Una mirada crítica del fallo de La Haya
y de las verdades a medias y mentiras que se les están vendiendo a los
peruanos.
El Perú es un país tan negado para las victorias, que ha
tenido que fabricarse una a partir del veredicto de los jueces de La Haya. Si
uno escucha la versión de la clase política e intenta sacar algo claro de los
titulares entusiastas de todos los medios de comunicación, puede terminar
entendiendo que la demanda para fijar los límites marítimos con Chile, tenía como
objetivo agregar a nuestros límites una porción adicional de mar, de cualquier
mar. De esa forma es que se explica esa
cuenta que ha aparecido en estos días que subraya que hemos recuperado 50 mil
kilómetros cuadrados del llamado “mar de Grau”, que se completa con la
afirmación de que nos han concedido el 70% de lo requerido ante la corte.
Ambas mediciones son falaces porque lo que estaba en
controversia real eran 37 mil 750 kilómetros cuadrados, que corresponden al
conocido como “triángulo interior” que se ha repartido finalmente entre 21 mil
km2 para Perú y 16 mil para los chilenos. En términos porcentuales, el primero
recibe el 58% de lo solicitado y el segundo el 42%, con la tremenda diferencia
que el área que retiene Chile es la más cercana a la costa y la única de gran
valor pesquero, mientras que la que recibimos empieza a correr en la milla 81 y
tiene un potencial económico muy inferior, sobre todo tomando en cuenta el
escaso desarrollo de la pesca de altamar en nuestro país, donde casi todo el
esfuerzo pesquero está orientado a la anchoveta y la producción de harina de
pescado.
Los 28 km2 del “triangulo exterior” que comprende la zona
más allá de las 200 millas chilenas siguiendo el paralelo, y sobre la cual
recae la proyección marítima del Perú, era una parte del mar no ocupada y sobre
la cual la Corte ha evitado pronunciarse dando por sentado que somos los
responsables por no haber ejercido derechos hasta ahora. No veo sentido, por
tanto, de sumar esta extensión a la del nuevo límite salvo para inflar el
resultado. Si el argumento principal de la diplomacia peruana era que no había
un límite aceptado por las partes y que bajo esa premisa la Corte debía
establecer la fórmula de mayor justicia que era la equidistancia, la conclusión
a estas alturas debe ser que no logramos convencer a los hombres y mujeres de
La Haya.
La tesis que ha prevalecido es que sí había un “límite
tácito”, que está expresado en el texto del Convenio Pesquero de 1954 (“…creando
una zona especial de 10 millas de ancho a cada lado del paralelo que constituye
el límite marítimo”), aunque no se sepa dónde ni cuando se fijó este límite y
hasta que distancia se extendía. A eso
además se añade la práctica peruana de aceptar sin cuestionarlo la ocupación
del mar por sus vecinos y la persecución, captura y sanción de barcos de pesca
peruanos sobre esas aguas sin protestas formales que especificaran que no era
un espacio de frontera. Esto es lo que dicen los jueces y lo que no puede conducir
al simplismo de que nos dieron las razón cuando no nos la dieron.
La demanda como conjunto
Visto en su complejidad el fallo implica que los jueces han
dicho que había algún límite marítimo que funcionaba ente los dos países e
indicios de que el Perú se allanó por largos años sin impugnar la situación. De
ahí que su resolución definitiva apunte sólo a responder hasta dónde se puede
alargar este derecho implícito. Y ahí es donde inventan el punto B a 80 millas
de la costa que asegura que la zona pesquera quede dentro del espacio chileno y
trazan la bisectriz que se supone hace equitativo el nuevo mapa entre los dos
países. ¿Y eso es lo que estamos celebrando? Cuando deberíamos colgar ante la
historia a nuestra clase dirigente que pactó y actuó contra los intereses
nacionales. Que a pesar de todo, la Corte haya buscado concederle al Perú la
línea mar afuera, refleja de alguna forma que teníamos razón en demandar una
distribución más justa de los derechos marinos. Pero sería autoengañarnos
imaginar que toda nuestra argumentación estaba hecha para obtener porciones de
mar a una distancia que no hemos estado ocupando en ningún lugar de nuestro
litoral de más de más de 2 mil kilómetros de largo.
Otra falacia es la que dice que en este tipo de controversia
de derecho internacional nunca se obtiene el 100% y que lo conseguido por el
Perú está por encima de los promedios normales. Ya hemos anotado lo equívoco de
querer medir los logros en cantidad de kilómetros cuadrados de agua. En
realidad lo que se fue a pedir fue una declaratoria de que no había frontera,
un punto de referencia en tierra para la nueva línea de demarcación, un
criterio de equidistancia desde la costa hasta la profundidad del mar y el
reconocimiento del “triángulo externo” como parte del mar peruano. Todo esto es
lo que aparece en los ítems votados por los jueces que han respondido a
cuestiones sustantivas y no a cantidad de agua para cada lado. Inténtese
cuantificar los logros alcanzados en cuanto al tenor de la demanda y se verá
que el porcentaje es mucho más bajo de lo que se dice.
Algo más, si fuese imposible llegar al 100% de la posición
peruana y esto se midiera a partir de cuánto paralelo y bisectriz obtiene cada
una de las partes, habríamos estado engañando a los tacneños a los que se les
hizo creer que podrían superar su actual enclaustramiento teniendo frente a
ellos un mar que no les pertenece. Aún si la Corte hubiera aplicado el criterio
de las 12 millas ajustándose a la Convención del Mar, para la línea paralela
antes de la bisectriz, Tacna no hubiera podido salir de su situación. Entonces
de dónde vino la discusión que se mantuvo durante meses sobre los pescadores
que ganan o pierden a ambos lados de la frontera como el problema
socioeconómico de este fallo, cuando lo que ha prevalecido es el estatus quo
pesquero y ya no hay manera de modificarlo.
Perdonen los que me leen si no comparto los entusiasmos por
el fallo de La Haya, pero debe haber quiénes echen agua fría a los políticos
tramposos que quieren convencernos de su gran éxito y a los empresarios que han
venido sosteniendo que lo importante es que ya hay frontera, no importa la que
sea, y volvamos a los negocios.
01.02.14
Publicado en Hildebrandt
en sus Trece
2 comentarios:
Otro de los errores de Torre Tagle, es haber designado como Juez Ad Hoc del Perú al jurista francés Gilbert Guillaume. Quien no defendió la demanda peruana al interior de la CIJ. Constatar estas acciones que afectan nuestra dignidad como país, es decepcionante. Esta política del avestruz es una constante. Detenidos cerca de 15 embarcaciones pesqueras artesanales por los chilenos, el gobierno peruano es indiferente...
El Perú solo tuvo una oportunidad de recuperar sus territorios perdidos después de 100 años con el General JUAN VELASCO ALVARADO , fatalmente con la traición de Morales Bermudez cambia toda la historia del Perú que hoy día lamentamos, al margen de esto se pensó que podríamos recuperar mediante la Justicia Internacional ojo que fuimos demandante y con la Resolución que es Inapelable ¿existe otra solución? estamos preparado para otra alternativa, si todo los Gobiernos posterior al General VELASCO se dedicaron a otras cosas que el pueblo sabe los que están vivos uno esta en la cárcel y dos esta en investigación y el que esta pasando tranquilo es el traidor Morales Bermudez debe estar en la cárcel por traición a la patria.
RAÚL CABALLERO TORRES
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