Un lector interpreta, como puede leerse
en un comentario en la Web del diario La Primera (www.laprimeraperu.pe), que cuando se
dice que Humala entregó la cabeza de Nadine como una señal más para recuperar
la “confianza” de los empresarios y a prensa de derecha, es porque estoy
lamentando que la primera dama no se pueda convertir en la candidata que
necesita la izquierda. El Perú de estos días está lleno de este tipo de
silogismos que fuerza las conclusiones, cuyo mejor exponente es el asesor
fujimorista Fritz Du Bois.
Pero bastaría haberme seguido los dos
últimos años para saber lo que pienso del gobierno actual y su falta de valor
político y moral para siquiera intentar
algunas de las reformas que proclamó durante años en calles y plazas de todo el
país,. Y la causa de su conversión al neoliberalismo y al continuismo más chato
y burocrático que se hubiese pensado, tiene una sola explicación: su ambición
de poder que le hizo temer que cualquier decisión con un cierto grado de
audacia, que pretendiera mover el estatus quo de más de veinte años, lo
arriesgaría a una crisis y a la posibilidad de perder el gobierno.
Si el sueño de la pareja es durar en la
envestidura a la que el pueblo los impulsó creyendo en sus ofertas, se debe
entender que si arrían banderas en la disputa de 2016, lo están haciendo contra
su fuero interno, entregando la última pieza importante del tablero como lo
expresa la portada de la revista Miércoles de Política de ayer. Esto significa
que traslada más poder a la CONFIEP y a la gran prensa. La izquierda por su
parte, mal que bien, se está haciendo un espacio propio integrándose a la
oposición popular que se está enfrentando al gobierno de Humala.
En dos años, Ollanta ha tratado de
trasmitir a idea de que el Perú en el que él se rebeló y organizó un movimiento
para una gran transformación, en realidad estaba muy bien gracias al impulso a
las inversiones que ha tratado de mantener a la manera de García, cediendo a
sus “desconfianzas”, y que lo que faltaba era un presidente que se preocupara
más por la “inclusión” de los muy pobres, con una variedad de programas sociales financiados con los
impuestos de las mineras. A estas alturas la gente mira esto como una propuesta
insulsa que no entusiasma nadie.
Si con ese proyecto político querían
aparecer como algo distinto a los demás partidos del sistema era porque tenían
en sus manos resortes del poder y una potencial candidata que se movía haciendo
uso de ellos. Esta era toda la batahola de la reelección conyugal: que los
Humala-Heredia se vayan el 2016 y que todo siga igual. Hasta en eso han sido
derrotados. ¿Es tan difícil entender lo que ha pasado?
11.07.13
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