La pregunta que muchos se hacen es si después de los
procesos a Alan García y Alejandro Toledo que todavía tienen para largo, la
dificultad del fujimorismo para sobrepasar las resistencias entre los electores
peruanos y la declaración de Nadine Heredia de que no será candidata el 2016,
queda alguien en condiciones de presentarse como una opción de fuerza para la
presidencia. Ayer, el diario El Comercio, ensayó una respuesta, lanzando al
nuevo candidato del crecimiento con inclusión, añadido a la “firmeza”, el
exprimer ministro y exministro del Interior de este gobierno, el también
militar en retiro y empresario minero, Oscar Valdés Dancuart.
Aunque usted no lo crea. Valdés asegura que había armado un
partido para la región de Tacna, pero que de diversas partes del país le han
llegado adhesiones para que se participe en la elección nacional y que ahora se
encuentra recolectando las firmas para inscribir a su organización. No puede
decir, por ahora, si el nacionalismo se asociará con el para esta aventura,
pero lo que es evidente es que en la prensa de derecha está siendo bienvenido.
En la entrevista de la que hacemos referencia, el diario de la gran familia se
despacha con una afirmación que más parece una consigna cubriendo la nota principal
de primera página: “En Conga debió haber mayor firmeza”. Y Valdés agrega, al
entrar el gobierno de Humala había 56 mil millones de dólares de inversión en
espera y han bajado a 22 mil millones. O sea que con “mayor firmeza” se hubiera
salvado otros 34 mil millones para la minería.
Detengámonos un segundo en estos razonamientos: (a) hubo
cinco muertos como consecuencia del conflicto de Conga entre la población
civil, antes que Valdés dejara el gabinete, ¿cuántos más eran necesarios para
que la firmeza fuera suficiente para salvar a las inversiones?; (b) es verdad
que hubo reuniones de supuesto diálogo entre el primer ministro y las
organizaciones en lucha, pero teniendo como marco declaratorias de emergencia y
numerosos muertos por la represión. Además el razonamiento de base era que las
críticas a los grandes proyectos mineros estaban equivocadas y manipuladas. Por
tanto la negociación era para buscar la rendición de las protestas no para
buscar soluciones; (c) los frenos a la inversión que ha habido responden a los
cambios en la demanda internacional de minerales y no sólo a los conflictos
sociales. Además el Estado renunció a su papel de regular las inversiones y
tomar en cuenta la opinión de las comunidades, lo que significa que tiene
responsabilidad en el agravamiento de los conflictos.
Valdés, por supuesto, está feliz en que se le descubra su
vocación de mano dura para atraer inversiones. Una elementalidad casi fascista
para entender los procesos políticos, económicos y sociales que la derecha
periodística celebra. Habría que preguntarle a Humala, que inventó a Valdés,
para que diga qué piensa de ello.
08.07.13
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