Alguien me reprocha que use el término “guerra interna”. Fue
“terrorismo” me dice. Y que negar que haya sido así significa desorientar a las
nuevas generaciones sobre el “actuar genocida” de las organizaciones que se
alzaron en armas en las décadas de los 80 y 90. Todo esto a propósito de mi
comentario sobre los diez años del informe de la Comisión de la Verdad y
Reconciliación (CVR), a la que también le han enrostrado el empleo de expresiones
como “partido político”, “conflicto interno” y otras que supuestamente velarían
la verdad del “terrorismo”.
El terrorismo en su definición más simple es el ejercicio
sistemático de elementos de violencia para infundir terror, es decir para mantener
al enemigo bajo el miedo y presionar a la sociedad civil bajo una permanente
inseguridad. Que de eso hubo en abundancia desde que Sendero Luminoso inició su
acción armada, nadie podría discutirlo, pero eso no significa que ese
terrorismo subversivo y otras formas de lucha de las que se valieron en esos
años, no formaran parte de una guerra brutal que sacudió al país.
Si Sendero solamente hubiera sido un pone bombas, con el
sólo propósito de mantenernos aterrados (terrorismo por el terrorismo), no se explicarían
un montón de cosas como el dominio de territorios, la construcción incipiente
de elementos de Estado, su obsesión por los medios de propaganda, etc. Que en
todo, los senderistas actuaran en forma sectaria y bárbaramente autoritaria, no
cambia que lo que trataban era de conquistar masas y territorio para enfrentar
al Estado. Y, por eso, la respuesta del poder fue también sumamente violenta y
muchas veces incluyó acciones que buscaban aterrorizar a la población para que
no apoye a los “terrucos”, que representaron graves violaciones de derechos
humanos
Es verdad que la palabra “terrorismo” está introducida en el
lenguaje actual para describir múltiples fenómenos de violencia y también para
enfrentar el debate ideológico. Por ejemplo Wiener es un pro-terrorista porque
habla de “guerra interna” y no de terrorismo; la CVR quiso presentar a Sendero
como partido político cuando se trataba de terroristas. Así, a lo que se está
apelando es a la carga emocional de la palabra y a su valor propagandístico, colocándolas
como barreras a la discusión racional, y bloqueando toda reflexión sobre las
causas de la violencia y la naturaleza de los actores.
El PCP-SL, siempre fue un partido político, con un
estructura, una dirección, una ideología y una estrategia, que nos pueden
parecer totalmente repudiables, pero hay muchos partidos también condenables
por corruptos y tener las manos con sangre, pero lo son, aunque parezcan
bandas. Un partido que se va a la guerra y usa el terror, debe ser estudiado
como tal. Es lo que hizo la policía y por eso logró vencerlos. No se dejó cegar
por su propia propaganda.
25.08.13
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