1.
El problema de la “concentración de medios” no
comenzó con la compra del 54% de las acciones de EPENSA por El Comercio. En
realidad esta situación existe desde hace mucho tiempo y está consignada como
uno de los problemas denunciados como frenos a la democratización del país en
el programa de la Gran Transformación con el que Humala se presentó a las
elecciones.
2.
Lo que hay es un proceso de concentración cada
vez más absoluto en este campo que ya adquirió ribetes escandalosos, a pesar de
que algunos políticos “no lo vean” por estricto interés de recibir el respaldo
del gran monopolio. Lo que se está disputando es no sólo si se puede tolerar
que casi todos los diarios estén bajo una sola mano, sino que por donde vamos
lo más probable es que el predominio se siga acentuando hasta eliminar toda
competencia.
3.
La libertad de expresión (derecho a la
información y a la opinión para todos) no tiene por qué ser convergente con la
libertad de empresa (libertad de usar el dinero como le parezca, a quienes
dispongan de él). La libertad de empresa genera una tendencia a la
centralización y concentración de propiedad (como en el caso de las cervecerías
y las gaseosas), que llevado al plano de los medios de comunicación altera
brutalmente la garantía de una información plural (hay diez diarios, dos
canales de TV y otros medios describiendo falsamente lo de la compra de EPENSA
como una “asociación”) y con mucho mayor razón la un libre acceso a todas las
opiniones (hágase la relación de los periodistas que jamás serán contratados
por el monopolio mediático).
4.
La compra del segundo grupo periodístico por el
primero ha sido presentada como un tema de piconería de otro grupo que también
quiso comprar un paquete de acciones de los Agois. Y si bien el intento
existió, y que pudo equilibrar la balanza entre dos conglomerados de prensa, la
verdad es que el problema va mucho más allá del interés respetable de un
competidor empresarial que fue derrotado. Aquí la historia es que hemos llegado
a un nivel de dominio que algunos estiman en 80% del mercado, lo que es
extremadamente anormal aún para los estándares de concentración que hay en
América Latina y afecta ante todo el interés de la población peruana que está
ahora mucho más expuesta a una grave manipulación política-mediática.
5.
La falacia final es la descalificar a la crítica
a la concentración por provenir de algunos comentaristas que antes trabajaron
para el grupo El Comercio, y la hacen otros que están trabajando ahí. Lo cierto
es que esa es una manera de rebajar el debate. Algunos no tenemos intereses
comerciales o laborales en el caso, pero somos conscientes del daño que se está
haciendo a la libertad y a la democracia con la falacia de una prensa libre con
un solo mandón.
03.01.14
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