martes, marzo 25, 2014

La quimera del oro

A raíz de las dubitativas y no comprometidas declaraciones del Nobel Paul Krugman, según las cuales podría entenderse que no hay problema si el Perú se empeña en seguir viviendo de sus recursos naturales colocados en el mercado exterior, que han sido celebradas  por ministros del gobierno Humala (que supuestamente tiene un plan de industrialización) y por la gran prensa concentrada que propone para el país el modelo Conga, me ha asaltado una pregunta: a saber qué tiene que ver toda esa discusión de modelos y prioridades sectoriales con un conflicto tan agudo como el que estamos presenciando con los mineros artesanales, informales e ilegales en estos mismos momentos.

Curiosamente los que dicen que nuestro destino es minero y nada más que minero, que imaginar una economía de transformación, aún aquella que sirve para elevar el valor de los mismos recursos naturales extractivos está demás, cuando en el mercado internacional nos los pueden pagar directamente en estado bruto, se encuentran sobresaltados porque bajo ese mismo impulso decenas y centenas de miles de personas están dedicadas a raspar la tierra a lo largo y ancho del país para extraer minerales, especialmente oro, que a través de una ruta compleja se transforman en exportaciones legales, con gran beneficio para los intermediarios sobre los productores.

Si uno lee a la prensa concentrada desprenderá que lo que desea realmente es que el Estado reduzca de ser posible a cero las pequeñas minerías, muchas de las cuales existen hace tiempo asociadas a las comunidades, y otras que han crecido con los altos precios internacionales, y que los espacios donde se desenvuelven reviertan para su asignación a grandes empresas, principalmente extranjeras. Algo de eso estaba presente en la ley de persecución de la minería ilegal que se lanzó en el período de Conga, para decir que ahí estaba el problema de la contaminación y el despojo al país, y que amalgamaba a los artesanales (que no usan maquinaria), con los informales (que no tienen títulos saneados), con los ilegales o delincuenciales que hacen gran y mediana minería fuera de la ley y los que articulan mafiosamente entre lo formal y lo informal.

Si el gobierno de Humala no ha podido avanzar demasiado en aplicación de sus propias normas y ha dado señales equívocas de declarar ilegales y delincuentes a los mismos que después llamaba a negociar, o de variar constantemente los plazos, debe ser por un doble motivo. Primero, porque este sector fue una de las brazos de su campaña y al presidente debe costarle asumir la visión que sus tecnócratas le han impuesto. La mirada de miles movilizados en un montón de regiones debe asustarlo sobremanera. La segunda, porque la norma ciega de la etapa del gabinete Valdés, pretende ignorar que esta pequeña minería va a existir mientras no haya otra cosa en que trabajar y ganar decentemente. Por eso al final tienen que negociar con ella.    

25.03.14

No hay comentarios.: