“Yo no me defiendo con acciones de amparo o con llantos.
No rehúyo ni evito ninguna investigación” (Declaración de Alan García, 3 de
abril 2013)
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Algunas
personas creen que García es un genio, del mal se entiende, pero genio al fin.
Es decir que puede meterse en los más escabrosos problemas y lograr salir de
ellos.
El rostro
de autosuficiencia, el andar como si todos tuviéramos la obligación de
despejarle la calle y su infinita variedad de afirmaciones que se contradicen
unas con otras (como eso de no defenderse con amparos, para hacerlo apenas un
mes después), impresionan porque el tipo siempre parece que va a terminar
saliéndose con la suya.
La semana
pasada tuvimos la noticia de que la empresa española de electricidad y construcción,
Abengoa, lo nombraba en su staff de consultores internacionales, no porque
tuviese alguna relación profesional con los temas, sino por haber sido el
presidente que los ayudó a ganar concesiones de obras en el Perú.
Y, pocos
días después, un juez le concedió un insólito amparo contra los procedimientos
de investigación seguidos por la Megacomisión del Congreso, no para que se
corrija algún error de forma, sino para anular lo actuado desde el día en que
se citó al expresidente (8 de marzo de 2013), que incluye sus declaraciones
ante los comisionados del 3 de abril, donde figura también aquello de que no
llora ni se ampara contra las investigaciones.
La
historia de García está llena de empresas amigas, que lo mueven a decir que si
vuelve a tener la banda presidencial traerá muchas más inversiones (como si
fueran regalos que se otorgan a países con presidentes convincentes), y de
jueces y fiscales que siempre encuentran subterfugios legales para salvarlo.
El
Ministerio Público hace un tiempo mandó a archivarse la investigación sobre los
colegios emblemáticos, porque no encontró nada anormal que se construyeran al
amparo de un decreto de urgencia, que los ejecutores se escogieran a dedo y que
resultaran beneficiadas casi las mismas empresas para todas las obras, que
además terminaron costando mucho más que lo presupuestado.
Otra vez,
el ego colosal reconfortado.
En el Tribunal
Constitucional, no hace mucho, se votó de una manera enredada una resolución
que recalifica la matanza de El Frontón como delito simple y no de lesa
humanidad (¡) y que prohíbe iniciar
nuevos procesos después que concluya el actual que están mandando a la
prescripción y en el que no figura AGP.
También
está en trámite el caso del Comando Rodrigo Franco y García no está ni citado a
declarar, y muchos anticipan que volverá
a imponerse la lógica de la impunidad que se ve por todas partes.
Más motivos
para sentirse invulnerable.
El común
de la gente, por supuesto, no piensa como los jueces y fiscales que actúan de
rescatistas del dos veces expresidente, ni cómo los medios que lo citan para
que su versión sea la única que se escuche.
García,
como Toledo, ya no pueden caminar por la calle sin que alguien les haga
recordar su condición de corruptos. Sólo que el primero tiene matones
igualmente premunidos de impunidad que aporrean a los que protestan porque se
sienten burlados en sus aspiraciones de justicia.
Pero
genio, genio, García no es.
Tal vez
astuto, cínico y avezado. Pero nadie puede ser genial y responder lo que dijo
ante una comisión que lo estaba investigando y que ahora trata de borrar de la
documentación acumulada con el auxilio de un juez delivery.
Nadie se
compra una casa y dice que tiene los ingresos para pagarla al contado con sus
ingresos de nueve meses, sin trabajar.
Hasta
Toledo ha tenido que inventar una historia truculenta para justificar sus
adquisiciones en este rubro, mientras García asegura que sus amigotes políticos
y empresariales le pagan sus caprichos. Por eso vive en las Casuarinas, tiene
casa en San Antonio, y propiedades en París y Bogotá, circula en BMW y se da
vida de ricos.
Porque no
sólo la plata le llega sola, sino una interminable lista de cosas que se le
ofrecen porque quién otro podría administrar el modelo neoliberal como él lo
hace. Y eso tiene que costar.
25.09.13
Columna
de Wiener
Miércoles
de Política Nº 13
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