domingo, agosto 31, 2014

El 11 de septiembre de 1973 y como me hice parte de la tragedia

Estaba por cruzar la primera cuadra de la Avenida Petit Thouars, en el cruce con la Avenida 28 de julio, para llegar a mi trabajo en el ministerio de Vivienda, en el llamado Edificio Cosmana, donde mi padre solía contarme que mataron a Luis Negreiros algunos meses después de mi nacimiento, cuando me cruzó un vendedor de diarios que ofrecía una edición especial de la Ultima Hora, la versión popular del derechista La Prensa, que llevaba como título “Golpe Militar en Chile”, con una foto en primera página de los aviones bombardeando el Palacio La Moneda.

Me detuve y compré ese diario por el que pagué muy pocas veces en mi vida. El despacho que transcribía de la Agencia AP de los Estados Unidos era breve y la foto era de la misma procedencia. La velocidad de las comunicaciones hace 41 años no podía ser mayor que eso. A las 9 de la mañana, empezaba a saber que había comenzado el último capítulo del gobierno de la Unidad Popular, y se abría para chile una larga y brutal noche dictatorial. Confieso que sentí como un profundo hincón a la altura del vientre y perdí las ganas de hundirme entre papeles en la oficina que tenía al frente.

Se habían cumplido poco menos de tres meses desde el “tancazo” de junio, cuando también se tituló de que había golpe y sectores de derecha de los medios peruanos siguieron la ilusión de sus congéneres del sur y llegaron a creer que Allende y su gobierno se rendiría al desacato de un regimiento blindado. Los tanques fueron detenidos por los trabajadores y los militantes de la izquierda, que le dieron el tiempo al general Pratts para concentrar sus fuerzas y derrotar la intentona. Pero desde entonces la cofradía golpista que trabajaba día y noche, con la directa intervención de los Estados Unidos que había llenado de agentes los hoteles de Santiago y Valparaíso, había completado el aprendizaje necesario para la acción decisiva.

Esa mañana, en la que me paralizó la noticia, intuí, como casi todos, que este no era un nuevo “tancazo”, sino que estábamos ante la batalla total y que lo más probable sería que los trabajadores y el pueblo chileno serían aplastados a sangre y fuego. En las horas siguientes nos coordinamos con varios compañeros para recoger noticias sobre lo que estaba pasando. Fue un día interminable. Muchos peruanos sobre los veinte o treinta años que nunca pasamos lo que sabíamos que estaba pasando al otro lado de la frontera (en el Perú, teníamos el gobierno militar progresista de Velasco, que fue amigo del de Allende y enemigo frontal del de Pinochet), esperábamos que algo pusiese ocurrir para revertir lo que había empezado como una violenta derrota.

A media mañana supimos que el presidente Allende había muerto con una metralleta en la mano y un casco de combate. Los radicales de izquierda lo habíamos visto siempre como un reformista, lo que era casi una degradación en el santoral revolucionario, y un ingenuo creyente en la democracia, las instituciones militares respetuosas de la Constitución, y en la negociación política con sus adversarios. Pero esa imagen, a la que se le imputaba las contradicciones del régimen y los frenos al desarme de sus enemigos, no se ajustaba bien con la del presidente mártir resistiendo a tiros en el Palacio de Gobierno. Recuerdo que cuando llegaron las informaciones que confirmaban la muerte del primer presidente socialista electo en América Latina, se agregaron notas que señalaban que se había suicidado con la metralleta que le había regalado Fidel Castro.

Para los que estábamos al otro lado de la noticia empezó entonces una controversia. Todos estábamos impresionados del sacrificio de un hombre del que no esperábamos un gesto tan fuerte en una hora tan decisiva. Pero algunos se molestaban de la sola idea que se pretendiera que se había suicidado cuando los únicos testigos vivos eran los propios golpistas. Tenían que haberlo asesinado y luego inventado la historia del suicidio. Mi amigo Alberto zanjó el dilema: lo hayan matado en combate o se haya quitado la vida él mismo para evitar que lo capturen vivo, Allende es un héroe que no se rindió a sus enemigos. Y nos quedamos con esa sentencia.

La noche


El 11 de septiembre de 1973, había durado más de lo normal, pero no había concluido. En la Plaza Dos de Mayo, frente al local de la CGTP, estábamos concentrados trabajadores, estudiantes, intelectuales, miles de miles de personas que buscaban una explicación y alguna luz por lo que imaginábamos que estaba pasando en Chile,  donde además teníamos muchos compatriotas integrados en el proceso político de esos años.

El altoparlante de la Central Sindical había establecido un extraño diálogo con los presentes, trasmitiendo despachos que llegaban desde diversos lugares de Chile y hablaban de resistencias que fueron mucho más débiles de lo que decían, si acaso existieron. Se informaba de regimientos que se negaban a plegarse a los golpistas y en la apoteosis escuchamos una nota que indicaba que el general Pratts, que entonces ya estaba en el retiro, marchaba sobre Santiago con diversos batallones del sur del país. La Plaza rompió en aplausos, queríamos creer que podía ser cierto.

