¿Tiene algún significado el hecho que el desfile militar de
este año haya sido el más prolongado del que se tenga memoria y que se haya
dicho que por problemas del clima no se pudo hacer una presentación aérea que
hubiera quizás prolongado el espectáculo hasta las cinco horas?
Un día antes, para cumplir con el mandato constitucional de
entregar su mensaje anual a la nación, el presidente Humala dio clara muestra
de que estuvo más interesado en llenar las tribunas del Congreso y las cuadras
del jirón Junín hasta Palacio de personas con encargo de vitorearlo, aún en las
partes más intrascendentes de una exposición casi totalmente intrascendente.
El documento que contenía un supuesto balance de gestión y
sus proyecciones, no cumplía ninguno de los dos objetivos y apenas era útil
para que la CONFIEP pudiera decir que le había gustado la pieza porque traía
tranquilidad al no ofrecer nada nuevo. Las barras que insistían en el
estribillo “Ollanta dignidad”, eran en cambio una consciente respuesta al grito
de las calles de todo el mes de julio y que resonaba todavía a esas horas en la
plaza San Martín y que decía: “Ollanta es un traidor”.
Pero si la lectura que se desprende de los actos del 28, era
la de un presidente al que no le hacen mella las protestas en desarrollo, lo
que se ha trasmitido este 29 tampoco parece ingenuo. Es como decir que si a
Ollanta lo quieren arrinconar con marchitas, él puede responder con una
marchota de todo su poderío bélico. El presidente militar se está tratando de
poner el uniforme ante una situación que se desmejora. Y claramente se ha
querido que ese despliegue se produzca frente a una muchedumbre popular que en
su mayoría debe haber ignorado el discurso presidencial y las opiniones de sus
críticos.
En medio de la irritación social contra los políticos, las
repartijas y la corrupción, Ollanta tiene el recurso de presentarse más como
comandante del ejército, que como miembro de la élite que nos gobierna. Tal vez
esté forzando en algo el análisis político, pero prefiero la suspicacia en este
caso, antes que la ingenuidad. No digo que Ollanta tenga a los militares en el
bolsillo, sino que está tratando de reconstruir puentes para la etapa que
comienza.
Nótese algo más: estamos muy cerca del fallo de La Haya,
pero el armamento mostrado no revelaba una potencia suficiente como para
indicar un cierto equilibrio con nuestro vecino. Por tanto esta no era la
intención de la interminable parada del 29. Tampoco que de ahí seguía la
recuperación del VRAEM. Tal como lo vi, lo que querían decirnos era que el
presidente estaba de lo más bien con sus generales y almirantes, y que el
pueblo-pueblo los aplaudía. Si esto no es una respuesta a las movilizaciones,
¿de qué se trata?
30.07.13
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