martes, noviembre 12, 2013

Los reconciliadores

El señor Iván Slocovich, por si no lo saben, dirige Correo y ha logrado un milagro que podía parecer imposible: hacer extrañar a Aldo M y sus columnas armadas con comentarios intermitentes (casi a la manera de las “chiquitas”) y cargadas de elementos ofensivos con sus adversarios, pero que por lo menos representaban el sentido común oculto de las derechas y daban material para el debate.

Slocovich, como Garrido en Perú 21, casi pasan desapercibidos con su nombre en el postón de dos diarios, que son tal cual a cuando ellos no estaban, lo que demuestra que no se les necesita como directores, y que perpetran columnas editoriales de lectura insufrible por esa pretensión de aparecer enseñando a los que no saben. Claro, que ni por eso, Garrido hace extrañar a Du Bois, que debe escribir en un idioma que pocos conocen, más allá de la familia Miró Quesada; pero, en fin, lo que me ha impresionado de esos dos es que últimamente se han mostrado preocupados por la “reconciliación”.

La tesis es aproximadamente la siguiente: cómo es que ha habido una Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR) y en el Perú diez años después, seguimos peleando porque Martha Chávez coordina una subcomisión sobre derechos humanos y los sectores que acusan de intolerancia a la fujimorista son tan intolerantes como ella. Se podría agregar ciertamente la pregunta de cómo vamos a reconciliarnos, si nos molestamos porque Fujimori da entrevistas, quiere salir de la cárcel y no niega que si lo hace volverá a la política. O por qué no se erige un monumento a Camet por el martirologio judicial que dicen que sufrió sólo por ser “un buen ministro de Economía”.

Para Slocovich y Garrido, por tanto, el concepto de Reconciliación que introdujo Toledo a lo que se llamaba originalmente Comisión de la Verdad, tenía como sentido no sólo volverse a abrazar con los que habían sido desalojados del poder prácticamente por la fuerza unos meses antes (donde pensaban quedarse para siempre), sino volverse tolerantes con los más oscuros aspectos del viejo régimen: la violación continuada de derechos humanos, la corrupción y la desnacionalización de la economía.

No era que la CVR debía ayudar a revisar la historia, para evitar que volviera a abrirse un nuevo ciclo de violencia y poner en evidencia el sufrimiento que nos había traído la guerra, descartando el simplismo fujimorista de que el golpe del 92 y la dictadura eran la forma como se debía conquistar la paz y el desarrollo económico. Evidentemente no fue la CVR, ni los “mercaderes de los derechos humanos”, ni los intelectuales sesgados ideológicamente, los que han mantenido un país polarizado, sino la persistencia del espíritu de los 90, que nadie representa mejor que la Chávez y el Fujimori de estos días. A los que Slocovich y Garrido quieren de vuelta.   

12.11.13

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