domingo, marzo 09, 2014

La izquierda y Humala

Respecto a si la izquierda fue ingenua o ilusa con relación a Ollanta Humala y el proyecto nacionalista y si nunca hay que confiar en militares y personas que no dan la impresión de tener la cultura política para el poder, se hace necesario advertir que es mucho pretender que hubo una sola línea de conducta de los partidos y sectores de izquierda en los años que van desde el 2005, cuando se visibiliza el fenómeno electoral de Ollanta, y el 2014 cuando el comandante está llegando a la primera mitad de su gobierno y su aprobación está próxima a descender debajo del 20%.

Diremos, por delante, que hubo militantes y núcleos de izquierda que aceptaron trabajar desde dentro de la campaña de Humala; algunos que se afiliaron al Partido Nacionalista y se fueron articulando con las bases, participaron de la organización de los mítines, las escuelas de militantes, los enfrentamientos con otros partidos, etc.; y otros que prefirieron el apoyo político y programático al candidato. Detrás de los que tomaron este camino estaban desde los decepcionados con la izquierda, los activistas natos que creían que su tarea era aportar a una lucha verdadera y no quedarse en la marginalidad, los intelectuales que tenían como referencia la experiencia de Velasco y lo que está pasando en Latinoamérica, y que trataban de empujar para que Humala siguiera ese camino.

Otra actitud era la de los partidos, que en general pasaron por diversas desconfianzas en el 2005-2006, que se tradujo en una derrota aplastante de las tres candidaturas izquierdistas frente a la emergencia de Humala que casi gana la elección. Hacia el 2011, en cambio, los partidos, como ahora, estuvieron haciendo esfuerzos de unidad y proclamando que aplicarían el principio de un militante un voto, y que el candidato saldría de una votación democrática. Al final, casi sobre la hora, la izquierda empezó a negociar con  Humala, con los acuerdos precarios que se conocen y que por supuesto Humala no respetó para nada.

Finalmente, estuvieron los sectores más duros y radicales de la izquierda que comprenden muchas variantes, pero que más o menos centran su prédica en que no se debe confiar en candidatos “burgueses”, que se entiende son los que no se han adherido a principios “proletarios”. En resumen, mejor solos que mal acompañados, o peor aún que no hay que dejarse engañar por prédicas nacionalistas y populistas, que es lo que los mantiene puros y marginales si esto tiene algún valor en la vida política.

Lo que hay que preguntarse es cómo funcionaría un extremista de izquierda ante experiencias como las de Venezuela, Ecuador o Bolivia, que han surgido desde fuera del socialismo tradicional, y que a pesar de sus contradicciones representan pasos fundamentales en un proceso de cambios para países como los nuestros. Esa era la apuesta que traicionó Humala, pero que era una hipótesis válida para quienes buscamos el poder político de verdad. Seguiremos con el tema.  
       
09.03.14

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