Cuenta el capitán ® Héctor Portella, que en agosto de 1975,
se encontraba en la primera línea de un desplazamiento de tropas a corta
distancia de las frontera en lo que debía haber sido el comienzo de un
ultimátum para que el gobierno de Chile encabezado por el sanguinario general
Pinochet, accediese a cumplir los aspectos del tratado de límites de 1929 que
estaban pendientes.
Los militares desplegados en el desierto de Tacna, esperaban
órdenes y la versión que llegó hasta ellos era que el viaje del jefe del Ejército,
Francisco Morales Bermúdez, sería la ocasión para plantear una exigencia
perentoria, en una circunstancia histórica en que el Perú había logrado un
relativo equilibrio militar y se encontraba mejor cohesionado internamente que
su eventual adversario.
Como se sabe, Morales, se embriagó al aterrizar en Tacna y
anunció un golpe de Estado contra Velasco, arguyendo incapacidad para que el
general siguiera ejerciendo e cargo por su estado de salud. Los soldados que
habían sido movilizados quedaron abandonados a su suerte y no pocos de ellos
–según el que me cuenta la historia-, se convencieron que el llamado “felón” se
había entendido con las autoridades vecinas.
Un año después Portella y otros oficiales de rango
intermedio y un grupo de civiles que habían colaborado con la revolución
militar en sus primeros años intentaron ejecutar una conspiración armada contra
el gobierno enfrentado a los movimientos populares. Fracasaron en su intento y
ese fue el último aliento del llamado “nuevo militarismo”, que impulsó un
proceso que produjo importantes transformaciones económicas y políticas en el
país, y que hizo hablar al Perú por primera con voz fuerte en la política
internacional.
En abril de 2007, el entonces candidato nacionalista Ollanta
Humala, promovió la llamada marcha por la soberanía que tenía como propósito
llegar hasta la línea de frontera para evidenciar que el punto desde el cual se
establecía la línea paralela que Chile señala como frontera, no era la que
decía el tratado original, con lo se estaba afectando al Perú en sus derechos
sobre el mar y arrebatándole una porción en la zona terrestre. Esta
movilización fue combatida directamente por el gobierno aprista que la
consideró una irresponsabilidad. García se había negado hasta entonces a elevar
las controversias de frontera ante La Haya, pero de pronto cambió de idea y
asumió que el menor costo para su gobierno era dejar en manos de los jueces
internacionales el resolver los pendientes.
Estamos a quince días de un fallo cuya importancia central
radica en que el Perú por primera vez ha puesto a su vecino del sur ante el
trance de una eventual derrota y de ceder en sus pretensiones de crecer a
expensas de sus vecinos. No sabemos si esto será asimilado por los chilenos o
si entraremos en otra etapa de tensiones a partir del 27 de enero.
12.01.13
1 comentario:
Esas marchas hacia la frontera en realidad fueron ordenadas y hechas por Antauro desde el 2000.
Inclusive los reservistas se bajaron una garita hecha por los chilenos dentro del territorio peruano.
Los nacionalistoides estàn pensando en sobonear, figurar, aprovechar
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