 de julio, que como un bando fue pegado en las calles ya que ningún medio recogió la noticia. El debate sobre la condiciones para la acción de lucha había acabado. Con la fecha marcada en el calendario, todos caminamos al gran día. Y de pronto no había un automóvil que circulara en Lima. Las avenidas estaban vacías y muchos jóvenes las convirtieron en canchas de fulbito.

En los conos, entonces llamados “pueblos jóvenes” hubo recios enfrentamientos y varios muertos. Aún hoy, en Coma, se conmemora la fecha para el recurso de las víctimas. En todo el país había habido una respuesta unánime y por única vez en la historia se podía ver paro en los barrios de clase media y en los populares. Hacia las cinco de la tarde se arrojó una edición del diario “Ultima Hora” (todos los diarios eran del gobierno) que llevaba como titular “el paro fue parcial”.

Morales respondió con un decreto increíble que autorizaba a las empresas a despedirá los trabajadores que considerara que habían participado en el paro. Ni siquiera se atrevió a hacerlo él mismo. Hubo 5 mil despidos, incluyendo a casi toda la vanguardia del movimiento sindical. No faltaron los que dijeron que ya lo habían advertido, que el paro nos llevaría a la derrota.

El 28 de julio Morales Bermúdez leyó su discurso de fiestas patrias para anunciar que el estado de emergencia (que ya era casi un fantasma) se levantaba, se convocaba a una Asamblea Constituyente y elecciones para el año 1980. El paro nacional había cambiado el curso d ela historia.

22.07.12
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sábado, julio 21, 2012

El mucamo

¡Qué buena! O sea, Marco Tulio hablaba estupideces todas ellas referidas a dinero para despistar al enemigo, para que cuando lo detectaran dijera: cayeron, porque yo sembré toda esta historia, que sin duda es más increíble que el millón de firmas de febrero o que la revocatoria fracasó por el juego de las fechas si nunca estuvieron siquiera cerca de las 400 mil a que estaban obligados.

José Luna ha dicho que él nunca pagó los gastos de la revocatoria que como se desliza del diálogo interceptado tenían que ver con pagarle a los firmantes, a los que llevaban los planillones y al propio grupo dirigente donde Marco Tulio cobra fuerte. Todo el mundo dice que Luna, Castañeda o cualquier otro podían haber dicho que aportaban al fondo para sacar a la alcaldesa, pero todos lo niegan, lo que explica porque una especie de banda se hizo cargo de la tarea, de ahí que se traicionaran entre ellos.

Castañeda, ya sabemos, no habla. Pero ha estado mandando a sus válidos para que negocien puestos para Solidaridad Nacional en el gobierno de Humala, ya que el sueño de volver a Lima se les ha hecho más complicado.

Aldo M sigue diciendo que el problema es la RENIEC, porque la revocatoria se hacía sola o a pesar de Marco Tulio y por qué los caviares no condenan los audios que han desenmascarado la farsa de la revocatoria y el triste papel de los políticos que esconden la mano, cuando si se los hicieran a ellos... él aplaudiría.

Dice Marco Tulio que los políticos que tienen organización, y se refiere directamente al “Lucho” que ya sabemos, tratan a gente como ellos: Gutiérrez, Vidal y otros como sus mucamos. Es decir los que le tienden la cama para que lleguen a la alcaldía y la presidencia. Y, como es obvio, no hay solidaridad ideológica normalmente entre la servidumbre y el que parte la torta. De ahí la reiteración del tema del dinero. No es Villarán, no es Lima, no son los fantasmas del cándido M, lo que cuenta, sino medio millón de soles, todos juntos.

Ah, y de paso el turbio Marco Tulio nos “siembra” un dato que es una delicia: cuando Lucho vuelva a guardar silencio en condición de alcalde de Lima, al buen Marco Tulio lo volverá a llamar para asesorar al Municipio de Lima por 77,500 soles mensuales. ¿Alguien cree que dijo esto para sorprender a sus escuchas o por el contrario lo que hizo es demostrar qué clase de lazos lo ligan a Solidaridad Nacional y como se manejan las cosas en el partido amarillo.

Si quieren averiguar por qué cosa Marco Tulio recibía un estipendio que haría temblar de envidia a la jefa de la SUNAT y al contralor Khoury, puedo dar un dato. Es el caso de la ordenanza de diciembre del 2009, cuando el castañedismo estaba a días de su salida y decidió “formalizar” las actividades económicas –incluidas las industriales y contaminantes-, en zonas en las que las normas originales no lo permitían. En otras palabras primero vino la ocupación ilegal y luego la Municipalidad le dio carta de ciudadanía, cubriéndose con que esto ayudaba a los pequeño y microempresario, pero que como ocurre en la zona de Huachipa abarca grandes actividades industriales que descargan químicos en los ríos y afectan el carácter residencial, agrario y turístico del lugar.

