jueves, julio 25, 2013

El hombre que no creía en marchitas ¿

Qué son 2 mil 500 o más jóvenes peleando en las calles en una ciudad de 9 millones de habitantes? Cuando marchen cuatro millones me avisan. Entretanto que les peguen, los gaseen y los lleven presos. Y no se quejen porque en Estados Unidos y España se quedaban una semana tras las rejas. Pensamiento DBA, con una B bien grande, plena de brutalidad.

Pero habría que preguntarse: ¿quién representa al país de hoy?, esos miles de estudiantes muchos de ellos interviniendo por primera vez en política, que ya no le creen a las instituciones como el Ejecutivo, el Congreso y cierta prensa, y que siguen movilizándose hasta que la repartija caiga completamente y empiece una nueva relación entre el poder y la sociedad; o los políticos que hicieron el entuerto y son incapaces de asumir su responsabilidad.

Como siempre, Aldo M otra vez actúa como un liberal fallido, cuya verdadera pasión son los palos, las bombas y los muchachos encerrados en las comisarías. Para que aprendan, como dicen los generales. La historia no la hacen las muchedumbres, como se ve en Brasil, Egipto o Grecia, sino los policías que despejan las avenidas de los que joden.

Y  por si acaso esta no es una dictadura, chibolos; dicho sea por el que aseguraba que Ollanta era un fascista congénito, el que iba a irse al extranjero si ganaba las elecciones pero se quedó porque nombró a Castilla; y que ahora se molesta porque a los apristas (que antes también odiaba y ahora ama) no los admitieran en la marcha porque nadie cree que ellos encajan en una protesta ética cuando lo que quieren es salvar a Alan.

Vamos Aldo, ya fuiste muy lejos en tu odio a los caviarines, tu trauma con La Católica, tu molestia con los que votaron por el no en la revocatoria, y estas tratando de cerrar los ojos a lo que sabes es un sentimiento ciudadano en pleno desarrollo. Hay síntomas por todas partes de que los partidos, incluidos aquellos que en su origen se proclamaron enemigos de la partidocracia tradicional (fujimorismo, toledismo, humalismo), han entrado en colisión nuevamente con la ola democrática que viene de las bases.    

Este no es un fenómeno arbitrario, o una idea de algunos personajes “progres” que quieren hacer figuretismo, ni un invento de algunos diarios o corresponsales extranjeros que tanto apenan a M, sino una onda profunda que no se presenta por primera vez y que ha sido traicionada por liderazgos oportunistas que se montaron sobre ella.

Que la represión quiera matar este germen de democratización es algo que ya se vio en otros momentos y justamente ahí, en la voluntad de persistir y no entregar la calles, es que se ve la consistencia del movimiento. Aunque algunos no entiendan.

25.07.13

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