Después de tantas discusiones acerca de si el error de fondo de la Unidad Popular era confiar en sectores militares y tratar de forjar alguna alianza con las organizaciones populares, los que estábamos en las calles expresando nuestro dolor y nuestra protesta, deseábamos ardientemente que fuera verdad que la unidad militar se hubiese quebrado en Chile e impidiese la consolidación del golpe de Estado. Nunca pasó que hubiesen resistencias significativas dentro de las instituciones militares. Los marinos se llevaron varios días antes los barcos a alta mar y controlaron toda inquietud del personal subalterno, evitando una reacción como la que hubo el 29 de junio cuando varios barcos quedaron en poder de los marineros. Los carabineros (policía) acuartelaron sus fuerzas más institucionalistas e hicieron un golpe de Estado dentro de su propia institución. Pratts no rompió la disciplina militar, lo que no le sirvió de mucho ya que fue asesinado con su esposa poco después en una calle de Buenos Aires.

Los días siguientes


No sé como, pero mi casa se llenó primero de cintas de grabaciones con decenas y decenas de grabaciones de canciones de Víctor Jara, Violeta y demás miembros de la familia Parra, Tito Fernández, los Quilapayún, Inti Illimani y otros. Era como entrar a vivir el clima cultural que cargó la experiencia chilena, cuando ya había sido silenciada en su lugar de origen. Todo el día escuchaba canciones que antes casi desconocía.

Y la afición me duraría años. Recuerdo un día en 1982, nueve años después, en que el caricaturista Heduardo con el que éramos buenos amigos, subió a mi carro y yo quise lucirme con mis casetes de música comprometida, y me dijo que no lo adoctrinara con canciones.

Pero no pasó mucho para que empezara el paso de los exilados y el pedido de apoyo para alojarlos mientras organizaban su vida en el país o preparaban su salida a Europa u otros destinos. En mi casa que sólo tenía un dormitorio se alojaron unos cinco o seis chilenos, por etapas sucesivas, todos los cuales pasaron en algún momento por la casa de mis padres, en almuerzos hechos por mi mamá que se llenaban de conversaciones salpicadas de lisuras de los recién llegados. Era notorio el nivel político y cultural de los chilenos exilados, encima del promedio peruano, y la coprolalia que condimentaba sus conversaciones. Era lo que se decía entonces, el efecto de identificación popular de los militantes, que luego se extendió hasta la misma derecha.

Hacia mediados del 74, se fue la pareja formada por Liliana y Patricio que partían para el África, exactamente a Mozambique, donde habían conseguido un empleo. Liliana había sido militante del MIR y “Pato” era socialista. Redujeron sus diferencias en la sala de mi casa que era también su dormitorio y formaron una familia. Muchos años después la vimos a ella cuando pasó por Lima de retorno a su país, donde las cosas estaban cambiando.

Epílogo


En el 2010,  llegué a Santiago para la segunda vuelta electoral que sería ganada por Sebastián Piñera, el heredero político del pinochetismo que ha hecho todo lo posible por distanciarse de la parte oscura de la historia de su país con la que estuvo comprometido (su hermano fue ministro de la dictadura y él hizo sus mejores negocios en ese período).

En los varios días en que me moví desde el tema político a llenar los espacios libres que me quedaban recorriendo aspectos que no conocía de la ciudad, surgió la idea de mi amigo Claudio y su pareja, que me acompañaron en esos días, de visitar el recién inaugurado Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, construido para conmemorar a las víctimas del 11 de septiembre, sin ambigüedades y subterfugios.

Caminamos en silencio viendo fotos, documentos, periódicos de la época, proclamas oficiales y otros recuerdos. Y en una inmensa pared que se elevaba los varios pisos del edificio, los nombres de los muertos y desaparecidos en forma de pequeños nichos que prueban hasta donde se puede hundir el ser humano.

Al salir, tenía la sensación que eso yo lo había vivido de alguna forma, que parte de las cosas en las que creo y que me mueven cada día nacieron ese lejano 11 de septiembre.      

31.08.14

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Alllende y los rojetes se lo tienen merecido por golpistas. Llegaron como una minoría ye gobernaban como una mayoría en camino a una dictadura.

Anónimo dijo...

Recuerdo haber leido una extensa nota donde se acusa a los hermanos Castro de Cuba de trabajar como dobles agentes pro norteamericanos, por eso nunca caen y se dice ellos infiltraron agentes de inteligencia con Allende y uno de ellos lo asesinó, los rusos hoy en dia creen mucho más en el doble papel que jugó Fidel.....muy interesante el artculo, merece una investigación mas profunda

Raúl Wiener dijo...

