Humala acaba de cometer un nuevo error de pensamiento. Luego
que Vargas Llosa dijera que en el Perú los problemas con la libertad de
expresión no se dan en decisiones de gobierno sino en la monopolización de la
propiedad de los medios, al presidente se le ocurrió sumarse a la crítica y sin
haber previsto ninguna intervención sobre el tema uso términos como “vergüenza”
o “por ahora todavía es legal”, que por cierto le garantizan una cantidad de
titulares y editoriales para los próximos días que hasta podrían bajar la frecuencia
al interminable tema de López Meneses.
Por de pronto, Alan García ya se mandó con una nueva
definición sobre Humala al que caracterizó como velasquismo-chavismo-montesinismo,
un Frankenstein armado de distintas piezas en las que se descubre la intención
de seguir descalificando las investigaciones sobre sus delitos económicos
durante su segundo gobierno y una sacada de lustre a la familia propietaria,
antes intensamente antiaprista, y ahora profunda e irremediablemente alanista y
keikista. Coherentemente, el fujimorismo
y el PPC, se han sumado al coro de los defensores de la libertad de los Miró
Quesada. Así que para todo efecto la banda de los “libertarios” bien puede
caber en la expresión: aprismo-fujimorismo-pepecismo.
Pero también los directamente aludidos han estado ensayando
la neolengua con la que afrontarán la crisis que ya ha empezado a abrirse. Para
esto la primera fórmula es que lo que ha ocurrido entre El Comercio y Epensa es
una “asociación”, y ¿qué de malo puede haber en ello?, ¿acaso se puede impedir
a las personas y empresas “asociarse”? Pero lo que está a la vista es una
compra de acciones y un proceso de absorción de una empresa por otra. No ha
habido nada de asociación entre iguales y el gran consuelo que ofrecen los
Agois sobre que ellos siguen decidiendo su línea (que es igualita a la de su
socio mayoritario), es de una extrema ridiculez, porque lo que es obvio es que
jamás podrían ir en contra de los dueños de más del 50% de la empresa, ni en
sus decisiones empresariales, ni en las políticas.
También aseguran que ellos no interfieren la libertad de
otros. Pero la verdad de la milanesa es que cuando se tiene un nivel de
concentración como el que hoy existe se alcanza una posición de dominio sobre
los distintos mercados relacionados: publicidad, distribución, compras de
insumos, etc., que los demás carecen. Y
en el plano político e institucional se adquiere tal poder que va a ser muy
difícil que alguien se atreva a criticarlos, tal como se ve en la actual
crisis, con un Humala que empieza a retroceder de su osadía, y una corte de
políticos haciendo de alfombra de la empresa hegemónica. Nadie puede competir
con una maquinaria de esta magnitud. Tanto es así que hasta la Constitución
fujimorista condenó una situación como la que hoy existe.
02.01.14
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