Muchos de los que se oponen a la aprobación de la llamada
unión civil que permitirá a los homosexuales que hacen vida en común ser
reconocidos con los derechos de cualquier otra pareja, utilizan el argumento de
que se trata de una minoría que no puede imponerse a una mayoría.
Imagino que ahora que la encuestadora GFK que trabaja con La
República ha detectado que el apoyo a esta iniciativa llega a 26% y la
oposición a 65%, la idea de que este tema se enfrenta al sentimiento
mayoritario probablemente se reforzará.
No importa mucho si en la misma encuesta, en forma
contradictoria, un 45% dice estar de acuerdo con el Papa que considera que no es
nadie para juzgar a los homosexuales, y 33% manifiesta su desacuerdo.
Si fuera que no debemos juzgar a los que tienen, por la
razón que sea, una sexualidad distinta a la de la mayoría, ¿por qué habría que
negarles el derecho de legalizar su unión, si esto no afecta sus propios
derechos como heterosexuales?
Pero hay algo más de fondo. La idea de la democracia como un
aplastamiento de la mayoría sobre la minoría es extremadamente peligrosa. Mucho
más si la mayoría ha sido construida por una cultura machista, que incluye el
miedo a la homosexualidad como si amenazara el orden natural, y por valores
religiosos que apuntalan el prejuicio.
Forjar un sistema de convivencia requiere integrar mayorías
y minorías. Nos subleva que en otros países una porción de nacionales pretenda
arrebatarles derechos a minorías inmigrantes, porque creen que les están quitando
oportunidades y aspiran a usar el voto mayoritario para conseguirlo.
Finalmente el fascismo fue un régimen de mayorías
fanatizadas que dieron sustento ya no a una conculcación de derechos, sino
directamente al genocidio de las minorías judías, gitanas y homosexuales, bajo
el principio de la pureza aria y la virilidad.
Es interesante apreciar que la encuesta GFK muestra que las
menores resistencias a la unión civil entre homosexuales se presentan en los
estratos A/B (37% de aprobación), en Lima (32% de aprobación) y en el tramo de
edad entre 18 y 24 años (36% de aprobación).
Algo debe querer decir que los jóvenes sean más sensibles a
este tema, así como los sectores con mayor capacidad económica y la parte del
país donde hay mayor información.
Para el movimiento de personas homosexuales, lo que sale
claro es que los tiempos están cambiando pero todavía hay un largo camino por
recorrer. En todos los países en los que ya existe el matrimonio gay o formas
intermedias como la unión civil, hubo siempre muchas resistencias en el
comienzo hasta alcanzar una mayor aceptación.
Hoy se puede ver que en la Argentina, Uruguay, Brasil y
otros 13 países que ya reconocen este derecho no ha pasado nada. La gente no se
ha vuelto gay en forma masiva, pero si hay personas que se sienten más
felices.
30.09.13
1 comentario:
"Algo debe querer decir que los jóvenes sean más sensibles a este tema, así como los sectores con mayor capacidad económica y la parte del país donde hay mayor información."
"Jóvenes y apoderados", más que ilustración, suena a decadencia.
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