Pensamiento Ambrosio, sin Ambrosio. Allende y los rojetes que fueron brillantemente masacrados eran los golpistas a los que había que darles un merecido y sangriento golpe, para que se les quite las ganas de ser dictadura, que dictadura solo puede ser de derecha.

La historia es inapelable. En marzo de 1973, con la crisis muy avanzada la derecha unida perdió las elecciones parlamentarias frente a la izquierda. ¿Cuál mayorí y cuál minoría? Lo que pasa es que a los dueños de Chile no les gustaba que hubiesen tocado sus privilegios y vivían temerosos del ascenso social. Ese era todo el asunto.

Allende fue demócrata hasta el exceso. Lo que se probó en Chile es que los que se creen encarnación del sistema, lo traicionaros brutalmente. Y que el experimento neoliberal llegó al país del sur, al lado de las caravanas de la muerte, los fusilamientos sumarios y las desapariciones.

Es bueno que los falsos demócratas, defensores de Fujimori, conocido chinochet, se desenmascaren ante todos aún cuando se oculten en el anonimato. Y si hay rojetes hay naranjetes y pardetes para los que quieran probar el sabor de la bota sobre la cabeza.

Raúl Wiener dijo...

La hitsoria de los dobles y triple agentes está de película. Pero del agente 86. Ni James Bond o Bourne llegan a tanto

Anónimo dijo...

Me cuesta trabajo decir que Un "Democrata" como lo califica Wiener a Allende, haya tomado por Decreto! el control de la gran minería del cobre, Sin embargo, antes de hacerlo, estatizó las compañías nacionales del carbón, creando la Empresa Nacional del Carbón (Enacar), en diciembre de 1970.

El 11 de julio de 1971, Determino, la nacionalización de la gran minería del cobre, cuyos grandes yacimientos eran, en su gran mayoría, propiedad de empresas estadounidenses.Y ademas resulto Ladronzuelo este Allende pues determinó pagar la indemnización correspondiente al "valor libro" a las empresas norteamericans, es decir, descontando las ganancias excesivas. En la práctica, esto significaba no cancelar monto alguno a dichas empresas. Luego llego el 1% de Inflacion Diario debido a la emision de moneda sin sustento "maquinita", ademas de la expropiacion de Millones de Hectareas que enfrento a los Campesinos con sus Propietarios, pero claro estas actitudes son DEMOCRATAS para WIener.
Y es que, a mediados de la década del '60, surgió el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)Movimiento al que tengo entendido pertenecio WIENER y que buscaba instaurar el socialismo por la vía ARMADA!!!!! AHORA ENTIENDEN LO QUE SIGNIFICA "DEMOCRACIA" PARA WIENER?
"otro Anonimo"

Raúl Wiener dijo...

Me cuesta trabajo decir que Allende fue demócrata si expropió el cobre y tuvo tensiones al negociar co los gringos. Pinochet fue demócrata porque devolvió propiedades a los gringos que habían financiado el golpe y expolió hasta donde pudo la economía de los pobres.

Claro, si demòcrata puede significar lo que quiera, o mejor dicho lo que respònda a los grandes intereses económicos, entonces enfrentarse con ellos, con el voto mayoritario del pueblo es golpista-dictatorial. Así que depués hayan habido diez mil muertos y 17 años de gobierno militar, es nada más que "democracia", sólo que no nos dimos cuenta, como con Fujimori.

Y perdón, el MIR chileno fue el ala radical del proceso, pero no una organización de lucha armada. En el Perú, el MIR que originalmente era un ala del APRA hizo una guerrilla que fue derrotada. Yo hice una militancia posterior de cuatro años en el MIR cuando era estudiante universitario. Si por eso me tienen miedo, me tiene sin cuidado.

Héctor Mejía dijo...

La CIA estuvo metida en el golpe de Estado en Chile, financiando a los huelguistas para crear desabastecimiento, financiando con casi 2 millones de dólares al opositor "El Mercurio" para esparcir el odio contra Allende y la Unidad Popular, y lo que resultó fueuna dictadura (que a diferencia de la de Velasco) generó miles de desaparecidos.
El austriaco de la carabina se fue de vacaciones, pero su barra brava de oligofrénicos no descansa, y como en la novela de Orwell quieren reescribir la historia y llamar dictador a Allende y demócrata a Pinochet. Es que estos neoliberales son tan democratas como Pinochet o Fujimori.

Anónimo dijo...

HONOR Y GLORIA A SALVADOR ALLENDE, a los que poco o nada saben de la historia real de Chile es bueno que lean algo más sobre como la DBA chilena al verse afectada en sus intereses materiales por el ascenso de la clases popular comensaron a tocar las puertas del CIA y ahí comenzó todo; pero la justicia tarda y llegó.