Marco Tulio fue asesor de la gente de Huachipa para defenderse de estas empresas depredadoras. Pero luego elaboró la ordenanza para favorecer a las industrias. Por eso recibía 77,500 soles.

21.07.12
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viernes, julio 20, 2012

La bala


Si no se esperaban, ahí tienen el cuarto peritaje sobre la bala que nadie vio cuando se hizo la autopsia física del cadáver de “Tito”, y que ahora un perito internacional descubrió revisando una foto. Ahora sí está totalmente probado que no hubo ejecución extrajudicial ha dicho con ese tono de superioridad que tienen a los que les pagan muy bien, el señor Cateriano que sabe que lo que pretende rebatir es la opinión oficial del gobierno peruano desde comienzos de la década anterior y sustituirla por una nueva que corresponde a los intereses de  la cúpula militar y de carambola del fujimorismo.

A Cateriano también habría que hacerle un peritaje de fotos con su imagen de libertario del FREDEMO, opositor del golpe del 5 de abril y demócrata de los cuatro suyos, para contrastarla con el que Jiménez Mayor ha contratado  para que empiece una revisión histórica que nadie sabe cuándo acabará. ¿No estarán también en camino la revisión de la cadena de masacres que  se produjeron por el lado militar y policial en el período de la guerra? Y todo con el método del perito que vía contrato y pago recio buscará una nueva lectura de todo lo que pueda volver a leerse. Pero la pregunta más aguda es a título de qué, con qué derecho, digámoslo así, el Ejecutivo revisa la acusación del Ministerio Público y los informes de las investigaciones iniciales, que concluyeron en que había habido por lo menos un emerretista asesinado fuera de combate. Para eso además hay tres o cuatro testigos y lo que está tentando el gobierno es enjuiciarlos a ellos.

Es decir hay un descaro, pocas veces visto, para enmascararse en la popularidad de los comandos y la operación “Chavín de Huántar”, para construir una mentira.  Y el problema es saber si es por este caso nomás, con eso de “dejen tranquilos a los héroes” (aunque ningún comando está enjuiciado), o si estamos ante un método que se está construyendo, o reconstruyendo para ser más exactos. La cosa me parece de extrema gravedad porque, para ser claros, nos quieren engañar groseramente con el asunto de que los actuales peritos son supuestamente superiores a los anteriores, por eso es que se les aparecen balas, o la trayectoria de ingreso del proyectil no existe y si fue más arriba o más bajo de la nuca no responde al patrón de ejecuciones extrajudiciales, cuando dos policía aseguran haber capturado vivo a “Tito”, no se sabe si herido, o con alguna bala alojada desde el pasado, un rehén japonés afirma haberlo visto con vida y como ha aclarado Baraybar hasta hubo un ministro rehén que dijo que se había sorprendido de que todos estuvieran muertos cuando él había visto varios prisioneros, para después callarse en todas las lenguas.

Ya lo he dicho otra vez. En este punto nos estamos jugando el grado en que el entorno militar y de inteligencia de Ollanta Humala va a influir a lo largo de su gobierno. Jiménez Mayor por cierto no es más que un operador de un propósito que está más allá de sus intereses, que por el momento se reducen a no dejar el gabinete y de ser posible reemplazar a Valdés sin que nadie se moleste. Pero Ollanta se está metiendo en una ruta temeraria. Porque los militares no lo dejarán retroceder adonde ha llegado separándose de otro de sus discursos electorales: el de los Derechos Humanos y la CVR. De ahí para adelante ¿seguirá cediendo como hizo en economía?  Hagan sus apuestas.  

20.07.12

jueves, julio 19, 2012

Feria de primeros ministros


Todos los medios están llenos de titulares y notas especulando sobre el nombre de próximo presidente del Consejo de Ministros que reemplazará a Oscar Valdés. Y a medida que se acerca el 28 de julio los rumores van ir inevitablemente en aumento, sobre todo si los que han  generado la confusión ahora declaran que se cambiarán ministros en “el momento adecuado” y que lo único que me interesa es pasar una buenas fiestas patrias, ustedes interpreten.

Por cierto, sería un grave error pensar que la abundancia de nombres para presidir un eventual tercer gabinete de Ollanta Humala, sea un indicador de fortaleza del régimen. Eso de que cualquiera puede ser, es la confirmación de que el que iba a ser un gobierno popular progresista que iba a reducir las diferencias sociales se ha convertido en un espacio vacío que se puede llenar con cualquier cosa, con tal que contribuya a mantener al grupo que ejerce el poder.

