Al margen de la pregunta clave del 2013: ¿quién ordenó la
custodia redoblada sobre la casa de López Meneses?, que a decir verdad apunta a
quedar sin respuesta en lo que resta de este gobierno, el interés político cada
vez más evidente es convertir a la comisión especial para este caso en un
equivalente de los grupos de trabajo que ya existen para Alan García
(megacomisión) y Alejandro Toledo (fiscalización), de ahí tanta discusión sobre
la composición y la presidencia y tanto barullo por la tonta reunión
Humala-García Belaúnde.
El efecto que se busca es decir que Ollanta Humala está tan
investigado como sus predecesores, es decir todos corruptos, y apuntar a una
situación en la que todos dependan de los votos de los otros para salvarse. Lo
más hilarante es que el voto que está decidiendo la suerte de los presidentes
de los 2000, es el del fujimorismo que tendrá a su jefe máximo en la cárcel
pero no tiene comisión que los investigue ni interés de la gran prensa por confrontarlo
con sus responsabilidades.
El fujimorismo ha aparecido como principal perseguidor de
Toledo, acompañado a distancia por el APRA; pero en la megacomisión fungen de
“imparciales investigadores”, que votan algunas acusaciones y en otras se abstienen;
y en el caso López Meneses quieren dominar la comisión a sabiendas que será la
investigación más mediática. Pero el misterio principal tiene que ver con lo
que pasará en el pleno, porque para acusar a García se necesitan los votos
naranjas; para salvar a Toledo se requiere algo más que los oficialistas y
peruposibilistas; y para que Humala no salga chamuscado se requiere aislar a
sus opositores más radicales, pero por ahí el PPC y otros grupos menores andan
coqueteando con el fujimorismo y el aprismo sobre este tema.
El cuadro es enrevesado, de donde salen las versiones que
indican que a Toledo lo están tentando a
que acepte un compromiso, con retiro de la política y ruptura con el
oficialismo, a cambio de agua tibia en la decisión final que le elimine los
cargos penales. A García lo conversan los fujimoristas para hacerle recordar
que depende de sus voto, por lo que algo tienen que ofrecerles pensando en el
2016. Finalmente, el gobierno ya perdió el sitio de gran acusador (y
negociador) que tenía al comienzo de su gestión, y ahora está buscando también
entrar en el terreno del toma y daca.
Las acusaciones son serias en casi todos los casos, aunque
haya diferencia de grado en las culpabilidades. Y adónde debería llegarse es al
retiro de la clase política nacional, integrada ahora por los extrapartidos que
terminaron sumándose a las peores mañas. Pero como esto no va a ocurrir, lo que
se puede temer es una nueva repartija de salvatajes, o por el lado opuesto que
fracasen las negociaciones y entremos en una batalla de todos contra todos. Que
es lo más factible.
09.01.14
No hay comentarios.:
Publicar un comentario