Ollanta Humala dijo alguna vez que la confianza empresarial
era algo de lo que él no se había percatado hasta que empezó a perderla. Con
eso quería justificar la serie de reuniones que organizó con los dirigentes
empresariales para que le recomendaran las medidas para que los inversionistas
confiaran un poco más en su gobierno y pusieran más dinero en el impulso de la
actividad económica, después de la crisis de Repsol.
Ahí vinieron un montón de concesiones en aspectos sociales, ambientales
y arqueológicos, para alentar las inversiones, con un saldo magro ya que al
final del año todos los balances insistieron en que la tasa de crecimiento de
la inversión privada fue mucho menor que en años anteriores, achacándolo a la
falta de confianza. Ciertamente que en el mundo los flujos de inversión están
retraídos por la desaceleración de las principales economías y que hoy hay
menos entusiasmo en los grandes desembolsos a largo plazo, pero en el Perú si
se habla de eso se dice que se está aumentando la desconfianza.
En realidad la confianza empresarial a estas alturas puede
ser cualquier cosa. Por ejemplo hablar de la concentración de medios de
comunicación por la compra de una empresa pulpo a otras más pequeñas y los
efectos que esto tiene en que haya cada vez menos que escoger en la prensa, es
un asunto que amenaza la libertad de empresa y por supuesto trae tremenda
desconfianza. O que en el proyecto de nueva ley universitaria se proponga
ponerle un freno a la voracidad de los mercaderes de la educación puede
producir resultados tan asombrosos como la CONFIEP hablando de autonomía
universitaria.
En la pesca, intentar regular la extracción de anchoveta en
la zona de reproducción de la especie en épocas de altos precios
internacionales, es como para perder toda la confianza que se había construido
en los muchos años en que la Sociedad de Pesquería, socia de la CONFIEP, había
controlado el viceministerio de pesquería. Y, por último que algunas entidades
públicas como los ministerios de Ambiente, Cultura y otros, pongan algunas
observaciones a los proyectos que impactan sobre el ambiente y las condiciones
de vida de los pueblos indígenas, merece ponerlos en una lista negra frente a
los meritorios ministerios de Economía, Agricultura, Comercio Exterior,
Transportes y Energía y Minas, que parecen ser parte de otro gobierno dentro
del mismo gobierno.
De todo esto trata el comunicado de la CONFIEP publicado en
casi todos los diarios el último domingo y que Perú 21 ha traducido ayer en una
orden para el gobierno: “Rectifíquese”. Así las cosas, Humala nunca tendrá la
confianza de los que lo tratan como si fuera uno de sus empleados. El tema es
que García Miró y otros han confundido las cosas y creen que los intereses del
Perú son los de su gremio y que el país puede ser permanentemente chantajeados
para que los hombres del dinero se salgan con su gusto.
14.01.14
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