El resorte que lleva a la derecha venezolana al
enfrentamiento, no es la crisis económica o la inseguridad ciudadana, que son
realmente los grandes problemas de la situación actual y los siente toda la
población, o porque quisieran defender el derecho a manifestarse, sino la
certeza de que la vía electoral para derrotar al chavismo que asumieron después
del fracaso del golpe de 2002 y del abstencionismo de los años siguientes, no
les da para alcanzar sus objetivos.
En todo caso el tema divide a sus dirigentes y ha empujado
al sector más duro a forzar el choque y buscar capturar la cabeza de la
oposición. Por el momento se puede decir que ya lograron que los reflectores
internacionales se centren en Leopoldo López y diluyan la figura de Capriles
que se ha mantenido en una posición incierta en medio de la última crisis. Los
peruanos, por ejemplo, que hemos sido saturados de Venezuela en estos días al
punto que cualquiera creería que nos hemos convertido en una provincia llanera,
no teníamos mayor referencia del líder del que ahora se habla a cada hora.
En el plano interno, la DBA venezolana ha puesto en
movimiento a estudiantes de universidades privadas y grupos organizados para la
batalla. Pero no puede llegar a la otra parte de la población descontenta no
derechista, que votó contra el gobierno en abril del año pasado y produjo un
resultado ajustado que derivó en fuertes tensiones políticas. Lo que se vio
entonces es que después de empujar la pelea y pretender desconocer el cómputo
oficial porque la diferencia era pequeña (lo que más bien confirmaba su
veracidad), Capriles y Cía., midieron que no podrían prolongar la resistencia y
se replegaron para otro momento.
López expresa, desde esta perspectiva, la olla de agua
hirviendo que es la derecha venezolana, que imagina cosas como que este es el
momento del golpe porque a la vista no hay elecciones, que la crisis económica
y la inseguridad van a desesperar a la gente y que en el exterior Estados
Unidos, Europa y la Alianza del Pacífico, así como todo el sistema empresarial
de prensa de América Latina y España van a apabullar con una misma versión a
las poblaciones. Lo estamos viendo, al extremo de haberse empezado a hablar de
una próxima “primavera venezolana”, que si nos atenemos a lo que han terminado
siendo las “primaveras” del norte del África y el Medio Oriente, lo que podemos
tener en el futuro es la primera sociedad latinoamericana colapsada y en guerra
civil permanente. Tal vez no sea ninguna casualidad que tal escenario se intente
trasladar a nuestro subcontinente en su principal potencia petrolera.
Lo que está otra vez en el centro de la crisis es si la
democracia electoral de nuestros países permite que todas las opciones
político-sociales puedan ejercer el poder o sólo vale democracia con
neoliberalismo. Como Chile en 1973.
20.02.15
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