Mudez e invisibilidad

Castañeda ya no es solo mudo, también se ha vuelto invisible. Las cosas que suceden en el país no le conmueven y tampoco tiene nada que decir de una ciudad en trance, mal que bien, de reforma, que se supone él haría mejor. Pero lo peor de todo, el hombre se oculta como si tuviera algo que esconder o se sintiera próximo a ser pillado.

La idea de que esta desaparición forzada (auto-forzada), cuando las encuestas todavía le dan un amplio favoritismo, sea parte de una “estrategia”, y que la explicación al vacío de candidato se arregle con la frase “las obras hablan solas”, pueden reputarse como una excusa envuelta en propaganda, pero habría que ser demasiado despistado para tomárselas en serio.

Un sondeo reciente de la UNI ya ha detectado que la invisibilidad silenciosa de Castañeda le está representando un costo creciente a su ventaja inicial. Pero el mudo sigue mudo y cada vez más ausente. La pregunta salta a los ojos: ¿qué se propone actuando así?

Tenemos varias alternativas de respuesta a este misterio, que desconcierta no sólo a los adversarios sino a sus mismas huestes:

(a)   La primera posibilidad es que su actitud sea arrogancia pura de un tipo que no siente el menor respeto por los otros candidatos y por los electores, y que se la ha creído que está compitiendo solo y que la gente va a votar por él orientado por las encuestas y los medios;

(b)   La segunda, es que sea una manifestación de inseguridad patológica, que le hace temer que cualquier exposición lo termine bajando del mito del “gran constructor y administrador”, que se ha instalado sin que nadie recuerde las grandes obras y la gestión ejemplar que dice haber hecho, y que evita caer en una emboscada donde tenga que responder por los actos de corrupción en que está comprometido;

(c)    La tercera es que esté afectado por una profunda desconfianza hacia su propia propuesta de plan de gobierno, que ya ha sido considerada por todos los especialistas en gestión urbana, como débil respecto a las necesidades reales de la ciudad e inconsistente con la virulencia con la que se refieren a la gestión saliente;

(d)   La cuarta, que le está pasando algo personal que no quiere que los demás se enteren y que lo mantiene fuera de la luz pública. 

Sea como sea Castañeda está queriendo demostrar que puede ganar sin estar, que quizás quiera decir que pretende gobernar también sin dar la cara. Con este concepto el mudo está agregando una carga adicional a la crisis que ya sufre la política peruana. Haber juntado un montón de alcaldes reeleccionistas con tremendos anticuchos en sus jurisdicciones y limitarse a prometer más obras, es una burla al electorado, como era la revocatoria con la banda de Marco Tulio.    

02.08.14

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