martes, noviembre 19, 2013

Todos embarrados

El argumento de Mulder es contundente: ¿cómo pueden los nacionalistas ahora condenar las actividades de López Meneses y sus vínculos con el fujimorismo y el APRA, si ellos, también están conectados, como lo prueban los policías vigilantes de la casa del “operador montesinista”?

Y si quieren agregarle más salsa al plato, tomen nota de la entrevista al aludido, en Cuarto Poder, en la que dice que se conoció con Humala cuando era cadete, a través de un primo que era de la promoción del actual presidente. O sea era montesinista antes que Fujimori, que Gonzáles Posada o que Mantilla.

El llamado “perro de chacra” tiene razón en un aspecto crucial: a estas alturas todos están embarrados con un sistema político que tolera la corrupción para poder negociar, por lo bajo, intereses políticos y económicos. El caso López Meneses, del que se tiene elementos claros en alrededor del 10%, sirve sin embargo para mostrar que la gente no cree en nadie y ve a los políticos como intercambiables.

Fujimori chilla desde la DIROES una frase que debería sepultarlo: un presidente debe saber que se está dando vigilancia a un delincuente. Ajá, qué interesante que esto venga del expresidente que se ha defendido arguyendo que no sabía del grupo Colina, la financiación de la prensa chicha, y de la venta de congresistas, medios y magistrados en la Sala del SIN.

Y que además contrató al “delincuente” como nexo entre Palacio y el Congreso, y lo vinculó con el exasesor para que le armara una mayoría parlamentaria con dinero estatal. Pero, en fin, Mulder, Fujimori y otros, pueden parecer lo que sea persiguiendo a los montesinistas que trabajaron con ellos, pero Ollanta ya se dejó ensuciar por la mafia que denunció en los días de Locumba.

El “pragmatismo” que usó como excusa para sus virajes; el “tecnocratismo” con el que escondió su falta de ideas, el “secretismo” que le permitía ocultar parte de sus movimientos políticos, han dado sus  frutos. Poco significa si Humala dio la orden de proteger al “operador montesinista” porque les estaba haciendo algún servicio, o si la Policía hizo un despliegue provocador para que todo el mundo se diera cuenta con quién puede relacionarse nuestro presidente.

Al final es lo mismo que con Fujimori, que nunca se sabrá si fue llevado por sectores militares a permitir las ejecuciones extrajudiciales o si él mismo dio la orden. Y de Humala, se preguntarán, si facilitó la entrada de la mafia o dejó que se infiltrara. Lo crucial es que no puso a su gobierno en una ruta de ruptura con el pasado y quiso hacer su gobierno con los ladrillos del viejo Estado degenerado. Y no puede decir que no sabía. Si creyó que podía navegar en la miasma, y esa se lo está comiendo, es su culpa. Y no hay como ocultarlo.

19.11.13

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