Corrupción y montesinismo eran dos definiciones ineludibles
de lo que ocurrió en el Perú de los 90, y una explicación de por qué pasó lo
que pasó en el año 2000, cuando emergió una mayoría democrática en contra de la
re-reelección de Fujimori que apuntaba a mantener el sistema mafioso que ya
había durado diez años.
En las elecciones del 2011, todavía estaba presente esta
memoria histórica que fue un factor crucial en la derrota del intento de la
gran prensa por imponer la candidatura de la hija del dictador, como si fuera
una promesa de “fujimorismo bueno”. Nuevamente se armó una mayoría
circunstancial para frenar el engaño y eso contribuyó decisivamente a la
victoria de Humala, que ha estado ya varias veces al borde de traicionar este
mandato por consideraciones de pragmatismo político: gabinete Valdés, pedido de
indulto a Fujimori, repartija de julio, pero mal que bien ha finalmente
retrocedido en cada uno de esos casos.
El 2013, sin embargo, mucha gente ha empezado a dudar de lo
que creía tener tan claro: la corrupción parece ahora el tema de Toledo y sus
delirantes compras de inmuebles a nombre de su suegra y la empresa Ecoteva,
cuyos principales perseguidores son los parlamentarios fujimoristas que dicen
que esas cosas no se deben hacer; y el montesinismo, el problema de Humala, que
quiso montarse sobre el mismo Estado procedente de la década de los 90, apenas
depurado por sus predecesores llamados democráticos, y otra vez los
fujimoristas, al lado de los apristas, como acusadores de ese mal que es tener
juntas oscuras con personajes oscuros que caminan al lado del poder con
distintos gobiernos.
Increíblemente la pregunta, aún sin respuesta, ya no es
adónde fueron a parar los dineros de la privatización que equivalían a más o menos 11 mil millones de
dólares y se hicieron humo, en medio de compras corruptas de armamentos,
licitaciones amarradas, deudas sobrepagadas, financiamiento de diarios chichas
y pagos a dueños de medios de comunicación, compra de congresistas, magistrados,
etc.; sino, con la ayuda del propio Toledo, cómo fue que pudo cubrir el gasto
por las casas con las que quería pasar a la condición de nuevo rico, que ya
alcanzaron García y Fujimori.
Y, la otra, que también nos ha sido cambiada, es la que
antes se hacía sobre qué fue lo que unió a Fujimori con Montesinos, y que ahora
se escribe: ¿por qué Humala le daba sobreprotección a López Meneses? Así
tenemos el mundo al revés: los que encabezaron el alzamiento contra el
fujimorismo re-reeleccionista, corrupto y montesinista, ahora son los reeleccionistas,
los corruptos y los amigos de Montesinos. Cosas que pasan cuando los líderes no
dan la talla para las tareas que se les pusieron al frente, y sucumben al
camino fácil y de adaptación al pasado. La tragedia de la transición peruana.
04.01.14
www.rwiener.blogspot.com
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