Empachado de fallo de la Haya, me he puesto a pensar en
algunos de los lugares comunes que han precedido a este 27 de enero, que todos
más o menos consideramos decisivo.
La frase más socorrida es que sea cuál sea el fallo aquí acaban
las discusiones de frontera entre Perú y Chile, y a partir de allí el futuro se
nos presenta promisorio para los negocios. Es la visión empresarial, sustentada
por varios líderes de opinión, que pretenden que hay que pasar de las llamadas
“cuerdas separadas” (la demanda separada de las inversiones y el comercio), a
una sola cuerda económica en la que ya no haya obstáculos para vender gas al
sur, permitir participación chilena en los puertos y el sentimiento de
minusvalía que nos impone LAN en nuestro espacio aéreo.
Por supuesto que el fallo cerrará el asunto del mar, para
bien o para mal, específicamente en su aspecto jurídico. Pero resta saber cómo
se asimilará este resultado por las partes y si los recelos y resentimientos acumulados
hallarán una vía para canalizarse. Las controversias incipientes sobre el
tiempo que tomará la ejecución de la sentencia, y sobre sus repercusiones en
otros espacios, por ejemplo en la porción de tierra que se ubica entre los
hitos Número Uno y el de La Concordia son un indicio de que las cosas no son
tan fáciles como se dice.
Una versión en línea parecida es aquella que dice que todos
ganamos, o casi todos porque los que perderán algo serán los vendedores de
armas, los chovinistas y algunos empresarios pesqueros. Casi es como decir que
el contenido de la demanda es poco menos que irrelevante y que las molestias
chilenas no tendrían base real. No es que se trata de una inmensa área
marítima, con un riquísimo banco de anchovetas y reservas minerales, sino de un
motivo para demostrar que podemos resolver problemas en un tribunal sin
declararnos la guerra. Es verdad que hasta hoy los dos países, mal que bien, se
han sometido a los rituales de la justicia internacional, pero eso no quiere
decir que les sea indiferente lo que va a ser resuelto.
Y si van a bajar las compras militares, está por verse; así
como tampoco sabe uno cuántos políticos a ambos lados de la frontera van a usar
el fallo para mover los sentimientos más profundos de la gente. Hay una
corriente actualmente en Chile para retirarse de la jurisdicción internacional,
tomando en cuenta por ejemplo que se les viene la demanda de Bolivia por acceso
al mar. Pero en Perú, se ha hecho evidente que García prefiere una tensión
fronteriza a someterse al juicio por los delitos económicos de su segundo
gobierno.
Si la población de los dos países ha esperado este día con
ansiedad es porque espera ganar en la contienda. Y los dos no pueden declarar
la victoria.
27.01.14
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