Tal parece que lo único simpático de una
votación antipática como la del último domingo es que perdió Villarán. Es lo
que dice la prensa de la gran familia, que luego de ignorar el proceso hasta
las siguientes horas de la votación, ahora ha empezado a presentarlo como la
revancha por la derrota de la revocatoria en marzo.
El partido que ha ganado los comicios, con
menos de la tercera parte de los votos es, sin embargo, uno que estuvo antes
por el No y que era criticado violentamente por los revocadores usando la
batería de medios de comunicación a su servicio. Si lo han adoptado es porque
es el que luce más distante de la gestión actual y con mayores posibilidades de
obstaculizarla.
El propio Aldo M describió, con su bocota
de siempre, que en las complementarias de noviembre había un sólo partido de
oposición y seis oficialistas. Si fuera así, el resultado “opositor” sería más
bien magro y no definirá una mayoría absoluta en el Consejo para los seguidores
de Lourdes Flores.
Pero mucho más grave es la situación en la
van quedando los que nos llevaron al actual desorden municipal. Por un lado
Marco Tulio tuvo que ser protegido al votar para que no lo apanaran y Castañeda
se fue de viaje para no confrontarse con los electores. Como tampoco se
pronunciaron por alguna alternativa: PPC, voto viciado, voto en blanco o
abstención, han quedado diluidos en los resultados.
Pero, vamos, dirán Fritz y sus muchachos
(Slocovich y Garrido), el partido de Villarán quedó penúltimo con 7.6% de los votos.
Puede ser. Pero esta no fue una votación en la que la alcaldesa pudiera haber
dicho esta es mi lista, apóyenla, porque si lo hubiera hecho habría sido
colgada por el JNE, que ganas no le faltaban, y que hasta la castigó por
publicar avisos con los horarios del Metropolitano y de los parques zonales que
la mencionaban como alcaldesa de Lima.
Tierra y Dignidad, a su vez, era un logo
lamentable, con una campaña sin muchas ideas y sin mayor atención de los
dirigentes nacionales. Que ese haya sido el inicio del Frente Amplio, que es
como lo concibieron sus gestores que descartaron alianzas con otros sectores, y
que con eso hayan alcanzado 7.6%, no parece tan mala performance.
No creo que nadie en Lima haya sentido que
el dilema del 24 de noviembre fuera cómo se liquida a Tierra y Dignidad. Por
tanto no es un voto contra la gestión el que acaba de producirse, como lo era
la propuesta del Sí hace ocho meses. Que de este resultado se termine con un
Consejo fragmentado y una inestabilidad en las decisiones, es una consecuencia
de cómo se ha jugado con el futuro de Lima. Y se sigue jugando. Por puro
sectarismo político.
26.11.13
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