lunes, noviembre 03, 2014

¿De donde viene la violencia delincuencial?

La información de prensa indica que los sicarios de 13 a 20 años, que operan en Lima y otras zonas cercanas, provienen del Callao, cobran poco por sus “servicios” y tienen una tremenda sangre fría para disparar sobre quién no conocen.

Otras informaciones cuentan sobre el origen de los “sindicatos” de construcción civil, que hoy existen en casi todo el país, y que se especializan en la extorsión y el asesinato sin asco de los ingenieros de obra que “no cumplen” con ellos y los verdaderos dirigentes del sector que se oponen a sus actividades.

Y todas las versiones tienden a explicar que estos grupos se sacaron la suerte con normas que se dictaron durante el primer gobierno de García y la época de Fujimori, que en el primer caso ordenaban un cupo de expresidiarios en las obras de construcción civil, que rápidamente pasó a manos de las organizaciones criminales que distribuían a su gente e imponían condiciones de “trabajo” para ellas.

En el segundo caso, el afán antisindical de Fujimori lo llevó a decretar que podían formarse cuántas organizaciones paralelas de veinte personas o más fueran posibles en cada empresa y con mucho mayor razón en un sector complejo como la construcción civil, lo que dio lugar a un intenso paralelismo y a que la propia delincuencia que ya había penetrado al sector se consolidara.

Otra vez, no por casualidad, las pistas conducen a mediados de los 90, cuando Kouri asume la municipalidad chalaca y se da cuenta que va a tener que lidiar con un enraizado sistema de bandas grandes y pequeñas, y decide negociar con ese submundo convencido de que no podía enfrentarlo. De esta época es que se fundan los llamado “chalecos” que eran delincuentes convertidos en grupos de seguridad de las autoridades. Por tanto con “chamba legal”.

Otras derivaciones como los matones que “acompañan” y aceleran los desalojos, y que logran extrañas combinaciones con la policía, como las que se ha visto en el despojo sistemático de tierras de los últimos agricultores del Callao (la municipalidad ya cambió la zonificación de las zonas agrícolas), echados por la fuerza de sus lugares de trabajo por 50 años. Esta “escuela” de violencia, por supuesto, ya está en todo el país, y mientras el problema se agranda vamos perdiendo el hilo de la madeja para saber de donde hay que empezar a agarrarlo.

El ministro Urresti que efectivamente tiene muy pocos elementos claros para responder a un proceso que ha echado raíces profundas, se le confunden los tiempos, entre crear la sensación de un liderazgo represivo, que es lo que ha escogido como “estilo” y que lo va mantener en expectativa hasta que fracase inevitablemente, y los problemas de fondo de la crisis de seguridad que deben llevar a desmontar sistemas que se han armado en muchos años y culturas de tolerancia que ya no dan para más.

03.11.14

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Nada de “anónimo”, soy Ambrosio

Los demócratas estamos en contra de grupos paramilitares, siempre son delincuentes. Las llamadas fuerza de seguridad, que no sean como la del tipo huachimanes, no son permisibles en una sociedad civilizada, democrática, donde el imperio de la ley y el debido proceso proteja a los ciudadanos del abuso de Estado u otros ciudadanos.

El Nacional socialismo y socialismo usaron en el siglo pasado matones para amedrentar a aterrorizar. Tuvieron éxito. Los bolcheviques, mencheviques, checas, grupos fascistas y nazis golpearon y mataron hasta llegar al poder y llevar a la humanidad a la segunda guerra mundial.

En el Perú igual: el proyecto del “guerrillero heroico” estuvo en manos de iluminados delincuentes, grupos de choque que intentaron tomar el poder a la fuerza en golpe de estado: robarle la voluntad y la democracia a los peruanos. No lo lograron, consiguieron matar más de cincuenta mil peruanos en su delirio. El fujimorismo contragolpeo con el Grupo Colina, los apristas con su versión, ambas estuvieron muy mal, condenables aunque son pálidas comparadas con las sanguinarias del marxismo leninismo delincuente. El actual proyecto neosenderista en el VRAE es lo mismo: un delirio matonesco delincuente. Tierra y Libertad, el cura Arana y el niño Goyito cuentan con grupos de choque (ronderos) dispuestos a tirar piedras, pegarle a las putas, secuestrar, quemar llantas, impedir el tránsito en las carreteras, o últimamente: acompañar a la policía a desalojos. Cajamarca es el peor ejemplo de este mal. Comprensible con la presidencia regional que votan.

El humalismo debe responder puntualmente a las acusaciones que usa grupos de choque. Sin embargo la izquierda peruana debe quedarse calladita en sus acusaciones; es increíblemente hipócrita por parte de la izquierda hacerse los indignados: nadie tiene más fuerzas de choque que ellos, son los dueños de “sindicatos” de construcción civil, nadie es más matón y terrorista que la izquierda troglodita peruana.

Raúl Wiener dijo...

Este tipo está loco.

Le están hablando del origen del sicariato, los falsos sindicatos de contrucción civil, los matones en los desalojos, los pactos del gobierno del Callao y otros con la delincuencia...

¿Y mifen lo que responde?

Idioteces. Que los guerrilleros, que el Grupo Colina, que los apristas, que el VRAE, que Tierra y Libertad, que niño Goyito y los ronderos, etc.

Que el humalismo debe responder por las acusaciones de que usa fuerzas de choque (?) y que la izquierda se quede calladita porque son troglodistas.

Se rayó, ¿no les parece?

Anónimo dijo...

Tienen que perdonarlo a mi maridito el Anónimo Ambrosito, me consta que ya no se le para ... la olla, no le alcanza para comer y tiene que justificar el mísero sueldo que le pagan en la usina escribiendo cualquier cosa

Anónimo dijo...

Sr. Wiener, el tal Ambrosio ya ni siquiera es un cojudo sino un fecaloma.
Da verguenza saber que ese es el nivel cognitivo e intelectual de los liberales en el Perú. ¿Y así se creen mejores y con más autoridad moral que los socialistas? Ja, ja.