martes, enero 14, 2014

Los muy grandes siempre ganan


Reflexiones sobre la concentración de medios.

Que no nos preocupemos, ha editorializado el gran diario, ¿acaso hemos olvidado que con todo el aparato de prensa que acompañó la candidatura de Vargas Llosa en 1990, finalmente el escritor perdió las elecciones?, ¿o no recordamos que teniendo a casi todos los medios en contra, Ollanta se hizo presidente el 2011? Así que nada acredita que si El Comercio sigue comprando otros diarios y medios de comunicación y hegemonizando los mercados conexos: producción, distribución, publicidad, etc., lo más probable es que la gente continúe sin hacerles caso a la hora decisiva de votar.

No faltaba más. Si hasta conmueve leer que los Miró Quesada invierten para perder en lo que más les interesa que es en el control del poder político en el país. Porque, ¿qué importancia puede tener llegar a contar con 663 mil lectores de esa creación insigne que lleva como nombre El Trome, o que en su totalidad el grupo venda (antes de EPENSA) casi un millón de periódicos diarios (con EPENSA sobrepasan el millón y medio) y que sin embargo pierdan casi todas las elecciones? Claro que eso no es lo que Fritz Du Bois anda diciéndole a los empresarios (que son los lectores que más importan), acerca de que la compra de acciones de los Agois no es un tena comercial sino una operación política, pensando en el 2016.

Pareciera entonces que la gran familia y sus operadores periodísticos no se curan de sus errores del pasado (el 2013, no más, perdieron en el tema de la revocatoria municipal en Lima), y que siguen pensando que lo que les faltó anteriormente fue concentrarse aún más. En fin, yo también estoy convencido que la llamada “asociación” con EPENSA (en realidad una compra cruda del paquete mayoritario de acciones), no tiene que ver estrictamente con mayores expectativas de venta o de ganancias (para eso se potencian los medios propios), sino con política pura: (a) evitar que La República se aproxime a equilibrar el mercado si realizaba la compra de las acciones; (b) mostrar un punche mucho mayor que el que ya tenían frente al Estado y los demás grupos de poder.

Poder de prensa


Pero, valga la aclaración, el valor político de la gran prensa va mucho más allá que su influencia en los períodos electorales. Mucho más importante es lo que significa el control mediático cuando no hay elección y los electores han sido devueltos a sus actividades cotidianas. La gran prensa pudo estar con el escritor en el 90, hasta límites cercanos al golpismo y el racismo, pero no le costó mucho asociarse poco después con Fujimori y Montesinos y convertirse en una de las columnas básicas del régimen autoritario. El Comercio podrá contar la epopeya antidictatorial del Canal N (ahora devenido en profujimorista), pero la maquinaria de prensa de los Miró Quesada fue profundamente colaboracionista en los diez años del régimen autoritario.

Frente a Humala, la familia mediática hizo dos anticampañas (2006-2011), que bien podrían figurar en los estudios sobre el más vil de los oficios, incluyendo la creación de un programa de ataque sostenido semanal para destruir al candidato; pero apenas a los días siguientes a la elección empezó el cerco y la presión que llevaría finalmente al nuevo gobernante a entregar la decisiva cartera de Economía a la tecnocracia del MEF capitaneada por el exviceministro de Alan García, y el BCR a un economista conservador del PPC, a la vez que ensayaba su primer perdón por su familia por el extraño viaje de Alexis a Rusia antes de la juramentación de Ollanta Humala.

Como lo cuenta el mismo Bayly, el giro humalista de El Comercio lo mandó de regreso a los Estados Unidos y  lo alejó de la política, reemplazando más adelante su programa de televisión por una columna semanal en Perú 21 para especular sobre enfermedades y suicidios, y abrió una luna de miel entre el gran poder mediático y la antigua bestia negra de las derechas, convertido en repentino amigo de los ricos. Pero el fondo de la cuestión era mucho más profundo: Ollanta, como sus antecesores, comprendió (o le hicieron comprender) que no podía gobernar contra la prensa y que poco más del 50% de la prensa peruana estaba relacionada con la familia Miró Quesada.

Entonces, el poder que no aseguraba ganar elecciones, se mostraba tremendamente eficaz para domesticar a los presidentes que parecían más chúcaros. Eso que ha sido calificado como un sistema por el cual los perdedores se convierten en ganadores, copando gobiernos y cambiándoles el programa, tiene como columna vertebral el papel de la gran prensa. Aquella que se alía en 24 horas con el que decía que traería todas las desgracias.  Y, como se ha visto, en dos años y medio, esta relación puede empezar como un “descubrimiento” de que el “radical”  de la Gran Transformación, ya se había convertido en el mediocre abanderado de la Hoja de Ruta, que justificaba sus primeros virajes y deslealtades; para pasar a la presión abierta con el cuento de la “confianza”, cuando ya sabían que no había riesgo de reversión; y terminar en el paradójico escenario actual, en el que el gobierno que moldearon como si Humala fuera uno de ellos, es ahora el objeto de apaleos diarios que indican que ya se sirvieron todo lo que podían del capitulador y lo van poniendo de lado. Para los sectores populares esta puede ser una de las derrotas más apabullantes, si la derecha después de robarle a su falso líder, logra reconformar el poder compacto que existía hace casi 25 años.

Concentración de propiedad


Los Miró Quesada deben estar pensando que si con lo que tenían el 2011-2013, consiguieron doblegar a Humala, qué no podrán hacer con la versión recargada con la compra de EPENSA. Y es precisamente en este punto donde se aprecia el tamaño de la osadía de Humala de hablar contra la concentración mediática, enfrentamiento en el que a primera vista tiene todas las de perder porque carece de medios y relación de fuerzas para imponerse, pero está demorando en retroceder más que otras veces; y donde, al mismo tiempo, se percibe que el abuso de poder del grupo hegemónico, tiene sus puntos vulnerables, porque todos se dan cuenta que han crecido mas de lo que es tolerable y que a la vez han acrecentado su soberbia y prepotencia (dicen que los críticos les tienen envidia), lo que significa que podrían llegar a perder en credibilidad, lo que hace muy poco han ganado en tamaño de propiedad. Este nuevo capítulo de la concentración de los medios de comunicación en el Perú, está todavía a medio escribir. Tal vez falte lo más interesante.

14.01.14
Publicado en
Hildebrandt en sus Trece

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