Cuando sucedió el incidente del ministro de Trabajo pegalón
que por asegurarse un más rápido regreso a Lima se la emprendió a empujones con
una trabajadora de una línea aérea en Arequipa, se pudo pensar que a pesar de
que el tipo era casi un emblema del “castillismo”, lo que se pudo comprobar con
su regreso al MEF luego de ser “renunciado”, su falta era de su entera
responsabilidad y que, como se suele decir, estas cosas ocurren hasta en las
mejores familias…
Pero ahora que el viceministro de economía José Gasha
Tamashiro, agarró a golpes a su esposa en un carro oficial y la arrojó a la vía
pública en pleno movimiento, hay que convenir que los muchos títulos que los
habitantes de la isla de excelencia que dicen que es el MEF exhiben, y con los
que atarantan al presidente para asegurarle que sólo ellos pueden mover cifras
de cientos y miles de millones, no incluyen algún curso de buenos modales y de
respeto a las mujeres.
El tema es aún más grave, porque apenas sabida la noticia, Gasha
Tamashiro ha repetido la conducta del exministro Villena de hace casi un año,
al negar los hechos, a pesar de los testigos y buscar a través de versiones
insólitas salvarse del dedo público que lo señala como agresor. ¿Por qué en un
gobierno de familia como lo ha definido el presidente Humala, en el que el
protagonismo de la primera dama pretende dar a entender que hay un nuevo rol
para las mujeres, aparecen casos como estos y que por alguna razón comprometen
al lado tecnocrático del régimen?
Una hipótesis es que hay un sector que sólo aparenta pegarse
al discurso oficial y en este, como en otros aspectos, responde a una
mentalidad totalmente distinta. Allá el presidente si creyó que había ganado a
Castilla y su tribu, a las ideas con las que arma sus discursos, cuando ellos
están totalmente convencidos de haberse ganado al presidente para que haga lo
que ellos quieran. No es sólo el caso de este machismo con autoritarismo que
les brota tan naturalmente. Se puede ver en las trampas del MEF a los
pensionistas de las Fuerzas Armadas, a los jueces y a otros sectores que están
siendo burlados sistemáticamente, que el del mechoncito puede vender imagen de
profesional serio, pero está totalmente empapado de las artimañas con las que
el MEF maneja el dinero de todo el aparato público. El caso de Petroperú es
también una muestra de cómo engañar al presidente y al país y con el cuento de
fortalecer la empresa terminar completando la privatización de Fujimori.
Pero en el país aún falta mucho para hacer conciencia de lo
que significa la banda del MEF y se les sigue tratando como intocables. Como
ocurrió con la elección de los miembros para el directorio del BCR, que fueron
seleccionados al 100% de ese sector político-tecnocrático. Y ahora, con el
silencio otra vez demasiado largo del presidente, la primera dama y el primer
ministro, sobre el caso Gasha.
30.12.13
www.rwiener.blogspot.com
1 comentario:
El problema es que la sra del presidente es una ignorante y sinvergüenza y el Presidente cree AUN que es un genio
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