La insólita forma en que Martha Chávez ha intentado
ratificarse en el cargo de coordinadora de una subcomisión congresal encargada
nada menos que de revisar la política de derechos humanos de los años recientes,
incluidos los trabajos de la Comisión de la Verdad, invento inquisitorial de la
propia congresista fujimorista, sirve como muestra patética de los métodos de
organización creada en torno a la figura del exdictador Alberto Fujimori.
Martha Chávez no tiene que ver con nadie. Se elige entre
tres (ella y otro fujimorista, más el voto del despistado Benítez); se vale de
los miedos de Eguren a confirmar su condición de papanatas (lo que se confirma)
y de diversos oportunismos, para hacer un supuesto acto de fuerza ratificando
la subcomisión; niega atribuciones a la Oficialía Mayor para discernir sobre el
quórum de la sesión, pero apenas ve que va a perder en el pulseo, vuelve a
convocar a la subcomisión que estaba disminuida por las renuncias para hacerse
elegir por segunda vez; la subcomisión son ahora tres fujimoristas (Chávez,
Rosas y Spadaro) y un Mulder, que sin ningún título (no fue elegido), asiste
para darles quórum y se abstiene sin tener derecho a voto.
Fácil se puede entender como actuarían todos estos de ser
gobierno. Primero, les importaría un pito la opinión de la gente. Segundo, no
concertarían con nadie, como hacían en los años 90. Tercero, utilizarían al
APRA y a cualquier otro grupo político como comparsa para sus objetivos.
Cuarto, pasarían por encima de cualquier reglamento. Pero si esto es el estilo,
hay que ver las consecuencias del entrampamiento provocado por el empeño de
Chávez de no soltar la chaveta que cree tener en la mano para vengarse de los
movimientos de los derechos humanos y la Comisión de la Verdad, a los que
responsabiliza del destino carcelario de su jefe máximo.
Presumo que la Comisión de derechos Humanos que generó la
subcomisión de marras, no reconocerá la segunda elección de la Chávez, que es
peor que la primera en términos de desafío a la legalidad. Si no lo hiciera
estaríamos ante un 5 de abril parlamentario y ante la capitulación de los
partidos no fujimoristas. Pero si se produce una nueva invalidación de la
elección: ¿cómo quedarán las relaciones interpartidarias? ¿Seguirá Chávez y su
partido manteniendo que el coordinador ya está elegido? ¿Dónde se colocará el
APRA después de haberle hecho el juego al partido de Keiko?
Estamos ante una crisis que nace de la nada y que prueba la
fragilidad y el espíritu suicida que domina el Congreso. Para algunos eso no es
más que la traducción de que no saben que quieren como gobierno, para otros que
no entienden su papel como oposición supuestamente moderada. Finalmente, para
el fujiaprismo esta parece una carta lanzada para armar el caos. A ver qué
pasa.
13.11.13
www.rwiener.blogspot.com
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