Decían que este era el “gabinete
Nadine” por la forma en que la primera dama le dio la estocada al expremier
Villanueva y el entusiasmo que ella misma mostró con el reacomodo ministerial,
pero ahora después del volteretazo de 18 congresistas y la maniobra de
Solidaridad Nacional de quedarse en neutro, habría que preguntarse qué es lo
que jugó para que el gobierno finalmente ganara y el mentado mensaje que se le había
mandado el viernes, quedara en el aire.
Para entender lo que pasó vale la
pena tomar nota de los siguientes hechos: (a) en la madrugada del sábado el
gobierno se declaró en huelga; anunció que los ministros habían puesto sus
cargos a disposición y asumió que mientras la situación estuviera así no
despacharían, lo que no se ajusta a ninguna norma legal pero alimentaba la
sensación de vacío de poder. El sábado al mediodía Humala fue a Jicamarca con
el viceministro de Salud, indicando que la ministra no estaba ahí por la crisis
política; (b) hacia el mediodía del sábado la CONFIEP tomó posición sobre lo
que había ocurrido en la noche, calificando la negativa al voto de confianza
como irresponsable, invocando a corregir la situación para no afectar las
inversiones; (c) el domingo hubo negociaciones del oficialismo con la oposición
en la que no se llegó a ningún acuerdo. El fujimorismo envalentonado pedía cesar
una lista de ministros “caviares” (los que votaron contra el indulto a
Fujimori) pero respaldaban al núcleo tecnocrático de Castilla; (d) al final del
domingo los operadores del gobierno confirmaron que había acercamiento con Perú
Posible, el PPC, Unión Regional, Solidaridad Nacional y algunos votos sueltos y
se podía obtener de 60 a 70 votos.
Todo esto muestra una sola cosa: si
los excesos de Nadine y la defensa destemplada de su esposo irritaron a los
partidos no oficialistas del Congreso y les permitieron aplicarle la primera
derrota desde agosto del 2011, la intervención de la CONFIEP en el lado del
gobierno desequilibró la balanza. Es así que el PPC le pidió al primer ministro
que le entregara una declaración de la cual agarrarse, que es esa que dice que
“no se va a permitir ningún tipo de intromisión”, que es lo mismo que Cornejo
dijo el viernes y nadie le creyó, y Yehude Simon y José León (Perú Posible)
dramatizaron tanto que hasta hablaron de golpe de Estado, cuando lo que querían
decir es que habían cambiado su voto a favor del gobierno “para que siga el
crecimiento”.
Lo que en buen resumen significa que
la clase política que había sacado pecho hace unos días se desinfló cuando
había que votar en serio. Este renacimiento del gabinete Cornejo tiene sin
embargo una ventaja respecto a cómo estaban las cosas hace unos días: ahora se
sabe que tras suyo está el poder económico y los políticos asustadizos y
acomodaticios. Y no solo Nadine.
18.03.14
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