Imagino que Ollanta debe estarse preguntando por qué tan
pocos aplausos por la caída de Alipio y Gabriel, y tanto abucheo y objetos
lanzados por el aire después de la derrota del equipo peruano de fútbol ante su
similar uruguayo, en la que no tuvo arte ni parte, salvo que se entienda que la
presencia presidencial en el Estadio con la camiseta de la selección,
significaba que quería bañarse con la gloria de un eventual triunfo y tuvo finalmente
que vérselas con la decepción.
Que había rabia futbolera, sobre todo después de la ilusión
alimentada por la prensa de que tras ese partido nada nos paraba hasta el
Mundial, es indudable. Pero: ¿por qué
sobre el presidente? Algunos dirán que es porque personifica a la nación y en
ese momento de cólera los peruanos estábamos molestos con nuestro propio país.
Puede tener sentido. Pero creo que hay otros elementos que vinculan el
incidente con la política nacional. En primer lugar, porque se trata de un
obvio mensaje de que se ha perdido el respeto a su autoridad, por lo menos de
parte de la población.
Sería un error, relacionar este brote exclusivamente con las
barras bravas que pueblan los estadios. Después de todo, hace poco más de un
mes en Lima y otras ciudades, se extendían las protestas y la gente se rebelaba
a las reformas tardías y llenas de trampas del gobierno, así como a la
repartija del poder entre los partidos políticos. Esta semana comenzó la
movilización contra el Canon que irá creciendo en los siguientes días. Desde
abril, Humala y la primera dama son castigados por las encuestas que les están
haciendo perder cada vez más apoyo.
Todo esto significa que Ollanta se ha privado por su propia
responsabilidad de lo que eran sus bases de sustento. Pero para que la
decepción y la protesta se conviertan en agresión, hay otro ingrediente clave:
que se perciba que estamos ante un gobernante débil, que se está convertido en
la piñata de los medios que le sacan cosas atacándolo; de los empresarios que
declaran que no tienen confianza en el gobierno que los engríe; de los
tecnócratas empezando por los ministros de Economía y Energía y Minas, que le
manejan el Estado; y de Nadine que lo desplanta en público.
Alguien que ha mostrado tan poco amor propio, está expuesto
a que una turba molesta por un partido de fútbol, se le vaya encima no a
recriminarle sobre una u otra medida de gobierno, sino porque están irritados y
nada más. Pero el punto es que ya dieron el primer paso y no augura nada bueno.
¿Qué hará Ollanta?, ¿se picará, tipo Alan, y mandará pegarles a los que
aparecen en los videos?, ¿evitará eventos públicos, especialmente en Lima?, ¿se
esforzará en construir una imagen diferente? Habrá que esperar.
08.09.13
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