Y las respuestas dizque misteriosas de Humala y Valdés tampoco reflejan control de la situación sino apenas un afán evasivo en medio de una colosal indefinición. Si me preguntan mi opinión les diré que Ollanta todavía no ha decidido el destino de su premier con la nariz a lo Camet y con 17 muertos en la alforja, que quiere divertirse después de ocho meses de disparar contra manifestantes desarmados y después del gran fracaso de Kepashiato donde los que matan en otros lugares fueron acribillados por elementos armados que hasta ahora no han sufrido ninguna baja ni han sido capturados. Pero para pasarla bien lo puede hacer con fajín o sin fajín, que es lo que nos ha querido decir.

Tampoco seguramente está convencido del tipo de cambio de dirección que debe imprimir a su gobierno. Por eso se mueve desde una baraja de sus actuales ministros, con lo que lanzaría el mensaje básico de continuismo, con algunas variaciones en los acentos. Así si designara a Castilla la tecnoburocracia gestada dentro del Estado se haría de todo el poder y tendríamos algo muy parecido a lo que ofrecía PPK. Si se fuera por Cornejo sería algo parecido, quizás con mayor cintura política y financiera, y si lo hiciera por Pulgar Vidal indicaría que eligió un gabinete bombero de los conflictos. Jiménez Mayor produciría casi un símil del gabinete Salas del año 2000, por la adaptabilidad del personaje. Y así.

De otro lado, la tentación de recurrir a presidentes regionales que ha rondado la cabeza del gobierno y ha sido deliberadamente difundida a los medios recordaría inmediatamente la figura del abrazo del oso. ¿Porque qué cosa sería una premier procedente de una presidencia regional en una escenario en el que el Ejecutivo está peleado con otro presidente? Tal vez una mente de inteligencia ha dicho que esta sería la jugada maestra, pero hasta ahora los aludidos han declinado la invitación para mantenerse en sus puestos. Toledo, por su parte, viene sugiriendo que el premierato debe recaer en una figura independiente de prestigio, y junto con Álvaro Vargas Llosa ha insistido en el nombre de Beatriz Merino, que siempre ha tenido buenos promotores.

Lo que ahora domina sin embargo es la desorientación. La misma que invade el proceso de escucha sobre Conga donde nadie se atreve a hablar al otro porque no tiene nada que ofrecer. En general estamos ante un gobierno que trata de explotar la ambigüedad que es lo único que le queda. Por eso el “momento adecuado” es cualquier momento. O sea ninguno.  

19.07.12
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miércoles, julio 18, 2012

Tarata y La Cantuta


Hace veinte años ocurrieron dos crímenes de lesa humanidad (no uno solo): en medio de una escalada Sendero Luminoso hizo explotar un coche bomba en el centro de Miraflores causando 20 muertos, muchos heridos y gran destrucción. Antier se han hecho las conmemoraciones recordando este terrible acontecimiento. Pero, apenas unas horas después del bombazo, el Grupo Colina entraba a la Universidad de Educación bajo la cobertura del toque de queda y secuestraba a nueve alumnos y un profesor, para asesinarlos al filo de la madrugada en la carretera Ramiro Prialé. Era el vuelto del gobierno Fujimori por el golpe recibido Para los servicios de inteligencia algunos de los estudiantes de La Cantuta eran cercanos a Sendero Luminoso y utilizaban los aparatos logísticos de la casa de estudios para la alimentación, hospedaje y refugio de sus cuadros. Habrá que esperar ciertamente ver los diarios de hoy para ver si todos los muertos injustos son tratados de la misma manera.

Pero a propósito de esto, el perseguido político más notorio de las redes sociales, acaba de inventar otro capítulo de la saga la “derecha calumniada”. En resumen, y para variar, son los caviares los que crearon la versión tan repetida según la cual Lima recién tomó nota del terrorismo con el atentado de Tarata. Bueno, eso es una mentira de mitómano, porque los que confesaron este sentimiento fueron políticos, empresarios, periodistas y otros que nunca habían sentido la muerte cerca en doce años de guerra por vivir en barrios que parecían invulnerables. Claro, el cándido de la revocatoria es diferente, a él, como lo cuenta en varios artículos lo buscaban las bombas por vivir cerca a embajadas o por hacer de cuidante de sus amigos que hacían el amor en un parque de San Isidro. Entonces él se dio cuenta del peligro y se las picó para España.

