lunes, agosto 05, 2013

Miradas opuestas sobre el gobierno Humala

Mientras la mayoría del país no reconoce en el Ollanta actual al candidato levantisco y contestatario anterior al 2011, lo que se refleja en las encuestas, en las que el principal rubro de desaprobación es que "no cumple sus promesas, es mentiroso", y en las calles en el grito, mucho más áspero, de "Ollanta es un traidor", para la derecha más conservadora, que en nuestro caso es también la más exaltada, el presidente tiene cada vez más tentaciones y nostalgias chavistas, estatistas, proteccionistas y pendencieras.

Como ambas visiones no pueden ser verdad a la vez, debe haber una explicación para que coexistan en un mismo escenario político. Más aún, cualquier persona con sentido común sabe que Ollanta Humala se ha alejado del bloque que encabezó en vida el comandante venezolano, que no ha estatizado ni nacionalizado nada, que mantiene la economía cada vez más abierta y dependiente del mercado internacional a pesar de la crisis europea, el estancamiento estadounidense y la desaceleración china, y que no es capaz de responder como se debe al sistemático acoso político de los medios de derecha.

Es obvio, por tanto, que no hay nada caprichoso en el sentimiento de la gente. Pero también es verdad que cada vez que le sacuden sus viejas ideas, el presidente se zarandea y se siente obligado a dar muestras de que no es lo que dicen que es. A estas alturas Humala puede ser tachado de “chavista” si simplemente se acuerda que todavía es presidente pro témpore de Unasur y aun cuando haga todos los esfuerzos necesarios para subrayar que su bloque económico es el de los amigos de Estados Unidos agrupados en la  Alianza del Pacífico.

Y puede ser tildado de estatista si insiste en el proyecto todavía no retirado de la modernización de la refinería de Talara y en el cada vez más difuso y confuso del gaseoducto del sur, donde el Estado sería socio minoritario. Ya ha sido estatista además por querer regular la publicidad de comida dañina para la salud de los escolares o por querer que se difunda música de artistas nacionales en las radios. Y cuando los mismos medios que lo acusan y lo empujan cada vez más a la derecha, tienen que explicar porque hay tanta dureza en el ambiente si casi toda la clase política y el gobierno están comprometidos con el modelo neoliberal, la respuesta fluye de inmediato: la culpa es de Humala por haberse estado peleando con todo el mundo.

¿Es eso verdad? Sin duda que no. Humala adoptó para la campaña del 2011 la línea de no confrontar que como gobierno se convirtió en la de no patear el tablero. Por eso, sus críticos de lo que hablan es de su pasado y de sus denuncias al orden imperante, que hoy son como su cruz de las que debe renegar a cada paso. Y nunca será perdonado.

05.08.13

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