Después de Kenji y Laura Bozzo, el siguiente invitado de
Beto Ortiz tenía que ser necesariamente Rómulo León. En el plan de reconciliar
al país con sus personajes más controvertidos, no podía faltar el “rata” (chapa
que le puso su amigo Alan García) , el que recorría ministerios e instituciones
públicas a nombre de empresarios piratas ofreciendo regalos (joyas para
ministras, relojes para ministros) y fondos para campañas electorales para la
presidencia para Jorge del Castillo.
No tengo idea de lo que habrá dicho el íntimo de Bieto
Químper ante las cámaras porque soy incapaz de prestarme al juego encubridor de
los nuevos dueños de Frecuencia Latina, pero la oportunidad me ha llevado a la
pregunta que tiene cinco años de espera: ¿por qué no empieza el juicio sobre
los petroaudios? Liberado por exceso de carcelería Rómulo camina hoy sin
restricciones a la espera que se cumpla el tiempo necesario para que los
delitos de los que se le acusan prescriban, mientras don Bieto fue a parar tras
las rejas por burlar su arresto domiciliario, pero ahora anda nuevamente suelto
en las calles. Hace poco se reportó que en una cola de un banco la gente le
gritó corrupto, pero el siguió sin hacer caso a la bulla.
Canaán por cierto sigue haciendo negocios sucios en
República Dominicana y otros países del mundo, y sólo regresó al Perú para una
declaración ante el juez y luego partió protegido por las autoridades. Jamás
será sancionado como el agente de corrupción que fue por varios años. Los
directivos de Discovery Petroleum que ganaron una licitación de lotes
petroleros y gasíferos amañada tampoco están bajo el celo de la justicia.
Finalmente, Jorge del Castillo, Alan García y otros resultaron protegidos por
los policías que hicieron la incautación de los materiales en poder de los
integrantes de la empresa que había hecho los chuponeos. Actuaron como lo hizo
Fujimori, secuestrando el material que pudiera comprometerlos saltando las
instancias con una supuesta investigación especial encargada a sus amigos
dentro de la Policía, el general Hidalgo que llegaría a ser director
institucional y luego ministro del Interior, y el coronel Carlos Morán que
llegó a general antes de tiempo y ahora está en carrera para tomar el mando
policial nacional.
Y a todo esto, ¿cómo fue que el caso BTR, es decir los
marinos chuponeadores que detectaron las
movidas Rómulo y Bieto y los lazos con autoridades gubernamentales como Del
Castillo, Garrido Lecca, Saba, Gutiérrez y otros, no sólo ya llegó a su término
y los que estuvieron implicados cumplieron su condena en prisión de alta
seguridad, mientras que la denuncia por corrupción y tráfico de influencias que
se desprendía de las conversaciones grabadas y de numerosos hechos comprobados
sigue durmiendo el sueño de los justos?
Será que en el Perú los peligrosos son solamente los que
espían a los corruptos y no los corrutos mismos.
11.08.13
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