Ricardo Napurí me contaba en estos días en Buenos Aires
acerca de una entrevista que sostuvo con el general Velasco a comienzos del
régimen militar, en la que el entonces coronel Fernández Maldonado sirvió de
intermediario. Y el resumen de ese encuentro se encontraba en una de las
preguntas finales del jefe de la llamada revolución peruana:
-
¿Por qué cree, señor Napurí, que Perón pudo
durar tanto tiempo en el poder?
Napurí explica que le indicó que la clave estaba en que se
apoyó en las masas, en que las organizó, movilizó y partidarizó, tanto que
hasta el día de hoy la historia
argentina gira alrededor del peronismo.
Velasco entonces respondió que él no podía hacer eso, y que
por su formación militar tenía que someterse a las reglas de la institución y
evitar los desbordes sociales.
Me han prometido hacerme llegar a Lima un ejemplar del libro
en el que se incluye una polémica histórica entre el fundador de la llamada
izquierda nacional argentina, José Abelardo Ramos, y el intelectual más
importante de la revolución velasquista; Carlos Delgado, precisamente sobre el
tema del partido y las masas en un proceso de transformación social.
A estas alturas creo que Delgado, que había sido aprista, no
inspiró sino que sistematizó las resistencias y resquemores de Velasco en la
teoría del no-partido, que quería decir de alguna manera que la revolución
militar quería representar a todos en sus organizaciones naturales, pero no
organizar un proyecto político nacional capaz de disputar con los otros
partidos.
Es un hecho histórico que a Velasco lo derrotaron en una
intriga institucional y que no pudo mover a las masas que lo apoyaban en su
defensa ni darle una continuidad en las bases al proceso que había tenido el
coraje de poner en marcha. No tuvo herederos directos como tuvo Perón, y nos
dejó un sedimento de radicalidad social que explica ciertamente la importancia
de la izquierda a fines de los 70 y en los 80, pero también la búsqueda de una
representación que se observa en casi todos los eventos electorales de los
últimos veintitrés años.
Hay un sustrato velasquista detrás de los conflictos
políticos y sociales que se han visto en el Perú desde que el general fue
sacado del poder y después de su muerte. El acto fúnebre de masas más grande
que se recuerde. Una ironía de la historia porque con la fuerza que se
manifestó en las calles al momento de despedirlo, hubiera bastado para que las
reformas y nacionalizaciones que el general había puesto en marcha no se
detuvieran. Pero él se sentía demasiado militar para convocarlas.
PD. El día de ayer por
razones de espacio, el diario no publicó mi columna remitida desde Buenos
Aires, denominada “¿Existe un historia latinoamericana”. Para leerla utilizar
el link: www.rwiener.blogspot.com
11.11.13
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