Como si tratara de quitarse de encima el último precedente
de actuación por decisión propia que fue cuando en condición de presidente
pro-tempore de Unasur viajó a Caracas a la juramentación de Maduro, nuestro
inquilino de Palacio de Gobierno desairó a los gobernantes de la organización
que se dieron cita en Cochabamba-Bolivia, para solidarizarse con el presidente
Evo Morales que sufrió un grave maltrato de varios países europeos por presión
de los Estados Unidos.
Fue tras la negativa de Santos de Colombia y de Piñera de
Chile, que bloquearon la convocatoria a una cumbre de presidentes, haciendo el
juego a la prepotencia ejercida contra un país soberano, miembro de número de
la Unasur, que el temeroso hombre de Lima se encontró frente a una disyuntiva:
o aceptar reunirse con los presidentes indignados para hacer valer la fuerza de
la región, aún con los ausentes, o aparecer como parte de los amigos del norte
que quieren pasar por agua tibia un acto de prepotencia global.
Ollanta Humala escogió quedarse a sabiendas que los de
Cochabamba iban a emitir una resolución política que iba a pasar a la historia
porque no estaba firmada por el presidente en funciones. La Alianza del
Pacífico, ha operado en los hechos contra Unasur, cosa que muchos anticipaban,
y lo ha hecho de la manera más vergonzosa, como una reafirmación de nuestra
condición de subordinados al esquema mundial de dominación. Ahora vemos que los
países europeos no pueden decidir nada sin la venia de Washington, y que un
sector de los sudamericanos podemos hacer la protesta formal, pero no tomar
iniciativas para cambiar este orden de cosas que nos perjudica directamente.
No hay duda que el cálculo del presidente peruano ha estado
vinculado a la política interna. Si en la anterior ocasión no fue capaz de
hablar claro y de afirmar su condición de conductor de la política exterior, o
de hacer valer su papel de líder regional, y más pareció alguien que viajaba a
hurtadillas para no dejar solos a antiguos amigos, en esta nueva crisis
internacional ya no ha tenido la mínima fortaleza para mantenerse en la
posición de ambiguo puente entre los dos bloque políticos sudamericanos que
cada vez son más contrapuestos.
Las noticias dicen que la Unasur desde Cochabamba ha exigido
disculpas a Francia, Portugal, Italia y España, por los hechos de esta semana
cuando maltrataron al presidente Morales, creyendo que llevaba como pasajero de
su avión al perseguido Edward Snowden. No sé si alguien va a poder desmentir
que Sudamérica representada por los presidentes de seis países en la cita de la
sierra boliviana, nos expresa a todos. Pero los peruanos todavía no hemos hecho
plena conciencia del papel penoso cumplido por nuestro presidente.
06.07.13
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