Vi un video[i]
sobre el asesinato de la ciudadana chilena Gisella Rubilar
Figueroa, de 47 años en Mérida, Venezuela, el último sábado por la
noche. La escena sin editar y sin retoques, muestra a pobladores de la
Comunidad Pie del Tiro de la zona alta de la ciudad, desarmando una barricada
en la avenida Los Próceres que desde hacía un mes los mantenía incomunicados. Y
se escuchan las quejas de la gente de que las personas de los barrios pobres,
no pueden acceder a sus trabajos, llevar a sus niños a los colegios y adquirir
libremente sus alimentos.
Algunos dicen que los ricos tienen alimentos en sus casas y
están matando de hambre a los pobres. Otros critican a las autoridades que no
despejan el camino y anuncian que lo que están haciendo esa noche al derribar
la llamada “guarimba” (trinchera callejera), que impide la libre circulación
dentro de la ciudad, lo volverán a hacer tantas veces como sea necesario.
- Estamos cansados dice un poblador, estamos
cansados, nos matraquean, nos roban, cobran peajes en las guarimbas estas, para
dejarnos pasar. Estamos cansados.
De pronto se oye una voz de mujer a distancia que primero no
es clara pero luego deja sentir su mensaje.
- Mantenidos. Estudien. Estudien. Estudien….
Desgraciados, por eso son tan brutos.
Y luego una voz de hombre. Mantenidos. Entonces se oyen
disparos y hay alarma. La gente se dispersa tratando de comprender lo que pasa
en medio de una calle oscura. Y otra vez la voz de mujer: Corran, corran…
Váyanse.
Ese día mataron de un tiro en la cara a Gisella Rubilar,
simpatizante chavista, cuyos padres fueron parte de la Unidad Popular chilena y
vivieron el golpe de 1973, e hirieron a José Rincón en el antebrazo izquierdo,
con arma de fuego, y a Javier Osuna con herida de bala en la mano izquierda.
No puedo negar que se siente la diferencia entre ver el
video y palpar el odio de clase que hay en Venezuela, a leer las notas
periodísticas. Pero aquí nadie pasará esta parte de la historia. Al contrario,
sumarán a Rubillar a la lista casi diaria de muertos de la “dictadura de Maduro”
y de la lucha por la “libertad”.
Pero a propósito de Perú, no puedo evitar comentar la
relación que hay entre el trato que el regidor Secada, le otorga a una Policía
enrostrándole el tema de los estudios, como si esa fuera la base de la
diferenciación social y del mayor derecho de unos sobre otros (incluido el de
la prepotencia) con lo que escucha en la
mortal guarimba de Mérida. Algunos creen que el tema de Pablo es sicológico.
Pero basta ver los odios a los campesinos de Conga, a los cocaleros y a los
“electarados” que eligen a Humala, para saber que aquí estamos a tiro de
guarimba.
13.03.14
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