Una pregunta persigue a Humala: ¿y no hubiera sido mejor que
hubiera evitado chocar con Alan García, lo que hubiera quizás mantenido en la
reserva a su ego colosal y facilitado su gobierno?
Se lo dice Zileri en entrevista en Caretas y se lo ha
repetido Mirko Lauer en La República, sin contar decenas de opiniones en ese
sentido de la gente más variada.
Puede que en el razonamiento esté la idea de que en el Perú
las investigaciones son armas políticas que se usan de acuerdo a las
circunstancias, o si se quiere que los fines de corrección y sanción son ilusos
en una sociedad con una corrupción tan arraigada.
Se sabe incluso que desde la cúpula de gobierno se le pidió
varias veces a Sergio Tejada que bajara el tono y explorara excluir a García de
algunas de las acusaciones. Pero los casos ya habían adquirido vida propia e
iban creciendo como bola de nieve.
¿Cómo se podía negar lo evidente al destapar la olla de los
narcoindultos y descubrir que una facultad presidencial había sido
distorsionada para convertir el derecho de gracia en una vía para revisar las
sentencias criminales de mayor gravedad y vender libertades al mejor postor?
¿De qué manera minimizar la grotesca intervención de AGP,
Del Castillo y otros, en la manipulación de las pruebas del caso BTR, para
evitar agravar su situación en la investigación sobre los petroaudios, que
dicho sea de paso se mantiene congelada?
¿Cómo eludir la conclusión de que el expresidente García es
hoy un hombre inmensamente rico, no habiendo tenido otra ocupación en la vida
que las de congresista y presidente de la república, y de la existencia de una
red de favorecimiento de empresas y amigos que le facilitan recursos, luego de
haber recibido ventajas de su gobierno?
¿Por dónde se podría justificar la repetición sistemática de
los mismos contratistas para las obras amparadas en los decretos de urgencia a
partir del 2009, dictados precisamente para eludir los procesos de selección y
control? ¿Cómo valorar que el tema de la refacción Estadio Nacional se metiera
en el paquete de los colegios emblemáticos a través de una fe de errata, que
costara más que un estadio nuevo y que tenga tantas fallas de ejecución?
¿Por qué no funciona hasta hoy la planta de agua de
Huachipa, que debía cubrir las necesidades del cono norte y que AGP inauguró
con gran bombo?, ¿cuánta plata de Sedapal se obsequió a través de concesiones
que se siguen haciendo hasta ahora porque la mafia de Proinversión no ha
cambiado?
En fin, más allá de Humala y de lo que decida el pleno del
Congreso, quedará en la historia el trabajo de una comisión que no bajó la
cabeza a las presiones y al poder encubridor que mantiene García y que no ha
cejado un instante en sostenerlo.
18.01.14
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