Pero hoy mismo cuando se hace el recuento de dos décadas, las expresiones siguen siendo que con Tarata el Estado reaccionó y se decidió a acabar con Sendero (Guzmán fue detenido en septiembre de ese año), lo que implica decir que la subversión había desafiado el centro del poder burgués y había que acabar con él. O sea decenas de atentados en Villa El Salvador, Villa María del Triunfo, Comas, Independencia, San Juan de Lurigancho, Ate y otros distritos populares, no terminaron de conmover al poder, como si lo hizo Tarata. Por supuesto para qué hablar de Ayacucho y otras regiones que perdieron un alto porcentaje de sus miembros. Aunque le duela, al que duele, hay un desdén implícito por el sufrimiento de los pobres que se repite en muchos otros aspectos de la vida.

En el curso de la guerra yo tuve que confirmar que el hombre acribillado en una calle de Vitarte era el dirigente textil Castilla, miembro del Comité Central del PUM. Estuve en riesgo en muchos vi ajes al interior, tanto por la represión como por los senderistas. Tuve que contar amigos muertos. En noviembre del 89, la izquierda marchó sola contra el paro armado de Sendero Luminoso que paralizó Lima. Pero de lo que más enorgullezco es de la serie de artículos polémicos que intercambiamos entra la revista Amauta que yo dirigía y el Diario de Sendero, que luego se reunieron en el libro “Guerra e Ideología”• (año 1990), que es como entendemos hasta hoy la “lucha ideológica”. De eso y de nunca haber perdido de vista que al lado de Tarata existió La Cantuta, que otros olvidan.

18.07.12
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Amnistías


Yo tenía 18 años cuando ingresé a la universidad, en tiempo de alta politización del movimiento estudiantil, y una de las primeras cosas que ganó mi atención fue la campaña por la amnistía para los presos políticos, que estaba dirigida a lograr la liberta de los guerrilleros de 1965 y de otros dirigentes de izquierda que estaban en la cárcel, entre ellos Hugo Blanco. Rápidamente nos identificamos con la idea sencilla de que los que estaban presos por razones políticas debían ser liberados, aunque nada parecía indicar que eso ocurriría durante el primer gobierno de Belaúnde, contra el cual se había levantado la guerrilla de Luis de la Puente y Guillermo Lobatón.

Por esa época circulaba un folleto denominado “Las guerrillas en el Perú y su represión” (El libro Blanco), elaborado por el Ejército que en cada página descargaba las peores denuncias contra los hombres que estuvieron en la guerrilla y su supuesto entorno conformado por abogados, sindicalistas y otros que habían intervenido en momentos en que estaba vigente la pena de muerte para los insurrectos, la que nunca se aplicó. El hecho es que muchos leímos ese documento, que en mi caso lo encontré en la sala e mi casa, y por supuesto no llegué a conocer a nadie que se sintiera tocado por sus denuncias. Y no sólo se trataba de la opinión militar, sino que la totalidad de medios arrancó a avisar que el radicalismo que se percibía en las universidades y campañas como la amnistía era el comienzo de una nueva etapa de violencia que vendría más adelante.

En octubre de 1968, Fernando Belaúnde fue derrocado por un golpe de Estado dirigido por el general Velasco y en diciembre de 1970, los propios militares dictaron una amnistía amplia que estaba asociada a las reformas y nacionalizaciones de ese período. A mí, el general Jorge Fernández Maldonado me dijo en los años 90, que los coroneles decidieron hacer una revolución para evitar que hubiese más enfrentamientos entre peruanos y la Fuerza Armada fuera obligada a matar campesinos. Ya sabemos que la historia fue mucho más compleja, que Morales Bermúdez traicionó a Velasco, se alió a la derecha y se enfrentó a las masas. Ese fue el prolegómeno del levantamiento senderista que se insertó en las frustraciones de la sociedad y generó una etapa de violencia mucho más traumática que lo anterior.

Ahora lo que me pregunto es que está pasando con los jóvenes del MOVADEF. Todo el mundo dice que lo que se tiene que hacer con ellos es hacerles ver videos de la guerra, revisar fotos y escribirles libros de historia para secundaria. Pero me temo que para quienes nacieron después de esa época aciaga eso va a ser como el libro blanco de los militares de hace casi 50 años. Un columnista (creo que era Godoy) contó en estos días una anécdota sobre un debate que Sendero venía boicoteando desde sus posiciones en la parte alta del auditorio. Ante esta situación el maestro de ceremonias invitó a alguien, de los que gritaban, pasara al frente y sustentara sus ideas. La intervención fue tan deficiente que el grupo senderista se retiró sigilosamente. ¿Se imaginan a Gonzalo Portocarrero enfrentado con Alfredo Crespo en el estrado? Porque lucha ideológica no es el retrato eterno de Tarata. Sobre todo si el Estado con el que se los enfrenta tiene la responsabilidad actual de muertos, heridos y otros crímenes que están a la vista.

17.07.12
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