Dentro de las cosas que Yehude está en capacidad de hacer,
está la de haberse prestado a participar como concursante en el programa de
Beto Ortiz, “El Valor de la Verdad”, donde dijo que Alan García había
respondido a sus dudas en asumir el premierato que le estaba proponiendo en
octubre del 2008, luego del escándalo de los petroaudios, que si no aceptaba
quedaría como el gran cojudo de la historia.
Y parece que el ahora congresista se creyó la amenaza y que
sigue hasta hoy haciendo el papel que García le anticipó, precisamente tratando
de evitarlo. Porque eso de haber estado en una inauguración de obras en Olmos,
en Lambayeque, al lado del presidente en el mismo momento en que se
desarrollaba la intervención policial conocida como el baguazo y que costó
decenas de muertos, por una de esas decisiones impulsivas de García que lo
hacen pasar por encima de las personas y las normas, era como para inscribirlo
en libro de Sofocleto, si es que existiese la categoría de cojudeces trágicas.
Y esta semana lo hemos tenido otra vez de peón del ego
colosal que seguramente ya evaluó que está cayendo mal como chismoso del barrio,
que suelta insinuaciones en televisión, dejando pequeños venenos contra su
adversarios. La tercera insinuación en pocas semanas necesitaba de otro vocero
y Yehude que es tocado por la megacomisión precisamente por su rol cumplido en
el breve premierato al que lo empujó García, aceptó hacerse vocero de un rumor
que alguien había venido circular en las redacciones desde hacía más de medio
año y que carecía del más elemental sustento, salvo el uso atrevido de nombres
de los implicados.
Lanzar como primicia una tontería sin pruebas, sólo lo puede
hacer quién está enfermo de figuración y no tiene cómo ganarse una primera
plana, o alguien al que se le ha dicho que ayude a disparar una bomba de
distracción para recolocar el tema de la reelección conyugal, que ha sido el
caballito de batalla de García frente a serias acusaciones como la de los
narcoindultos, la interferencia en el caso BTR, las sobrevaluaciones de obras
públicas, etc., para no terminar acusado como un cojudo. Y lo que hace Yehude
supera todas sus anteriores y ahora está en la boca de todos como el campeón
del chisme barato.
La historia además no podía ser más simplona: un hijo
extramatrimonial, un divorcio y una candidatura. ¿Alguien imagina que eso
pudiera funcionar como estrategia política? Pero si puede servir para revolver
el ambiente, hacer que la gente se pregunte si hay coherencia entre la imagen
del presidente pisado, que deja hacer a su mujer lo que quiera, y el que a
partir de un corto tiempo pasaría a gobernar sin la pareja de la que depende
tanto, ¿alguien supone que eso está a punto de suceder?
29.03.14
1 comentario:
Es un cojudo. Era de guerrillero, lo es de político.
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