sábado, febrero 01, 2014

Haciendo de Aguafiestas



Una mirada crítica del fallo de La Haya y de las verdades a medias y mentiras que se les están vendiendo a los peruanos.

El Perú es un país tan negado para las victorias, que ha tenido que fabricarse una a partir del veredicto de los jueces de La Haya. Si uno escucha la versión de la clase política e intenta sacar algo claro de los titulares entusiastas de todos los medios de comunicación, puede terminar entendiendo que la demanda para fijar los límites marítimos con Chile, tenía como objetivo agregar a nuestros límites una porción adicional de mar, de cualquier mar. De esa  forma es que se explica esa cuenta que ha aparecido en estos días que subraya que hemos recuperado 50 mil kilómetros cuadrados del llamado “mar de Grau”, que se completa con la afirmación de que nos han concedido el 70% de lo requerido ante la corte.

Ambas mediciones son falaces porque lo que estaba en controversia real eran 37 mil 750 kilómetros cuadrados, que corresponden al conocido como “triángulo interior” que se ha repartido finalmente entre 21 mil km2 para Perú y 16 mil para los chilenos. En términos porcentuales, el primero recibe el 58% de lo solicitado y el segundo el 42%, con la tremenda diferencia que el área que retiene Chile es la más cercana a la costa y la única de gran valor pesquero, mientras que la que recibimos empieza a correr en la milla 81 y tiene un potencial económico muy inferior, sobre todo tomando en cuenta el escaso desarrollo de la pesca de altamar en nuestro país, donde casi todo el esfuerzo pesquero está orientado a la anchoveta y la producción de harina de pescado. 

Los 28 km2 del “triangulo exterior” que comprende la zona más allá de las 200 millas chilenas siguiendo el paralelo, y sobre la cual recae la proyección marítima del Perú, era una parte del mar no ocupada y sobre la cual la Corte ha evitado pronunciarse dando por sentado que somos los responsables por no haber ejercido derechos hasta ahora. No veo sentido, por tanto, de sumar esta extensión a la del nuevo límite salvo para inflar el resultado. Si el argumento principal de la diplomacia peruana era que no había un límite aceptado por las partes y que bajo esa premisa la Corte debía establecer la fórmula de mayor justicia que era la equidistancia, la conclusión a estas alturas debe ser que no logramos convencer a los hombres y mujeres de La Haya.

La tesis que ha prevalecido es que sí había un “límite tácito”, que está expresado en el texto del Convenio Pesquero de 1954 (“…creando una zona especial de 10 millas de ancho a cada lado del paralelo que constituye el límite marítimo”), aunque no se sepa dónde ni cuando se fijó este límite y hasta que distancia se extendía.  A eso además se añade la práctica peruana de aceptar sin cuestionarlo la ocupación del mar por sus vecinos y la persecución, captura y sanción de barcos de pesca peruanos sobre esas aguas sin protestas formales que especificaran que no era un espacio de frontera. Esto es lo que dicen los jueces y lo que no puede conducir al simplismo de que nos dieron las razón cuando no nos la dieron.

La demanda como conjunto


Visto en su complejidad el fallo implica que los jueces han dicho que había algún límite marítimo que funcionaba ente los dos países e indicios de que el Perú se allanó por largos años sin impugnar la situación. De ahí que su resolución definitiva apunte sólo a responder hasta dónde se puede alargar este derecho implícito. Y ahí es donde inventan el punto B a 80 millas de la costa que asegura que la zona pesquera quede dentro del espacio chileno y trazan la bisectriz que se supone hace equitativo el nuevo mapa entre los dos países. ¿Y eso es lo que estamos celebrando? Cuando deberíamos colgar ante la historia a nuestra clase dirigente que pactó y actuó contra los intereses nacionales. Que a pesar de todo, la Corte haya buscado concederle al Perú la línea mar afuera, refleja de alguna forma que teníamos razón en demandar una distribución más justa de los derechos marinos. Pero sería autoengañarnos imaginar que toda nuestra argumentación estaba hecha para obtener porciones de mar a una distancia que no hemos estado ocupando en ningún lugar de nuestro litoral de más de más de 2 mil kilómetros de largo.

Otra falacia es la que dice que en este tipo de controversia de derecho internacional nunca se obtiene el 100% y que lo conseguido por el Perú está por encima de los promedios normales. Ya hemos anotado lo equívoco de querer medir los logros en cantidad de kilómetros cuadrados de agua. En realidad lo que se fue a pedir fue una declaratoria de que no había frontera, un punto de referencia en tierra para la nueva línea de demarcación, un criterio de equidistancia desde la costa hasta la profundidad del mar y el reconocimiento del “triángulo externo” como parte del mar peruano. Todo esto es lo que aparece en los ítems votados por los jueces que han respondido a cuestiones sustantivas y no a cantidad de agua para cada lado. Inténtese cuantificar los logros alcanzados en cuanto al tenor de la demanda y se verá que el porcentaje es mucho más bajo de lo que se dice.

Algo más, si fuese imposible llegar al 100% de la posición peruana y esto se midiera a partir de cuánto paralelo y bisectriz obtiene cada una de las partes, habríamos estado engañando a los tacneños a los que se les hizo creer que podrían superar su actual enclaustramiento teniendo frente a ellos un mar que no les pertenece. Aún si la Corte hubiera aplicado el criterio de las 12 millas ajustándose a la Convención del Mar, para la línea paralela antes de la bisectriz, Tacna no hubiera podido salir de su situación. Entonces de dónde vino la discusión que se mantuvo durante meses sobre los pescadores que ganan o pierden a ambos lados de la frontera como el problema socioeconómico de este fallo, cuando lo que ha prevalecido es el estatus quo pesquero y ya no hay manera de modificarlo.

Perdonen los que me leen si no comparto los entusiasmos por el fallo de La Haya, pero debe haber quiénes echen agua fría a los políticos tramposos que quieren convencernos de su gran éxito y a los empresarios que han venido sosteniendo que lo importante es que ya hay frontera, no importa la que sea, y volvamos a los negocios. 

01.02.14
Publicado en Hildebrandt
en sus Trece

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Otro de los errores de Torre Tagle, es haber designado como Juez Ad Hoc del Perú al jurista francés Gilbert Guillaume. Quien no defendió la demanda peruana al interior de la CIJ. Constatar estas acciones que afectan nuestra dignidad como país, es decepcionante. Esta política del avestruz es una constante. Detenidos cerca de 15 embarcaciones pesqueras artesanales por los chilenos, el gobierno peruano es indiferente...

Unknown dijo...

El Perú solo tuvo una oportunidad de recuperar sus territorios perdidos después de 100 años con el General JUAN VELASCO ALVARADO , fatalmente con la traición de Morales Bermudez cambia toda la historia del Perú que hoy día lamentamos, al margen de esto se pensó que podríamos recuperar mediante la Justicia Internacional ojo que fuimos demandante y con la Resolución que es Inapelable ¿existe otra solución? estamos preparado para otra alternativa, si todo los Gobiernos posterior al General VELASCO se dedicaron a otras cosas que el pueblo sabe los que están vivos uno esta en la cárcel y dos esta en investigación y el que esta pasando tranquilo es el traidor Morales Bermudez debe estar en la cárcel por traición a la patria.
RAÚL CABALLERO TORRES