Usted sabe que si estuvo casada con un peruano (a), y se
divorcia para volverse a casar, es probable que se encuentre con un funcionario
de Migraciones que le diga que no hay problema con actualizar sus documentos y
que puede seguir con los permisos otorgados y así por los siguientes seis años,
hasta que un acucioso revisor de la era Urresti descubra que debió haber
abierto un nuevo trámite para consignar los datos de su nueva situación y
debido a que la (o) orientaron mal se queda sin documentos, en situación ilegal,
y que mejor fuera que saliera del país e intentara volver a entrar para
comenzar un nuevo trámite.
¿Y la hija peruana?, ¿y el esposo (a)? , ¿la vida armada en
el país?, ¿el reconocimiento al trabajo profesional y artístico?, etc. A esa
mezcla de burócrata y policía que hay en Migraciones parece que no le conmueven
en lo mínimo. Tampoco lo hacen los convenios internacionales y lo que se supone
es la inscripción del Perú en las corrientes pro-regularización de la situación
de migrantes que tienen familia, trabajan y forman parte honesta de la vida
nacional. Mientras el gobierno insiste en su preocupación por el trato que los
peruanos en el exterior pueden recibir en Estados Unidos, Europa y otros países
de América Latina, aquí perseguimos al extranjero por serlo y lo ilegalizamos
como en el ejemplo con el que inicio esta nota.
Explica Lucía Alvites que por cada extranjero residente en
el Perú, hay 33 peruanos en el exterior. En Migraciones parece que no están
enterados de eso ni del significado del concepto de reciprocidad, ni de los
procesos de integración que desarrollan en el Subcontinente. Hace varias
semanas que el parlamentario andino Alberto Andrianzén, firmemente comprometido
con los derechos de la población peruana en el extranjero, viene reclamando que
se tome atención sobre esta brutal incongruencia de la política del Estado
peruano. Pero al ministro al que sólo le interesan los temas que hacen noticia
de primera plana, no reacciona.
Varios casos de parejas que han sido separadas, niños que
tienen a su madre al borde de la expulsión, personas que de un momento a otro
se han quedado sin derechos civiles en el país en el que viven, han sido
resaltados en la televisión y los diarios, y el ministro ha contestado con una
redada de prostitutas en el Callao para demostrar que la mayoría de estas
pobres mujeres son extranjeras en situación irregular. No víctimas probables de tráfico de personas
y condenadas a una vil explotación, sino extranjeras, así en tono directamente
peyorativo.
Escribo esta nota después de varios días de pensarlo, porque
estoy cerca familiarmente de una de las victimas de este trato discriminatorio,
cercano a la xenofobia, que se está apoderando de las autoridades migratorias
de este gobierno. Una mancha más al falso nacionalismo, que iba a buscar la
hermandad con nuestros países vecinos, de acuerdo al sueño de Bolívar.
30.08.14
1 comentario:
Con un presidente como cosito, con su corte de lambiscones y trollesros, cualquier cosa puede pasar en el pais.
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