Lástima que la por fin lograda equiparidad ministerial de
género se alcance cuando el gobierno de Humala atraviesa una profunda crisis de
credibilidad y está afectado por una desorientación que se nota a la distancia.
Peor aún, porque no son pocos los que leen que el ingreso de tres nuevas
ministras es otro triunfo de Nadine sobre Ollanta, y que las nuevas integrantes
del gobierno son parte de un gabinete propio de la primera dama (aunque hay
ministros hombres que también parecen formar parte del mismo).
Quizás para despejar estas dudas, al presidente se le ha
ocurrido decir que no es por ser mujeres que se han nombrado tres mujeres en
los puestos vacantes, sino por meritocracia, o sea que las doñas se han ganado
el fajín por sus méritos profesionales dentro de los que destacan múltiples
títulos académicos, trayectorias burocráticas y antecedentes de trabajo en
organismos internacionales, de esos que ajustan a los países cada cierto tiempo
luego de haberse pasado la vida diciendo que lo estaban haciendo muy bien.
No sé en que universidad se estudia para ministro de Estado,
pero sí estoy convencido a estas alturas que Humala es incapaz de comprender
que a su gobierno no le faltan especialistas ni currículums abultados, que los
tienen casi todos los que han pasado por sus sucesivos ministerios, sino
liderazgo político, claridad de lo que se está buscando y capacidad para
articular voluntades dentro y fuera del Estado.
Esa idea de que un Ph.D., permite una buena política de
“inclusión social”, ha conducido a convertir a los beneficiarios en sujetos
pasivos, receptores de regalos del Estado, que no generan ninguna dinámica
participativa o productiva que señale que están cambiando su relación con la
sociedad y el poder. Lo mismo puede decirse en otros sectores, donde los
ministros administran lo que han recibido del pasado y no incorporan ningún
elemento nuevo a la gestión pública.
Meritocracia, es un término engañoso que se usa para supuestamente
contrastar a los profesionales calificados frente a los empleados públicos que
llegan por carnet partidario o relaciones de favor. Pero hay que tener una idea
totalmente errada de lo que separa gobierno de Estado, para suponer que los
ministros tienen que reunir los mismos requisitos de un buen tecnócrata. Es
decir que la tecnocracia dirija tecnocracia, que es casi como pretender que el
Estado se conduzca a sí mismo, con un comandante a la cabeza de la pirámide.
Si de esta construcción se trata, entonces no hemos avanzado
mucho en el llamado empoderamiento de las mujeres. Que Nadine virtualmente nos
gobierne no es un asunto de género; como no lo es tampoco que Keiko vaya
adelante en las encuestas. Hay movimientos femeninos y mujeres líderes y
luchadoras, que no existen para Humala. En realidad no existen personas, apenas
files con documentos y el visto bueno de la primera dama.
27.07.13
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