El pragmatismo se vuelve contra Humala

En el gobierno, el ministro Ghezzi, y parece que de alguna forma también el nuevo ministro Segura, están insistiendo, aunque de manera tardía y confusa, de que el fin del superciclo exportador-primario con precios altos y demanda sostenida, no va a regresar ni a corto ni a mediano plazo, y que la economía peruana tiene que diversificar su oferta o confrontará problemas serios de viabilidad.

La gran pregunta es con qué fuerza real cuentan para intentar un cambio de caballo en pleno choque de corrientes políticas y sociales. Para empezar no con el concentrado de la gran prensa, que ha ido girando cada vez más a la derecha, y cuya ortodoxia económica se profundiza cuánto más se debilita la economía de conjunto, pero crecen sus negocios particulares. Si algo se está “diversificando” realmente son los intereses del Grupo El Comercio, como lo demostró su más reciente batalla por la “autonomía”… de las inversiones en la educación superior.

La opción por yuppies jóvenes para la dirección de sus principales diarios, dejando a un lado a la vieja plana de incondicionales, indica no sólo un espíritu de renovación generacional, sino sobre todo una garantía que el dogmatismo que se respira en los editoriales diarios, y que Bullard sistematiza los fines de semana, pretende dejar de ser un ejercicio casi intelectual, para intentar convertirse mucho más en línea política. Por tanto, las diversificaciones desde el Estado no van a ser acompañadas por la batería de medios de una sola familia, como ya lo han dejado sentado en varias tomas de posición los meses anteriores.

Tampoco, por supuesto, los partidos del Congreso, que están excitadísimos porque están logrando diferenciarse del gobierno aunque sea usando a López Meneses, al minero Chanduví o los mails de Martín Belaúnde, lo que los hace parecer una “oposición” de fin de régimen, después de años de una relación ambigua con Humala. Hoy, a los seguidores de García no les queda más para decir que con ellos hubo “más crecimiento”, y que sentando otra vez en Palacio al ego colosal, para que converse y pacte con las grandes empresas, la economía volverá a cifras alucinantes. Ese es todo su programa político.

El fujimorismo, a su vez, sigue pensando que la clave es que Alberto Kenyo ponga los ministros. Y eso de apoyar al ministro de la Producción para hacer virar el modelo sin salirse de él, es demasiada especialización para pedírsele a Keiko cuyo tema es el lugar común, que es precisamente lo que lo hace la favorita de la concentración mediática, que no quiere que los presidentes piensen.

El PPC, finalmente, anda desvariando en distintas formas de “salvar a la democracia”, es decir los grandes negocios, es decir el partido que era de los abogados de las principales empresas, y del que queda bastante poco. De ahí las señales erráticas que emite a cada paso: posible pacto con el APRA el 2016, salvataje del gobierno en votaciones cruciales, imprecisión de objetivos en la campaña municipal y resultado desastroso, etc. ¿Qué podrían decir sobre alternativas económicas?

Empresarios

Algunos grupos empresariales le han manifestado al ministro Ghezzi, que van a la diversificación, sobre todo si viene con paquete laboral incluido, y otros paquetes y paquetitos en que están interesados, pero la Confiep guarda calculada distancia, y muchos de los hombres y mujeres del dinero deben estar pensando que ya entraron en la curva donde la correlación se prepara para cambiar y las alianzas políticas tendrán que redefinirse.

Además el enfoque general de la empresa es que la marea va a seguir bajando hasta que pueda volver a subir, así que la cháchara sobre los planes de reactivación les interesa en cuanto a las ventajas específicas que puedan alcanzar y no por el resultado final. Eso es lo que se ha visto a lo largo de todo este año. Entonces, el gobierno que habla de diversificación y reajuste dentro de un modelo siempre exportador, abierto y sin mayores regulaciones, que obviamente apela a los empresarios como su principal soporte, se apoya prácticamente en el vacío. El pragmatismo se vuelve contra Humala.

Respuestas sociales

Pero lo que menos puede esperar el gobierno es una actitud favorable de los sindicatos y movimientos sociales, a los que los ministros tecnócratas ignoran, y con los que el presidente que traicionó sus promesas tiene tremendas contradicciones latentes. Eso no quiere decir que entre los trabajadores no pueda ingresar una prédica de reajuste del modelo para crear una oferta más amplia de productos y que genere mayor empleo y mejoras en el ingreso. De hecho el sesgo extractivista del sistema actual es anti-empleo y fuente de creciente informalidad. Basta ver el ejemplo de Cajamarca en el que a mayores ingresos por explotación del oro, más se rezagaban los indicadores de empleo en la región, en contraste con la velocidad de otros lugares donde no había gran minería.

Ciertamente, los trabajadores no van a aceptar fácilmente la trampa de conceder aún más derechos y beneficios, a los que ya les han sido arrancados desde el fujimorismo, a cambio de que los empresarios se acojan a los descafeinados planes que la tecnocracia le ha preparado al presidente. En los finales de los años 70 y a lo largo de los 80, ese fue el tema de la crisis, que los que no la habían creado aceptaran pagar sus costos para que el capital se mantuviera concentrado y volviera a invertir cuando los indicadores macroeconómicos se hubiesen estabilizado.

Fujimori impuso la estabilización y el nuevo reparto, con sus vencedores y vencidos, manu militari, y bajo esa estructura es que estamos llegando a este fin de ciclo, planteando recién los temas que debieron estar en el centro del período de la abundancia, pero que siempre fueron espantados por la tecnocracia sabelotodo, y secundada por la jauría de prensa de derecha. Con toda seguridad, la perspectiva popular frente a la crisis es de arranque muy diferente a los escarceos del ministro Ghezzi y del discurso aparentemente diversificador que ha ido asumiendo el gobierno.

En realidad es una vieja lucha para que la redistribución positiva de la renta que no se produjo con las vacas gordas, porque los robustecidos carniceros que tienen la satén por el mando, no quisieron, no se torne una redistribución negativa que deje los mismos ganadores y perdedores, con una nueva herida en el espíritu para los engañados de siempre.

Crisis política

Así como el gobierno carece de los instrumentos para intentar cualquier variación del esquema económico, a pesar que éste se hunde irremediablemente bajo sus pies, en lo político la situación es similar, pero empeorada. Semana a semana, Humala ha dejado que crezcan crisis reales o bizarras, que lo han desbordado y arrinconado, sea el caso López Meneses, Chanduví y los mineros ilegales y ahora los mails relacionados con Martín Belaúnde Lossio.

En todos los casos la respuesta gubernamental ha sido lenta, huidiza, media culpable y tendiente a la maniobra. De ahí que asuntos que podrían ser menores se están convirtiendo en “peores” que las grandes deudas con el pasado que llevan otros líderes y sus partidos. En fin se están combinando elementos de tormenta y no se ve reflejos en un régimen prematuramente envejecido para darles respuesta.

Lo peor es que en todo esto, nos aproximamos a situaciones que ponen en riesgo los mermados derechos de los trabajadores y la precarias economías populares, así como el ejercicio real de la democracia o la construcción de un neo-autoritarismo apenas encubierto. Humala no está llevando a un fin de ciclo en las peores condiciones. Es su responsabilidad. Aunque la derecha que viene por todo probablemente va a pasar también encima de este pequeño hombre que no estuvo a la altura de la historia.

12.11.14

Publicado en Hildebrandt en sus Trece