Como decimos en la primera edición de
Miércoles de Política, el día de hoy, 4 de julio, marcado como el de la primera
jornada de lucha contra el actual gobierno, puede ser el hito que señale la
profundidad de la ruptura que se ha venido produciendo entre el presidente
Humala y los movimientos sociales organizados, que es en realidad el sustrato
más profundo de su alejamiento con sus antiguos aliados de la izquierda.
De la envergadura de
lo que ocurra hoy se sabrá si la resistencia de los trabajadores estatales a la
reforma neoliberal del servicio estatal que Castilla le ha arrancado a Humala
con la carta de renuncia sobre la mesa, se va a mantener y extender después de
la aprobación de la ley, lo que podría empantanar su implementación y generar
condiciones para una modificación de su contenido.
Pero también se va a ver si Cajamarca ha cambiado su opinión sobre Conga y el plan para mineralizar el departamento de la leche y de los quesos, como aseguran los que dicen que la lucha anterior fue un simple caos y freno al progreso, o si al contrario la fuerza de rechazo que identificaron las encuestas en la capital y las provincias, y que se tradujo en fuertes movilizaciones aún bajo estado de emergencia, se ha preservado como se ha podido apreciar en recientes desplazamientos hacia las lagunas.
La luna de miel con Ollanta, si la hubo, ha terminado hace mucho tiempo, pero el desconcierto y desmoralización que produjo su brutal cambio de camiseta y el nuevo esquema de alianzas que empezó a construir desde el poder, generó dispersión y acciones aisladas y sucesivas hasta el fin del gabinete represivo de Valdés y el inicio del año suave que hemos vivido con Jiménez, donde los temas más conflictivos fueron postergados, las huelgas condujeron a compromisos parciales y el gobierno evitó los choques más pesados.
Ahora los tiempos están variando. La situación económica ya no va a poder ser la misma que en los años anteriores, cuando hubo bonanza fiscal como reflejo del auge de los precios mineros, y los márgenes de concesión se achican mientras crece la dureza del MEF. Este debe ser el momento de mayor incertidumbre para el presidente que está recién tomando conciencia que el modelo de crecimiento con programas sociales, que le vendieron como que le permitiría un gobierno estable, aunque anodino, tiene insuperables límites.
Pero quién no tuvo atrevimiento cuando la mayoría del país estaba a su lado y tenía la legitimidad de la victoria, es casi imposible que encuentre un camino en un escenario diferente donde ya no cabe la inercia. Esto sin duda lo hace más dependiente del núcleo económico tecnocrático que lo copó desde los primeros días de gobierno. Los temas del servicio civil y de Conga son simbólicos de la nueva medición de fuerzas.
Pero también se va a ver si Cajamarca ha cambiado su opinión sobre Conga y el plan para mineralizar el departamento de la leche y de los quesos, como aseguran los que dicen que la lucha anterior fue un simple caos y freno al progreso, o si al contrario la fuerza de rechazo que identificaron las encuestas en la capital y las provincias, y que se tradujo en fuertes movilizaciones aún bajo estado de emergencia, se ha preservado como se ha podido apreciar en recientes desplazamientos hacia las lagunas.
La luna de miel con Ollanta, si la hubo, ha terminado hace mucho tiempo, pero el desconcierto y desmoralización que produjo su brutal cambio de camiseta y el nuevo esquema de alianzas que empezó a construir desde el poder, generó dispersión y acciones aisladas y sucesivas hasta el fin del gabinete represivo de Valdés y el inicio del año suave que hemos vivido con Jiménez, donde los temas más conflictivos fueron postergados, las huelgas condujeron a compromisos parciales y el gobierno evitó los choques más pesados.
Ahora los tiempos están variando. La situación económica ya no va a poder ser la misma que en los años anteriores, cuando hubo bonanza fiscal como reflejo del auge de los precios mineros, y los márgenes de concesión se achican mientras crece la dureza del MEF. Este debe ser el momento de mayor incertidumbre para el presidente que está recién tomando conciencia que el modelo de crecimiento con programas sociales, que le vendieron como que le permitiría un gobierno estable, aunque anodino, tiene insuperables límites.
Pero quién no tuvo atrevimiento cuando la mayoría del país estaba a su lado y tenía la legitimidad de la victoria, es casi imposible que encuentre un camino en un escenario diferente donde ya no cabe la inercia. Esto sin duda lo hace más dependiente del núcleo económico tecnocrático que lo copó desde los primeros días de gobierno. Los temas del servicio civil y de Conga son simbólicos de la nueva medición de fuerzas.
04.07.13
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