miércoles, febrero 26, 2014

La obra del señor presidente

En la escuela, por lo menos a la que nos tocó asistir, a los presidentes se les recordaba por las obras que hicieron durante su gobierno. Así a Balta lo asociaban al tren hacia La Oroya, a José Pardo con los tranvías de Lima, a Leguía con las carreteras y las grandes avenidas, a Odría con los hospitales del Seguro y la Grandes Unidades Escolares y a Belaúnde con la marginal.

Todavía tengo en el recuerdo una página en blanco de El Comercio, que se titulaba la obra del señor presidente, en referencia a Manuel Prado. Tal vez estas cosas y la memoria de su primer gobierno en el que fácilmente le hubieran podido repetir el mismo aviso, motivaran a Alan García al comenzar la segunda mitad de su segundo gobierno, a lanzarse a un plan acelerado de obras con el claro propósito que esas fueran el símbolo de su gestión.

Todos le han escuchado decir que hizo 151 mil obras, entre grandes y pequeñas, y que nos dejó la refacción del Estadio Nacional, los colegios emblemáticos, el tren eléctrico hasta la avenida Grau, el teatro nacional, entre otras, que como se hace evidente priorizaron la inversión en Lima, donde mayor número de personas podían notar los resultados. Fue, sin duda, un atropello, a la autoridad municipal, ya en tiempo de Castañeda y luego con Susana Villarán, al competir con los medios del poder central en las tareas de la renovación urbana.

Y fue también un alarde de centralismo, pensando que Lima tiene la tercera parte de los votos para cualquier elección nacional. También fue un despliegue de arreglos deshonestos, pero ese tema no es el de esta nota y lo dejamos entre paréntesis. El punto es que para Ollanta Humala, su sucesor, la Línea 2 del Tren Eléctrico, la que irá de Ate hasta el Callao por vía subterránea, tiene todas las fachas de venir envuelta con el mismo síndrome de la gran obra limeña de la que se jacta Alan García.

En otras palabras el presidente ya no imagina ser recordado por “la gran transformación” que nunca hubo, sino por que hizo un primer tramo del Metro bajo tierra. Para esto están trabajando sus ministros y funcionarios para una licitación que se viene muy costosa y para desalojar a quién sea de los espacios que se requieren para la obra emblemática de este gobierno. En esa lógica se quiere amputar 11.5 Has al Mercado de Santa Anita, o sea desvestir un santo para vestir otro, distorsionar una obra municipal largamente postergada justo cuando ya está en pleno desarrollo.

Sabemos cuán narcisistas pueden ser nuestro gobernantes en la determinación de prioridades. Pero Humala cometería un grave error si no replantea el diseño del tren y deja de pensar en los terrenos del mercado.  Apenas un poco más de coordinación y sentido común para hacer lo necesario.  

26.02.14

1 comentario:

Alexander Zegarra dijo...

Buen análisis.

Lo que con na inversión de 10,000 millones se podría hacer, dejando del lado el capricho presidencial:

- Varios Mega Proyectos de Irrigacion tipo Chavimochic, Majes-Sihuas, Olmos que podrian generar renta y trabajo.
- Varios Mega Proyectos Mineros tipo, Las Bambas, Toromocho, o Conga.
- Varias carreteras transoceanicas, megapuertos y el tren longitudinal.

Hay muchas mejores cosas que hacer.

Alexander Zegarra