Una de las mejores cosas del superaumento a los ministros y
sus funcionarios más cercanos, nombrados por su poderoso dedo, es que quién ha
dicho que si hay la plata para duplicar sus remuneraciones, es uno de sus
beneficiados y el capitán de un pelotón de enfajinados que se fue formando poco
a poco con la buena gente del MEF, en la medida que el del mechoncito se fue
haciendo cada vez más irremplazable para un presidente convencido que lo último
que podía ocurrirle a su gobierno después de muchos errores y frustraciones era
que también se le cayera el crecimiento económico.
Así Castilla fue acumulando puestos para sus amigos,
extrayéndolos de las filas del ministerio al que Humala como candidato acusaba
de ajustarle el dinero a las regiones y a los programas sociales, a los
maestros, a los médicos y demás trabajadores estatales; de organismos asociados
como Proinversión donde se fraguaban las privatizaciones y concesiones, que el
nacionalista decía que debían revisarse por ser mayoritariamente corruptas y
antinacionales; y directamente de los organismos internacionales como el Banco
Mundial, que son por dónde pasan los tecnócratas antes de entrar a los
gobiernos. Pero no sólo puso ministros tan brillantes como el de Energía y
Minas (que huevea con lo del gaseoducto, la refinería, los pozos, la
recuperación del lote 88, etc., y no hace nada) y varios otros, sino que
también intervino para colocar viceministros, secretarios generales y gerentes
públicos. Es decir una red de relaciones como antes no ha existido, mientras
los grandes medios decían que quién mandaba en el país era la primera dama.
Ahora, el aumentazo se puede tomar en gran medida como un
premio a toda la mancha castillista que según su promotor y financiador se hace
para no sufrir una eventual fuga de talentos, empezando por su propio talento y
el de todos sus amigotes. Pero, si fuera así, ¿por qué no hubo uno que se fuera
en los años anteriores? No me refiero sólo al tiempo de Humala, en el que el
único de este grupo que perdió el cargo por pegalón de mujeres regresó al en el
MEF seguro porque nadie quería su “talento” fuera del Estado. En realidad los
Castilla, Merino, Cornejo Von Hesse, llevan mucho más de tres años en el
Estado, algunos de ellos vienen desde Fujimori y nada indica que hubieran
querido irse si no se les duplicaba el sueldo.
Mejor sería decir que querían ganar más y se agarraron del
cuento de la meritocracia para inventarse méritos para sí mismos. Un ejercicio
de desvergüenza pocas veces visto. El mismo ministro que habló de vacas flacas
el año pasado para explicarle a su presidente que había que meterle hacha al
presupuesto de las regiones y que planta presidentes regionales y alcaldes,
cuando vienen a reclamarle a Lima, ha dado comienzo al gobierno de la concha.
Así de simple.
11.02.14
1 comentario:
Excelente análisis. Y creo que eso también tiene que ver con que los concursos de la alta tecnocracia estén amañados (amiguismos le dicen) tal como sucedió hace podo en PRODUCE. Se aumenta sueldos dizque para atraer a los mejores, lo que no nos dicen es que se mantiene a los mejores amigos y collera. Asumo que mantener el modelo en este periodo electoral implica tener doble trabajo, por eso se suben los sueldos.
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