Fujimori tiene razón: no hay manera de cómo negar la
presencia de su ADN en la Constitución de 1993, que los demócratas de la
transición 2000-2001, quisieron ocultar con el procedimiento de retirarle la
firma. Así tenemos la primera Constitución de nuestra historia sin firma
presidencial lo cual no es sino
expresión de un acto de hipocresía, porque nadie puede cambiar de dónde
proviene (Morales Bermúdez no quiso firmar la Carta de 1979, pero quién la
suscribió fue Belaúnde en 1980; en cambio Paniagua, Toledo, García y Humala, no
se atrevieron a hacer lo mismo, de dónde ha quedado como un documento bastardo,
cuya paternidad se escatima porque el progenitor se ha movido los últimos 13
años entre la fuga y la cárcel).
Pero, bueno, ahí tenemos a Fujimori, más sano y atrevido que
nunca, diciendo ustedes que defienden el modelo económico y las instituciones
de los 90, son todos mis herederos aunque no lo reconozcan, y si les gusta
tanto el “crecimiento”, o el “manejo serio de la economía”, del que hablaba el
presidente en su último discurso, deberán reconocer que todo ello se basa en el
golpe de Estado económico que acompañó al político y cuyas marcas claves están
en la Constitución aprobada el 93: ninguna planificación del desarrollo, las
prioridades las dictan los intereses particulares lo que refuerza el esquema
extractivista que es la vía más rápida para hacer dinero; eliminación del
Estado como actor económico en todos los campos, de modo que los recursos más
valiosos van a manos privadas, en algunos casos como plata regalada;
establecimiento del principio de irreversibilidad de los contratos públicos
(aún de los irregulares y corruptos), lo que permite a los gobiernos de turno
enajenar patrimonio y derechos del Estado y la sociedad, y que nunca haya
sanción o reversión para los beneficiarios privados.
Podríamos seguir la enumeración pero lo dicho sirve para
medir la calidad del crecimiento y por qué es que concentra los ingresos, la
propiedad y el poder de influir en el plano político, mientras genera
ciudadanías de segunda, tercera y cuarta categoría, lo que luego se expresa en
protesta social como ha ocurrido reiteradamente en todo el período que lleva la
firma fujimorista. Si Ollanta se siente feliz que el “crecimiento”, le deje
ingresos para sus programas sociales, por los cuales todavía lo aplauden en las
zonas más pobres del país, y si confunde estancamiento con paz social, como le
ocurrió hasta hace algunos meses, va a seguir cometiendo errores y
contribuyendo a su desgracia final con la ayuda entusiasta de la derecha.
Entretanto podrían devolverle su firma a Constitución del
93, como pide Fujimori situado ya como un actor político válido después del no indulto.
Y tal vez, al pie, podrían rubricar los líderes políticos que se han abrazado a
ese texto que los Humala llamaban “delincuencial”, y que ahora Ollanta, como
otros, siente como propio.
02.08.13
www.rwiener.blogspot.com
2 comentarios:
MUY BUEN POST RAUL.!..siempre leo tu blog.,pero recien coemento y seguirè..Espero que tu salud estè en franca mejorìa.,"tu opinion importa"..es clisè., tus escritos son indispensablea para nosotros.!
Fantastic!
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