La revista Miércoles de Política trae en su última edición
(aún en los kioscos) una información que, de confirmarse, podría recalentar el
ambiente político hasta un grado difícil de predecir: existirían evidencias en
poder de la Megacomisión de que la razón por la cual Alan García escogió a la
empresa estadounidense Petrotech para acusarla de financiar el chuponeo que
llevó hasta el destape de los petroaudios en octubre del 2008, no habría tenido
que ver ni con alguna deducción inteligente, ni con algún hallazgo de las
investigaciones, sino con el interés del presidente de formar parte de un grupo
de inversión que pretendía comprar sus yacimientos en el Perú que eran parte de
una proceso de venta internacional anunciado en agosto de ese mismo año.
Si se recuerda, el famoso “faenón” de Rómulo y Bieto,
consistió en la asignación de varios lotes petroleros a una desconocida empresa
noruega, algunos de los cuales también eran de interés de Petrotech. Este, si
se quiere, era el único “indicio” que podría relacionar a la empresa con el
caso. Pero a pesar que nunca hubo pruebas serias, el presidente cito en Palacio
a los embajadores de Colombia y Corea, así como a los representantes de
Ecopetrol y Korean Oil, para prevenirlos que la empresa que querían comprar
estaba implicada en el delito de escucha telefónica hacia sus competidoras y
entidades del Estado, lo que podría derivar en una grave denuncia judicial.
En el Congreso, y a pedido de García, se conformó nada menos
que una comisión investigadora sobre Petrotech que no sólo se abocó al tema de
los chuponeos, de lo que nunca salió un informe claro, sino a estudiar las
condiciones de la venta de la petrolera a inversionistas colombo-coreanos. En
un gobierno totalmente pro-inversión, en el que se seguía el principio alanista
de qué importa si se nos filtran dos o tres empresas piratas, si llegan una
centena de inversionistas (igual que en los narcoindultos), el caso Petrotech
fue excepcional por la saña con la que se insistió en su culpabilidad, llegando
incluso a sugerirse que tenían algo que ver con
un extraño atentado que sufrió la Fiscal de la Nación, al salir de una
peluquería.
El caso que relatamos, de comprobarse, confirmaría no sólo
la frialdad del personaje para seguir actuando como si no pasara nada cuando su
gobierno era sacudido por un gran escándalo y para inventar un falso culpable
que tapara los contenidos de corrupción política de los audios con el tema de
la “guerra comercial”, sino su capacidad increíble de sacarle ventaja económica
a esa situación presionando para quedarse con una empresa en venta, castigando
el precio de las acciones con la misma acusación pública de fuente estatal. El
caso estaría a punto de salir a la luz con otras interioridades de lo que fue
el asunto BTR. A prepararse.
31.08.13
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